Discurso íntegro de la licenciada María Antonia Martínez de Fuentes, premio Álvaro Contreras 2015:
Primero, le doy gracias a Dios por este momento.
Y gracias a ustedes por su compañía.
Gracias al Colegio de Periodistas que ha tenido la maravillosa idea de celebrar la ceremonia en esta ciudad.
Enhorabuena por eso y porque me enorgullece recibir este premio en representación de los periodistas sampedranos, un gremio altamente competitivo y valiente. Nadie puede dudar del gran trabajo de los periodistas que ejercemos en esta región del país.
Señoras y señores:
Ser periodista significa ganarse una parte del espacio administrado por los poderosos y moverse en él para buscar la verdad.
Esa es la esencia del periodismo, la constante y permanente búsqueda de la verdad.
La nuestra es una profesión alucinante, útil, con grandes satisfacciones y retos, una carrera que no termina, que requiere el esfuerzo diario y el estudio permanente porque buscar, encontrar y difundir la verdad no siempre es trabajo fácil.
Y no es fácil porque, a pesar de que no hay duda que ejercemos el mejor oficio del mundo, como lo llamó García Marquez, los periodistas debemos enfrentar amenazas, intimidaciones, críticas; debemos adaptarnos a los cambios tecnológicos y batallar para mantener lejos de las Redacciones a la censura y la banalidad.
Al periodista le toca, por ejemplo, desafiar la convivencia entre la profesión y la publicidad, porque el éxito de un medio de comunicación está basado en la credibilidad de sus contenidos.
En todas las redacciones también libramos batallas contra la censura de todo tipo, ese es el deber moral del periodista: Combatir la censura en todas sus formas.
Quienes gobiernan, los empresarios y los políticos no deben temer a la prensa independiente ni a la pluralidad de medios, no deben sentirse cómodos con una prensa incondicional, al contrario, porque una sociedad democrática sólo puede enfrentarse a sus desafíos cuando tiene a su alcance información contrastada y opinión crítica.
La libertad de expresión y el periodismo serio necesitan de un mayor respaldo, son armas poderosas contra la tiranía.
En las Redacciones también estamos expuestos a prejuicios inherentes al ser humano, a valoraciones subjetivas que pueden llegar a contaminar una noticia, un titular.
Lo superamos cuando hacemos un trabajo con independencia de los poderes político y económico y sobre todo cuando seguimos los códigos que nos obligan al balance en las noticias, a verificarlas cuantas veces sea necesario, con fuentes fiables, seguras, a investigar con diligencia, a ser precisos.
Porque, como decía al principio, la razón del periodismo es buscar la verdad y la del periodista es servir al interés social, sin exclusiones ni complicidades, reivindicando el derecho a la libertad, a la justicia, a la vida y usando una multiplicidad de voces.
Los periodistas somos los instrumentos que tiene la humanidad para informarse en un mundo complejo y difícil.
Ejercemos un oficio fantástico que requiere cada vez más preparación y responsabilidad, una labor que se ha vuelto peligrosa en la medida en que la sociedad misma está en permanente riesgo por los altos índices de violencia.
Que nos equivocamos, por supuesto que nos equivocamos. Y todos, los grandes y pequeños errores, los que son evidentes y los imperceptibles al público, todos son errores que tienen duras consecuencias.
Pero lo importante es que al final del día los medios de comunicación logramos mostrar la inequidad, los problemas sociales.
Al final publicamos las noticias más importantes, las de mayor interés y significado. Cumplimos con dar al ciudadano la información que necesita para gobernarse a sí mismo.
Eso es lo importante, eso es lo que hace del periodismo una gran profesión, por eso nos sentimos orgullosos de ser periodistas.
Las nuevas generaciones deben tener templanza y valor para ejercerlo lejos de la banalidad y del excesivo mercantilismo.
Tendrán que esmerarse y prepararse en una amplia y profunda formación en valores que exaltan la veracidad, objetividad, honestidad e integridad.
Deben aprender las habilidades que ahora requiere la profesión.
Prepararse para servir en las redacciones que se han transformado ante el imparable avance de la tecnología digital, estar listos para los cambios en la organización de los medios, en su relación con las audiencias, en su forma de contar lo que pasa cada día y en la búsqueda y comprobación de las noticias.
Porque las nuevas tecnologías han impactado en el trabajo del periodista, nos han obligado a adaptarnos, a revisar viejas prácticas, a actualizar códigos éticos e introducir nuevas capacidades en los medios para seguir siendo relevantes y competitivos.
Es todo un reto de creación, innovación y reinvención.
Señor Presidente, señoras y señores:
Este Día del Periodista es una oportunidad para reflexionar sobre el país.
No hay duda que tenemos esperanzas en el futuro, pero todavía vivimos tiempos difíciles en lo social y económico.
Aplaudimos que su Gobierno esté logrando avances que son reconocidos por organizaciones internacionales, que se estén organizando las finanzas del Estado y se promuevan proyectos sociales tan importantes como el de la vivienda o el del crédito a microempresarios.
