Honduras

Kevin, 'incapaz hasta de matar una mosca'

'Tranquilizate mami, yo no he hecho nada', le dijo Kevin a su progenitora el 19 de noviembre de 2014, día que fue capturado por la muerte del exfiscal Edwin Geovanny Eguigure.
27.02.2015

TEGUCIGALPA, Honduras

Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Ana Betty Hernández Paredes.

Kevin la mira y, con sus ojos tristes, siente en el alma no poder estar a su lado para secarlas.

La tiene a escasos metros, el joven universitario está en el banquillo de los acusados, su madre declara con vehemencia su inocencia desde la cabina de testigos.

EL HERALDO.HN revela hoy el testimonio de doña Betty, una madre que defiende a capa y espada a su hijo acusado por el asesinato del exfiscal Edwin Geovanny Eguigure.

El abogado fue asesinado el 11 de noviembre de 2014 en una solitaria calle de la aldea El Chimbo. El examen forense indica que recibió un disparo y al menos 40 puñaladas.

El ataque fue perpetrado por tres hombres, según la declaración de la testigo X-1.

El testimonio

“El día que capturaron a mi hijo fue el 19 de noviembre aproximadamente entre 5:00 a 5:30 de la tarde, yo acababa de llegar de mi trabajo… Cuando llegué al Chimbo, aproximadamente a las 4:40, caminé sola y hasta unas dos cuadras casi al frente de la escuela de la localidad vi que Kevin venía, entonces me estiró los brazos, ellos siempre me cargan mi cartera, yo siempre ando bolsas, entonces miramos que venía un carro sin placas y el señor muy educado, sin pasamontañas ni uniformado, andaba con una camisa verde tierno, y me dijo “buenas tardes señora”, yo le dije “buenas tardes” y seguimos caminado.

Me dijo mi hijo: “Ya ratos está estacionado ese carro en la esquina”, pero le dije yo que no eran policías, porque qué raro que anden sin placas, y seguimos caminando y llegamos a nuestra casa que es la penúltima casa de la calle.

Kevin se quitó su pantalón, se puso calzoneta, estaba medio brisando ese día. Yo le había dicho a un muchacho de la entrada que fuera a tomarme las medidas de tres ventanas que tengo sin balcón, él estaba tomando las medidas, en eso llegaron dos muchachos que decían andar haciendo una encuesta, que venían de una ONG y que andaban viendo qué mejora necesitaban en el pueblo. Les digo si me permite un momento y yo seguí con el muchacho tomando las medidas de los balcones.

En eso me dice el muchacho: Doña Betty, atienda al muchacho. Entonces me fui hasta las graditas de mi casa porque no tengo portón, sino que una pequeña barandita y entonces vi que los muchachos se volvieron a identificar y me volvieron a decir que venían de una ONG, andaban identificados ellos y me dijo que querían hacerle unas mejoras al lugar y que querían saber cuáles eran las necesidades más grandes que hay.

Entonces empecé a enumerarles las necesidades de nuestro lugar y me dice el muchacho que me estaba entrevistado que si podía pasar porque estaba brisando y no quería mojar los papeles. Si, como no, le dije yo, le abrí la barandita, entró hasta cierto lugar de mi casa, hasta un pequeño porche que tenemos y lo senté.

Cuando yo volteo a ver de nuevo están entre seis a ocho policías encapuchados que no sé de dónde salieron y se pararon exactamente frente a mí y armados, dos se subieron a la terraza de mi vecino apuntando para la casa y los otros, siempre con su pistola, no me estaban apuntando directamente a mí, pero sí a mi casa los que estaban encima de la terraza y le dije: ‘Qué es lo que pasa’ y me dijo: “Tenemos una orden de allanamiento para su casa”.

Le dije: “Enséñemela”, entonces me dijo: “La tenemos señora, déjenos pasar” y le dije yo que no, en ningún momento, porque yo tengo mi hija y mi nieta que son mujeres y no los quería dejar pasar.

Me insistieron y me dijeron: “Cuál es su nombre señora”. Yo les dije: “Ana Betty Hernández Paredes”, “número de identidad” y yo lo vi que estaba anotando en una hoja en blanco donde hacía constar que yo me llamaba Ana Betty y después me pidieron el número de identidad, se lo di.

Cuando le doy el número de identidad me dice: “Firme” y yo le dije que no lo iba a firmar, que qué era eso y me dijo: “Traemos una orden de allanamiento, no se oponga con la autoridad”.

Yo le dije que no me estaba oponiendo, que me enseñara la orden de allanamiento. No me la enseñaron en ningún momento y me dijo que cuál era mi temor, que por qué no los dejaba pasar.

Yo le dije que no tenía ningún temor porque en mi casa no habían delincuentes, pero realmente yo no sabía si eran personas que eran policías o son personas malas. Entonces me dijo: ‘Señora, usted cree que vamos a venir uniformados’. Ellos andaban de negro con chaleco anti-balas y le voy hacer honesta: creo que solo a uno le vi el escudo de la bandera que portaba por el chaleco y todos con pasamontañas.

