En su brazo derecho carga una reja repleta de accesorios para celulares y en su izquierda dos libretas. Sus ojos vigilan a Moisés, uno de sus cuatro vástagos.
La figura del pequeño de 12 años casi se pierde entre el humo de la carne asada, con sus pequeñas manos agita con fuerza un cartón, aviva las brasas y voltea los pinchos del anafre a orillas de la séptima avenida.
Pedro es padre y madre, un comerciante informal y uno de los que ahora tiene que invertir en internet para que su hijo además de trabajar siga con sus estudios.
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“Yo vendo por aquí, siempre paso pendiente de él, si algún día falto podrá ganar su sustento. Que Dios bendiga a la gente que le dio esa oportunidad en este negocio”, manifestó.
Con esfuerzo, la familia sale adelante, aunque a veces vende y otros no, el menor siempre tiene tiempo para “aprender a trabajar” y hacer sus tareas.
En 2020 un total de 1,876,824 alumnos se matricularon, la cifra en comparación con el 2019, cuando se registraron 1,952,686, refleja una disminución de 75,862 estudiantes en el sistema educativo de Honduras. |
Además de avivar las brasas, Moisés grita, recoge envases y atiende clientes.
Su sueldo lo ahorra y a veces ayuda a su papá.
Sin internet
En otro punto de la ciudad está Luisa junto a sus dos hijos, sin trabajo dice que su única alternativa es pedir.“No tengo ni para el alquiler y la comida, mucho menos para celulares e internet”, afirmó.
Mientras la dama hablaba con EL HERALDO, sus pequeños que cursan el primer y cuarto grado extendían sus manos para pedir dinero a los conductores.
“A ellos les dieron unos cuadernos para trabajar en casa porque internet no hay”, afirmó.
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Dos realidades
Mientras los hijos de la clase media o alta se preocupan porque sus ojos se cansan en plataformas educativas virtuales o porque no pueden salir de su casa, los denominados “pobres” viven otra realidad. Así lo ve el sociólogo Julio Navarro.“Encerrar a un niño tiene un impacto psicológico, la pandemia los alejó de la escuela y sus compañeros de juego, pero eso no es lo que vive la clase baja”, explicó.
Según estimaciones de World Vision, en el marco de la pandemia por el covid-19 más de dos millones y medio de niños y adolescentes no tienen acceso a la educación.
'Estamos preocupados por las consecuencias de la pandemia, miramos que los niños no están asistiendo a la escuela”, mencionó Jorge Valladares, director de Futuros Brillantes de WV.
Según otras organizaciones, como la Asociación para una Sociedad más Justa, la cifra de abandono escolar podría llegar hasta los 900 mil, es decir, una deserción nunca antes vista en Honduras.
Sobre el tema, el sociólogo Eugenio Sosa lamentó la ausencia de una política estatal sólida que pueda trabajar por la niñez atacando la pobreza, el desempleo y realice una inversión adecuada en la educación.“El sector educativo prácticamente fracasó, está abandonado, hay una incapacidad de la Secretaría de Educación para atender al sector público, no tienen internet ni computadoras, eso vuelve todo más difícil”, mencionó.
Explicó que la mayoría de familias que salen a pedir con sus hijos son familias abandonadas.
“Hay un discurso que criminaliza a las madres, pero no se ponen a pensar que no pueden dejar a sus pequeños en las casas, donde no hay comida o hay violencia doméstica”, dijo.
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