Tegucigalpa, Honduras
La protagonista de esta historia es una víctima de abuso sexual. Su nombre no es relevante sino su vivencia.
Se trata de una jovencita originaria de un departamento occidental del país que bajo engaños de una vecina fue víctima de una violación perpetrada por otros dos de sus vecinos que la vieron crecer y jugar en su comunidad.
Cuando ocurrió el abuso no pudo gritar, no pidió ayuda pues su sordera y su limitación del habla no se lo permitieron.
Con apenas 16 años no sabía que los movimientos que sentía en su vientre eran las secuelas del día en que a pocos metros de la seguridad de su hogar dos personas “conocidas” le habrían de arrebatar su inocencia.
Hoy esa menor ya dio a luz a un pequeño del cual no sabe quién de los dos hombres que la forzaron es el padre y de los cuales permanece huyendo por todo Honduras.
“No sabía leer ni escribir, no sabía hablar, era sorda. Fue a modo de señas a sus familiares que logró contar lo que le había pasado, después de eso fue difícil para ella”, manifestó una persona cercana al caso en conversación con EL HERALDO.
Casos como este argumenta y pone como ejemplo el sector que ha defendido que el aborto sea despenalizado para cosos excepcionales.