Me dijo que ellos no eran ningunos delincuentes, si fuéramos delincuentes ya nos hubiéramos metido, pero les dije: “No van a entrar”, “permítame” le dije. Yo tenía el teléfono en la mano y empecé a llamar a mi hijo que andaba en la Universidad y me dijeron está bien.

Entonces uno de ellos le dijo al otro: “A esta señora le va a dar algo”, porque yo me puse nerviosa de ver la actitud que ellos tenían hacia nosotros, entonces vino uno de los que andaba sacando la encuesta y le dijo: “Podemos sacar al muchacho, él no tiene nada que ver”, “sí” dijo,“registren a ése”, hicieron la patarata de que lo estaban registrando y los hombres se fueron.

Yo quedé en el portón llamando a mi hijo pero no me contestaba el teléfono, luego llamé a un abogado que es compañero de trabajo mío, él se llama Roberto Ortiz y le pregunté y le dije angustiada que unos hombres encapuchados habían llegado a mi casa queriendo entrar y que yo no les podía permitir porque no andaban orden y él me dijo: “Si no andan orden no los deje pasar, mejor tenga cuidado” y llame a la policía.

Estuvimos llamando a la policía de la posta de allí del Chimbo y nunca contestaron, pero antes de llamar a la policía le empecé a gritar a mi hija y le dije “Melissa, Melissa por favor llamá a la policía, deciles que andan unos hombres encapuchados”.

Captura de Kevin

Melissa salió y fue cuando nos dijeron que a parte de ellas dos quiénes más estaban en mi casa y le dije: “Mi hijo”. Cuál es el nombre de su hijo: “Kevin”.

Entonces me dijo: “Andamos una orden de captura para Kevin”.

Por qué les dije yo, si mi hijo no es ningún delincuente.

Entonces vinieron ellos y dijeron que no me opusiera, que ellos solo venían por asuntos de investigación.

Le dije: “No van a sacar a mi hijo, porque mi hijo no es ningún delincuente”, me negué, me negué y me negué.

En eso al ver Kevin el alboroto de nosotros, mi hija estaba llamando a la posta y nunca contestaron, Kevin salió hasta unas tres graditas y entonces viene y me dice: “Tranquilizate mami”, porque es lógico que si unas personas van y le apuntan con pasamontañas, sin ninguna justificación, porque dicen que van a allanar mi casa y que van a capturar a mi hijo y me puse nerviosa y me puse como a temblar, entonces uno al otro le dijo: “A esta señora le va a dar algo”.

Entonces lo llamaron, había una paila debajo de mi casa como a tres casas de la mía, entonces “vení” le dijo. Entonces llegó uno que andaba con camisa que no recuerdo, solo se subió un poco el pasamontañas y me dijo: “Señora, nosotros somos autoridades”.

Entonces vino, se sacó su billetera y me enseñó el carné que dice Fuerzas Armadas, los escondió, entonces vine yo y le quité el dedo y vi que decía Fuerzas Armadas de Honduras.

Cuando vi eso me tranquilicé un poco porque vi que no eran mareros ni gente mala.

Entonces Kevin me dijo: “Tranquilízate mami, yo no he hecho nada, no debo nada, tranquilízate por favor”.

Entonces vine yo y le dije “es que no se van a llevar a Kevin”.

Insistí e insistí pero al ver que ellos iban a entrar, porque la intención de ellos era entrar a mi casa sin una orden, entonces vine yo y les dije: “Kevin solo sale de aquí conmigo” y me dijeron “que en ningún momento porque eso era prohibido, que lo que podía hacer yo era seguirlos en un taxi si no les creía”.

Le dije yo: “Dónde agarro un taxi en este lugar, si en este lugar no hay taxi, en el Chimbo, en Santa Lucía, no hay taxi”.

Entonces me dijo: “Váyase en ese carro”.

Le dije: “Señor, yo no manejo, es mi carro pero yo no manejo”.

Continué, agarré a Kevin y lo agarré muy fuerte de la mano y le dije: “Kevin no sale de esta casa si yo no me voy con él”.

Ese fue mi error, porque yo no debí haber permitido que me trajeran a mi hijo sin una orden de captura, que hasta el sol de hoy nunca la he visto, entonces dijeron: “Ni modo, hay que llevarla”, entonces vine y subí yo primero a la paila, porque dije yo: si Kevin se sube primero arrancan y se van. Me subí a la paila con él, él me ayudó a subirme y nos llevaron así, empezó a brisar, ya llegando más o menos por la 21 (de Octubre) y se paró la paila y entonces uno de los policías que iba adelante me dijo: “Señora, pásese para adelante porque se van mojando”.

“No, le dije, yo no me voy a pasar, no voy a dejar a Kevin aquí”.

No les hice caso, no les voy a decir que me trataron mal porque no es así, yo usé mi teléfono, todo el camino venía monitoreando a mi hermana, mi hermana hizo la denuncia a los Derechos Humanos vía teléfono y les iba diciendo por dónde íbamos, hicimos el recorrido y ellos me dijeron que lo llevaban para el Core 7, yo le avisé a mi hijo, logré comunicarme con mi hijo y le dije que lo llevaban para el Core 7, que tengo entendido queda por Los Dolores.

