Honduras

'Honduras no es un país de enemigos, sino de hermanos”: Cardenal hondureño

'Bien podemos divertirnos y podemos
leer la Palabra de Dios', dijo el líder católico cuando cerca de dos millones de personas se aprestan a salir de vacaciones.

07.04.2014

Durante la misa del Domingo de Ramos, la Iglesia Católica llamó ayer a detener la violencia irracional que quita la vida a las personas en el país.

En su homilía, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez dijo que Honduras no es un país de enemigos, sino de hermanos que deben amarse y respetarse.

“Toda la liturgia pretende ayudarnos a seguir a Jesús, seguirlo en su pobreza, en su humildad, en su camino por los márgenes de la sociedad”.

“La bendición de los ramos nos ha hecho aclamar a Jesús como Rey Mesías y por otro lado la lectura de la Pasión nos obliga y nos ubica en la realidad, no vaya a suceder que perdamos de vista cuál es el Mesías al que seguimos”.

El líder religioso sostuvo que “Honduras ha sufrido tantos golpes especialmente en los últimos días con esas muertes en las cárceles con esa violencia completamente irracional que quita la vida de otras personas”, al igual que el profeta cuando sufrió persecución, golpes y violencia.

Rodríguez manifestó que “el himno de la Carta a los Filipenses era con toda probabilidad una profesión de fe antigua de uso litúrgico que San Pablo introduce en su carta para invitar a todos los cristianos de aquella comunidad y para invitarnos también a nosotros a vivir según un estilo de vida distinto, el estilo de vida inspirado en la vida de Cristo”.

“Honduras no es un país de enemigos, es un país de hermanos, así debemos amarnos y respetarnos. El Dios de la cruz no es tampoco un Dios que se arranca del mundo, ha entrado en la historia del ser humano para darle significado, desde entonces la muerte ya no es un fracaso, no es un final, es un momento decisivo como lo fue para Cristo, el momento de su adhesión total a Dios”, afirmó el representante de la Iglesia Católica.

“Hemos recibido a Jesús como el Rey Mesiánico, pero su reinado lo ejerce verdaderamente desde la cruz, por eso hoy que comienza nuestra Semana Santa queremos pedirle que los frutos de la Cuaresma se hagan patentes en estos días. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!, ese es el grito de este evangelio de este domingo, es el grito de nuestra fe”.

Afecto

“La entrada de Jesús en Jerusalén es más que un simple recibimiento lleno de afecto, fue una manifestación popular, se mezclaban ahí sentimientos políticos de diversos signos, los discípulos habían pensado que llegaba la hora del triunfo y que con ese triunfo Jesús también vería el suyo, muchas veces buscamos un Mesías triunfal, todo está muy bien hasta que llega la prueba, hasta que llega la crisis y ahí es que se empieza a tambalear muchas cosas”.

“El Mesías nos ofrece hoy un camino nuevo, un estilo de vida diferente y solidario y solo así se puede construir un mundo de justicia y de paz. Nos llama la atención que la manera en que dispone entrar en Jerusalén no es la manera solemne de los triunfadores en las guerras, va en un burrito, que es un ejemplo de mansedumbre y de paz”.

“La entrada de Jesús en Jerusalén significa también la entrada de Jesús en Tegucigalpa, la entrada de Jesús en Honduras, la entrada de Jesús en cada uno de nuestros corazones, que no seamos de aquellos que vamos a seguirlo crucificando con el pecado, desde el fondo de nuestro corazón podemos decirle al señor ¡Bendito tú que vienes no solamente el Domingo de Ramos, sino cada día a nuestra vida!”.

“Bendito tú que vienes con amor y con paz, tú que vienes para despertar una esperanza para el corazón de todos, solo tú puedes ser nuestro rey, solo tú tienes palabras de vida eterna, ayúdanos Señor en tu entrada en Tegucigalpa, ahí donde entregas tu vida cada día por amor en el sacramento en el altar, que aprendamos la humildad, la sencillez y la paz que tú ofreces a todos”, apuntó.

“¡Hosanna, Hosanna!', se oye en las calles de las ciudades de Honduras

Ayer, miles de jóvenes católicos fueron parte de una caminata de fe
que se llevó a cabo en las céntricas calles de Tegucigalpa.