Pero no podemos olvidar que acabamos de pasar por una crisis fiscal inédita que dejó insolvente al Estado, que la corrupción e inercia en los gobiernos son heridas abiertas y que el desempleo y la violencia siguen siendo abono peligroso.
Miles de hondureños viven agobiados por la falta de ingresos y de estabilidad en sus vidas, llevan meses y hasta años sin conseguir un trabajo.
Hay muchos que están abriendo sus propios negocios en sus casas, pero no logran tener los ingresos suficientes a pesar de trabajar por horas y horas, o porque enfrentan otros flagelos: la extorsión y la inseguridad.
Enfrentan el horror de la violencia que ha dejado miles de muertos en los últimos años, entre estas muertes la de 30 periodistas cuyas familias, en su mayoría, no han hallado el consuelo de la justicia.
La violencia ha sido un fenómeno en alza en una década caracterizada por un gran incremento del narcotráfico, de la fiebre del oro de la cocaína y la espantosa lucha por controlar las rutas de la droga.
Pero el problema de la inseguridad es mucho más profundo, está enraizado en la débil gobernanza, en la falta de visión de los gobiernos, en la abundancia de malos políticos, en la pasividad de la sociedad que ha sido permisiva, demasiado tolerante.
Enderezar el rumbo del país no es tarea fácil y reconocemos que su Gobierno libra una lucha contra el narcotráfico, que ha dado evidencias de castigar la corruptela y confiamos en su palabra que su administración no protegerá a nadie que aparezca involucrado en un acto de corrupción, sea quien sea.
Pero no es suficiente, no ha sido suficiente.
Estamos esperando que su Gobierno dinamice la economía, que impulse la agricultura, que reduzca la violencia, que nos devuelvan la paz a los sampedranos y a todos los hondureños, que nos devuelvan la tranquilidad y el país próspero que queremos heredar a nuestros hijos.
Estamos esperando que la clase política esté a la altura del pueblo y de los ciudadanos, a la altura de los desafíos que enfrentamos, que sea congruente con la sociedad que quiere trabajar en un país con certidumbre y en paz, que demanda urgentemente salir de la pobreza y la marginación.
Aguardamos a que nuestros políticos reaccionen, que se dediquen con sentido patriótico y humano a buscar soluciones a los verdaderos problemas nacionales, que dejen de lado los temas del partido, la lucha por el poder y sus propios intereses.
Que trabajen para reducir la inequidad que sufre la mayoría que no tiene acceso a la salud digna, a la educación con calidad, a la pronta justicia y a trabajos bien remunerados.
Que busquen detener la tragedia de la migración, la huida de miles de hondureños que toman un camino lleno de explotación, sacrificio, dolor y muerte.
Un drama que sigue desintegrando a la familia, que ha convertido a nuestros barrios en semilleros de pandilleros por la falta del padre o la madre.
Esos son los temas que nuestros políticos deben atender con urgencia.
Desde los medios de comunicación vamos a seguir reclamando el derecho de la población a la seguridad, al empleo, a la justicia.
Seguiremos denunciando la infamia de la extorsión que tiene secuestrados a cientos de pequeños y medianos empresarios y a miles de familias que viven aterradas ante la impotencia de las autoridades que dejaron crecer este perverso cáncer.
Vamos a continuar exigiendo que se encarcelen a los corruptos, que baje la impunidad, que tengamos políticos y funcionarios diligentes, porque estamos comprometidos con la sociedad, porque ese es el valor de los periodistas y la importancia de la libertad de expresión como piedra angular de todas las demás libertades.
Si no hacemos el periodismo de denuncia, vigilante, valiente y serio que demanda la sociedad estaríamos condenados a vivir de rodillas.
Termino con una anécdota en este día del Periodista:
Hace más de 170 años, el pensador, político, jurista e historiador francés Alexis de Tocqueville escribió sobre la democracia en América, en particular sobre los Estados Unidos, en un texto clásico llamado precisamente: La democracia en América.
Cuando se refiere al papel de la prensa, concluye que la libertad de prensa, a pesar de los posibles excesos, era un bien sumamente valioso para la sociedad y la democracia.
Él dijo: 'Confieso que no profeso a la libertad de prensa ese amor completo e instantáneo que se otorga a las cosas soberanamente buenas por su naturaleza. La quiero por consideración a los males que impide, más que a los bienes que realiza'.
Permítanme agradecer nuevamente al jurado que me ha conferido este honor, y compartirlo con mis colegas periodistas de San Pedro Sula y de esta región del país.
Compartirlo con las mujeres que nos hemos entregado a esta profesión.
Con Diario La Prensa, con su gente, periodistas, ejecutivos, con su Junta de Administración que preside don Jorge Canahuati Larach con quien he trabajado estos últimos 24 años y a quien debo agradecer por permitirme evolucionar desde las empresas periodísticas de Grupo Opsa.
Y esta emoción la comparto con mis padres que están en el cielo, con mis hijos, con Luisa María que hoy me acompaña, y con la persona que ha sido el amor de mi vida, mi compañero en los últimos 20 años, la persona a quien admiro y con quien espero envejecer. Con mi esposo Luis Alberto Fuentes.
Gracias a todos.
SAN PEDRO SULA, 25 DE MAYO, 2015