Cuando yo veo que el carro en vez de seguir la ruta del San Felipe agarra por el Anillo Periférico, me angustié y lo único que pensé: no eran policías, nos van a matar, empecé a orar y a orar pensando en que Dios nos iba a guardar, porque estoy segura de los hijos que tengo, los dos que iban al frente de nosotros en la paila me dijeron: “Señora, usted cree que si fuéramos delincuentes solamente les hubiéramos pegado un tiro y ya estuvo, entonces les dije yo: “Si yo sé”.

Pero yo iba nerviosa la verdad, entonces nos llevaron hasta cuando me dice mi hermana Betty: si te llevan para el Batallón “tenés que pasar por donde está un redondel, una patrulla, tenés que pasar por la UNITEC”, mi hermana venía monitoreando porque los de los Derechos Humanos, estaban diciéndoles que si nos traían para acá teníamos que ir pasando por esos lugares estratégicos.

Cuando yo ya vi que la patrulla estaba allí en el redondel ese, le dije a Kevin “no te preocupes, vamos a salir de esto porque vos no has hecho nada”.

Ni siquiera se me cruzaba por mi mente qué es lo que pasaba, pero ya venía tranquila porque por lo menos no nos habían matado, usted sabe cómo estamos en este país, que solamente los montan a un carro, les dan un disparo y los tiran en cualquier lugar y hasta allí no más, porque nadie investiga nada, no se sabe por qué matan a las personas, nos metieron aquí al Batallón, como le repito, no fueron malos ellos conmigo, hasta ese momento, me ofrecieron comida y yo les dije: “No, no tengo hambre”.

Entonces yo llamé y les dije a mi hija: “Estamos aquí en un batallón por Mateo, avísale a Luís que ya estamos aquí”, porque mi celular se estaba descargando.

Empecé a hacer llamadas de que nos habían traído aquí y dijeron que habían violentado mis derechos, pero que ya ni modo, ya estábamos aquí.

Los policías que estaban allí nos metieron al carro porque estaba lloviendo y nos dijeron que estuviéramos adentro porque era prohibido estar en la grama, nos subimos a la paila Kevin y yo y le digo: Kevin, qué pasa.

“No lo sé mami, no tengo idea”.

Entonces le dije: “No te preocupes Kevin que no has hecho nada, no hemos hecho nada, no tiene por qué sucederte nada, Dios está con nosotros y Dios es más fuerte que cualquiera”, fue todo, en eso nos dejaron como diez minutos dentro del carro, luego llegaron unos policías y me dijeron que lo traían para hacerle unas preguntas, lo bajaron y yo quedaba atrás.

Uno de los policías que me estaba cuidando me dijo: “Señora súbase al carro porque me va a meter a problemas”.

Entonces yo le dije que estaba bien, que no había problemas, yo colaborando con ellos porque pensé que me iba a llevar a mi hijo.

Se acercó uno de los agentes un poco fornido él, alto y me dice: “Usted con quién anda”.

Le digo: “Con Kevin que me lo acaban de traer”.

Entonces me dice: “Usted se debería de ir, debería de ver cómo se va”.

Yo le dije que no me iba a ir sin Kevin de aquí, según yo me lo iban a dar.

Entonces le dije que mi hijo estaba en la entrada, entonces me dijo: “Señora, esta noche va a ser muy larga”.

Le dije “por qué”.

Me dijo: “Yo solo eso le digo”, sonrió y no me dijo nada más, me cerró la puerta y me dijo que si quería que me abría un poquito más el vidrio y le dije que no, que estaba bien como estaba, atentos hasta ese momento.

Luego volví abrir la puerta y me dice: “Qué hace su hijo”.

“Estudia” le dije yo.

“¿Estudia? me dijo él”.

“Está declarando allá adentro y dice que él no estudia” (dijo el policía).

“Es imposible que Kevin diga que no estudia si acaba de enviarme por un WhatsApp”. Le dije que había sacado un 16.2 en una prueba, entonces es imposible que él haya dicho eso o a menos que esté loco.

Y me dice: “Sabía usted señora que tiene hijos”.

“No, no tiene hijos” le dije yo.

“Mi hijo es un niño, para mí es niño porque tiene 19 años”.

Y me dice: “Sabe por qué está aquí él”.

“No, le dije yo, no tengo ni la menor idea”.

Entonces me dijo: “Por la muerte del Fiscal, él es el asesino del Fiscal”.

Y le dije: “No, cómo se pone a creer, yo pensé que usted me iba a decir otra cosa, mi hijo no tiene nada que ver en eso”.

Estoy segura y por eso estoy declarando en este momento, aunque usted me haya leído el artículo que dice que si yo miento de dos a tres años me caen, me pueden caer cien años y a mí no me importa, porque yo sé que estoy diciendo la verdad.

Entonces le dije que yo “que en ningún momento, que estaban equivocados, que Kevin era incapaz hasta de matar una mosca”.

Se rió y me dijo: “Así dicen todos, la madre es la última en darse cuenta”.

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