TEGUCIGALPA, HONDURAS.-Un autobús recorre los últimos metros de la Avenida de Suecia en Valencia. Afuera, muchos caminan con un patriotismo inusitado que olvida la división de comunidades autonómicas. España juega ante Honduras en el Luis Casanova.
Es miércoles 16 de junio de 1982 y el reloj marca las 6:00 de la tarde en Valencia. Es el mediodía en Honduras, donde el sonido de la radio comienza a ser cadena nacional. Falta una hora para el juego. Miles de niños, con la cara sucia y una bolsa con sus cuadernos, desfilan de regreso a casa, despachados de las escuelas, porque todo mundo quiere ver el juego.
Es un día soñado, el sol ya nos enseñaba la alegría, los vendedores desaparecen de las aceras, nadie ofrece cigarrillos, ni tortillas en las calles, los taxistas se han escondido, los obreros guardan su azadón y el televisor Goldstar de doña Maruca se vuelve público y los “expertos” buscan la mejor señal. Los niños reservan un pedazo de suelo. Se acercaba el mejor ritual de la historia futbolística del país. Nervios de los buenos.
De nuevo en Valencia
Del automotor se bajan los suburbanos centroamericanos a luchar contra todo; como duendes ante titanes. Muchos desconocidos pasan por el portón del estadio sin pena ni gloria. Apenas y le reconocen a Gilberto Yearwood…Vestidos entre un traje elegante color beige y graficadas las cinco estrellas en el corazón, va una fila de “inditos y negros”, que miran en sus adentros la alegría de la gente que vive bajo el Cerro de Plata y que recuerdan su clasificación durmiendo en el suelo del frío Valle de Ángeles.
Por un momento regresan a tierra –y se bajan de esa nube hermosa que aún no se desvanece–, y escuchan al tipo que lleva a su hijo al Casanova con un cigarro entre manos. “Mira hijo, son los hondureños a quien les haremos cinco por tiempo”. Y es que de Centroamérica esperaban eso. Equipos que llegarían a ser la comida del carnaval. –Como El Salvador dos días antes contra Hungría (10-1)–.
6:50 pm En Tegucigalpa
La cadena radial involuntaria reza… “Última hora… anunciamos el equipo titular hondureño” –la voz de Servando Cruz García (QEPD) se infla–.“Julio Arzú (1), Allan Costly (5), Jaime Villegas (3), Fernando Bulnes (4), Efraín Gutiérrez (2), Ramón Maradiaga (6), Gilberto Yearwood (20), Héctor Zelaya (15), Roberto Figueroa (10), Porfirio Betancourt (9) y Prudencio Norales (13)”…
La sorpresa que nadie entendía a miles de kilómetro es por qué juega “Pecho de Águila”, si el titular indiscutible en toda la eliminatoria fue Javier Toledo (QQDG). No faltaba que nos dijeran quiénes de los titulares españoles eran del Real Madrid, Barcelona o Real Sociedad. Ya lo sabíamos, eran los dioses del fútbol ante los desconocidos.
La radio informa. “España sale con: Arconada, Alexanco, Camacho, Tendillo, Gordillo, Juanito, Alonso, Zamora, Xatrustegui y López Ufarte”. De pronto el pase de micrófonos dice: “En Honduras en su radio… en España en el estadio, volvemos a Valencia”. Era la hora cero, la que se había soñado desde aquel 20 de noviembre de 1981 en Tegucigalpa.
Camerino nervioso
Queda un minuto para saltar a la cancha. De repente el entrenador José de la Paz Herrera entra al camerino para dar el último dato técnico. Chelato se para frente a la pizarra… e indica cómo Gordillo se incorporaba por izquierda y qué debían hacer Tecate y Gutiérrez para detenerlo, cómo evitar las llegadas de la Roja, cómo enfrentar a Alonso y Zamora... de la magia de Juanito (QEPD), y cómo aprovechar la pegada del Macho y Betancourt.En ese momento, el “Maestro” mira la táctica. Respira profundo. Borra todo como si estuviera viviendo con el futuro, y escribe: “Señores… en 90 minutos el mundo hablará de nosotros”. Y así fue...
