TEGUCIGALPA, HODDURAS.-Cincuenta años después de haber sido protagonista de la guerra, el coronel Matías Hernández se dedica a la agricultura y a disfrutar de su familia.
Ahora tiene 85 años, pero recuerda como si fuera ayer todo lo que pasó antes, durante y después de aquel conflicto.
Él fue comandante de uno de los batallones que encaró al enemigo en el occidente del país. EL HERALDO le pidió una entrevista y esta es la historia de este héroe nacional:
¿En qué batallón estaba usted y qué cargo tenía cuando le dieron la misión de ir a sacar al enemigo que ya estaba en territorio hondureño?
Yo formaba parte del Batallón Guardia de Honor con sede en Las Tapias, Francisco Morazán, tenía el grado de capitán y era comandante de la Compañía B. Yo tenía 35 años.
¿De quién recibió la orden de liderar uno de los comandos para ir a defender la patria?
Recuerdo que el señor comandante por ley del Batallón Guardia de Honor era el señor general Oswaldo López Arellano y a la vez era el Presidente de la República. Él preguntó a los comandantes de la compañía que habíamos en ese tiempo que quién podía cumplir esa misión. Mis compañeros pensaron en mí.
¿Cuando recibe la orden de salir, qué pensó?
Bueno, encomendarme a Dios, en primer lugar, y después hacer los preparativos; revisar todo el equipo del batallón que iba bajo mi mando y dar las instrucciones. Eso fue el 15 de julio que salimos de la sede de Las Tapias a la Fuerza Aérea Hondureña y de ahí fuimos transportados a Santa Rosa de Copán.
¿Cuántos soldados iban bajo su responsabilidad?
El total de tropa eran 512 más 12 oficiales bajo mi mando. Nos fuimos en varios vuelos, se tuvo que solicitar ayuda de unas compañías civiles que había como Sahsa y la Ansa y fue así como nos movilizamos.
Estando aquí busqué coordinación con el comandante de la Tercera Zona y con del Doce Batallón, el coronel Arnaldo Alvarado Dubón. Él me informó del avance del enemigo, estaba preocupado, me dijo que la situación estaba muy difícil porque Ocotepeque ya estaba en manos de las tropas salvadoreñas.
¿Qué hizo luego usted?
Comencé a organizar el transporte aerotransportado, busqué apoyo. Los propietarios del transporte me apoyaron con camiones, con carros livianos y así pude movilizarme hasta La Labor, Ocotepeque.
¿Qué otros oficiales estaban en La Labor y qué tipo de armamento tenían?
Ahí estaban los capitanes Amílcar Zelaya, Juan Ramírez, Humberto Regalado Hernández y otros que formaban parte de la plana mayor. Había una mezcolanza de equipo, pero nosotros íbamos equipados con carabinas calibre 30, ametralladoras, morteros 60 y 81, lanzacohetes 3.5.
¿Cuántos soldados tenía el enemigo en esa zona?
En ese momento no sabíamos, pero con el tiempo me di cuenta que tenían una brigada con tres batallones (el primero, el octavo y el noveno batallón). Tenían más de 1,500 hombres equipados con el fusil G3, armas de apoyo como cañones antitanque (uno de estos les fue capturado), tenían artillería 105 milímetros en el cerro Cayaguanca.
¿Dónde fue el primer combate y a qué hora?
Los primeros combates fueron en el llano El Conejo, en El Ticante, ahí se fajó el batallón Lempira donde tuvimos muchas bajas. El primer combate dirigiendo a mis tropas fue el 17 de julio, ellos venían desplazándose hacia Santa Rosa de Copán y nosotros teníamos la ventaja de que estábamos en las alturas, encubiertos. Ellos venían confiados en convoyes motorizados.
¿Quién atacó primero?
Nosotros atacamos. Estábamos en ambos flancos de la carretera y cuando entraron a una curva al alcance de nuestras armas ahí grité: ¡Abajo guanacos, fueeego! Todo mundo abrió fuego sobre los convoyes.
¿Cuánto duró ese combate en Las Mataras?
El combate empezó como a las 12:30 y eran las 7:00 y 8:00 de la noche y todavía había fuego de ambos lados. Recuerdo que nos cayó un fuerte aguacero y aún así bajo la lluvia estábamos combatiendo.
¿Cuántas bajas tuvo el batallón que usted comandaba?
De la compañía que enfrentó en primera línea tuvimos ocho bajas y doce heridos y el enemigo tuvo de unos setenta a ochenta muertos porque los agarramos de sorpresa. Y de la demás tropa que salió en desbandada iban bastantes heridos. En este combate lo que nos ayudó fue el apoyo de la Fuerza Aérea Hondureña con sus dos pilotos aguerridos: el capitán Carlos Aguirre y el teniente Marco Tulio Rivera, ellos bombardearon y ametrallaron la columna.
¿Usted vio morir a algún compañero?
Por supuesto. El sargento Humberto López estaba como a unos 60 metros adelante, continuamos en el combate y a él lo recogió la sección de enfermeros. Teníamos coraje, valor, para defender nuestro suelo. Comandé una tropa con alta moral, con sentido patrio, esto me levantaba el ánimo como comandante.
¿A los cuántos días tuvo contacto con su familia?
El contacto que tuve con mi familia fue por medio del periodista Orlando Henríquez, con él tuve la oportunidad de mandarle un saludo a mi esposa y le mande cien lempiras para que le comprara leche a los niños. Esto fue como el 2 o 3 de agosto. Como capitán yo ganaba 350 lempiras y los soldados 50 lempiras.