El maestro de generaciones, el guía político, el hombre de la palabra suave e ilustrada ya goza en su última morada.
El expresidente del Congreso Nacional y líder del Partido Liberal, Rafael Pineda Ponce, fue sepultado ayer en medio de desgarradores discursos y lágrimas de sus familiares y amigos.
Pineda Ponce murió el viernes pasado en horas de la mañana a causa de una afección renal. Tenía 83 años.
Primero se celebró una misa de cuerpo presente en la ermita de la aldea Suyapa y luego, a las 4:20 de la tarde, fue llevado al camposanto.
Ahí, hombres y mujeres que compartieron sus ideales ponderaron las virtudes del educador.
“Cada uno de nosotros fuimos tocados por el magisterio de Rafael Pineda Ponce, hago un llamado para que nosotros como ciudadanos rescatemos nuestra sociedad..., no tengo duda que él está en el cielo”, expresó entre lágrimas el hijo de líder liberal, Octavio Pineda.
Rafael Pineda Ponce nació el 18 de agosto de 1930 en el municipio de San Miguelito, Intibucá.
Se casó con María Lidia Espinoza, con quien procreó cuatro hijos: Alicia, Rafael, Octavio y Mario Pineda Espinoza.
El precoz Pineda Ponce realizó su educación primaria en la Escuela Juan E. Flores de San Miguelito y luego estudió magisterio en la Escuela Normal de Varones en Tegucigalpa.
Posteriormente viajó a Brasil a estudiar una especialidad en formación de maestros en la Universidad Armandi de Salles.
Entre algunos cargos importantes que desempeñó destacan la presidencia del Congreso Nacional (1998-2002) y fue ministro de la Presidencia (2009-2010).
Sentido adiós
Durante el sepelio se hizo lectura de acuerdos de duelo y sentidas manifestaciones de cómo Pineda Ponce se convirtió en vivero de diferentes generaciones de dirigentes liberales y cómo deja una estela de una magnífica cátedra de la forma de hacer política.
“Deja su conducta rectilínea, deja un ejemplo de cómo debe de ser un representante del pueblo en el Congreso Nacional, una persona que fue valiente, una persona que firmó muchas leyes que han quedado para el beneficio de Honduras”, destacó el presidente del Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal, Mauricio Villeda.
Para inmortalizar sus gestas, Villeda propuso que se haga una recopilación de sus escritos y se plasmen en un libro.
Uno de los discursos más sentidos lo pronunció la exdiputada liberal Dilma Quezada, quien rompió en llanto y alzó la voz para recordar que Pineda Ponce “nos enseñó que la probidad es la primera conducta de un ciudadano”.
Frases finamente elaboradas y en algunas oportunidades punzantes caracterizaban la forma de hablar de Pineda Ponce, como en la ocasión que señaló que algunos diputados liberales cedían ante el “tilín tilín” de las monedas.
Por su lado, el dirigente liberal Jorge Yllescas alabó el temple y carácter afable con el que Pineda Ponce podría conducir reuniones por acaloradas y agrias que fueran.
El Partido Nacional mandó como representante a Fernando Anduray para manifestar su muestra de dolor por el deceso de esta figura del liberalismo.
Un puñado de maestros jubilados también se hicieron presentes en el entierro y expresaron sus condolencias.
A las 5:20 de la tarde, el féretro donde yacen los restos de Pineda Ponce fue descendido hacia el sepulcro, mientras la mirada afligida de María Lidia Espinoza estaba clavada en el sarcófago.