CORTÉS, HONDURAS.- La Comisión Permanente de Contingencia (Copeco) extendió por 48 horas más la alerta amarilla en el departamento de Cortés por el alto nivel del Río Ulúa provocado por las últimas lluvias registradas en el país.
“El nivel del Río Ulúa muestra un caudal considerable por lo que vigilamos los municipios aledaños: Pimienta, Potrerillos, Villanueva, San Manuel, El Progreso, El Negrito, hasta el Ramal del Tigre”, reportó en Twitter Copeco.
En el mismo nivel de alerta se mantiene del departamento de Francisco Morazán debido a que continúan las fuertes precipitaciones, la alta vulnerabilidad, el mal estado de los bordos de contención de los ríos.
MIRE AQUÍ: ¿Qué colonias de la capital están en riesgo a deslizamientos e inundaciones?
Además, 13 departamentos, Yoro, Olancho, Santa Bárbara, Gracias a Dios, Valle, Choluteca, El Paraíso, Comayagua, Copán, Ocotepeque, Lempira, Intibucá y La Paz, se mantienen en alerta verde, también afectados por el estado del clima.
Para este domingo se informó que la convergencia de viento y humedad proveniente del mar Caribe y el océano Pacífico, además de la influencia de un disturbio tropical que se encuentra al este de la península de Florida, seguirá provocando lluvias y chubascos acompañados de actividad eléctrica en la mayor parte del territorio nacional.
Sin embargo, el pronosticador de turno de Copeco, Will Ochoa, informó que las precipitaciones más intensas se sentirán en el occidente, la región central, sur y oriente del país.
Caos en la Capital
Una torrencial lluvia cayó la tarde del sábado sobre el Distrito Central, dejando fuertes daños en algunos barrios y colonias que son considerados vulnerables y que año con año enfrentan problemas en la temporada lluviosa.
La copiosa lluvia comenzó aproximadamente a las 4:00 de la tarde y, en cuestión de minutos, provocó serias inundaciones que dejaron atrapados en sus viviendas y trabajos a decenas de ciudadanos.
VEA AQUÍ: Caos y vulnerabilidad: así luce la capital tras varios minutos de lluvia
Además, calles internas y bulevares se convirtieron en quebradas y ríos, dejando a conductores de vehículos, motocicletas y peatones sin poder circular de manera normal.