El presidente número diez de la etapa post constituyente, y el más joven de los siglos XX y XXI, tomará posesión hoy de la primera magistratura de la nación bajo un ambiente de muchas expectativas por las promesas de gobierno y por la polarización en que ha caído la sociedad hondureña en los últimos años.
Juan Orlando Hernández Alvarado, nacido hace 45 años en la aldea Río Grande, Gracias, Lempira, es el más joven de los ciudadanos que asume la
Presidencia de la República, casi igualado por el también nacionalista Rafael Leonardo Callejas, juramentado a sus 46 años, el 27 de enero de 1990.
La figura de Hernández Alvarado cobró mayor notoriedad por haber sido el promotor, junto a Porfirio Lobo Sosa, de cambios sustanciales en la estructura del Comité Central del Partido Nacional, (CCPN) al que le dio mayor apertura e hizo ligeros cambios en la ideología del partido, hasta entonces muy conservadora.
Fue así como adoptó los principios del “humanismo cristiano” que sustituyeron al de “justicia social con libertad y democracia”.
El haber conducido una agitada campaña presidencial, tanto en las primarias como en las generales, y el haber hecho promesas que han generado un manto de ilusión en la población hondureña hacen de Hernández Alvarado todo un personaje sobre el que se han cifrado las esperanzas del pueblo, especialmente en materia de seguridad.
Ya marcó historia
Su llegada al poder ya marcó historia. Su partido ganó por primera vez en su historia dos victorias consecutivas y superó el millón de votos que nunca había obtenido.
Hernández Alvarado es el único presidente electo que, sin haber sido juramentado, hizo cambios de funcionarios en las postrimerías del gobierno saliente (con la anuencia del saliente y correligionario Porfirio Lobo Sosa).
Fue, además, el artífice de numerosos decretos legislativos aprobados en las últimas semanas que le abrieron las puertas para una mejor administración pública, que será beneficiada con mayores ingresos gracias a la llamada readecuación de las finanzas públicas, de las que nunca estuvo ausente.
También marca historia porque asume el poder precedido de un ambiente de dura oposición por parte de los partidos nuevos: Libertad y
Refundación (Libre) y Partido Anticorrupción (Pac), que aún no le reconocen como presidente electo, opiniones que contrastan con los informes de organismos internacionales que aseguran que el proceso fue transparente.
Ha sido notoria la audacia del ahora Presidente de la República en varios escenarios políticos.
Visualiza la Presidencia
Antes de ocupar la Secretaría y la Presidencia del Congreso Nacional, Juan Orlando Hernández ya había visualizado la Presidencia de la República.
Lo había dejado entrever en reuniones privadas con sus amigos, con parientes y periodistas.
Para las elecciones primarias de 2012, Hernández Alvarado organizó el movimiento Azules Unidos, con el cual compitió con otras fuertes corrientes como Salvemos Honduras, de Ricardo Álvarez y Por mi País, de Miguel Pastor.
Las elecciones primarias las ganó con 446,230 votos que le bastaron para que su corriente también ganara la mayor parte de cargos de elección.
Como candidato presidencial buscó rápidamente la unidad de su partido logrando la incorporación a su campaña de los exprecandidatos presidenciales Ricardo Álvarez, Fernando Anduray, Víctor Hugo Barnica y las hermanas Eva y Loreley Fernández.
La campaña de las elecciones generales fue confrontativa. El primer blanco del Partido Nacional fue el partido Libertad y Refundación (Libre), cuya candidata, Xiomara Castro, se perfilaba como ganadora, según varias encuestas.
Sin embargo, un mes antes de las elecciones Hernández tuvo un repunte y al final ganó abrumadoramente con 1,149,302 votos contra 896,498 votos de Libre, que se constituyó en la segunda fuerza política.
Lo que recibe
Juan Orlando Hernández recibe un gobierno con un alto déficit financiero y social. El problema de inseguridad ha cobrado niveles de gravedad que se convirtió en el principal tema de campaña y quizás, una de las causas por las cuales Hernández ganó las elecciones.
El pueblo le ha tomado en serio su repetida promesa: “Voy a hacer lo que tenga que hacer para que el pueblo tenga paz y tranquilidad”.