OLANCHO, HONDURAS.- A la familia Medina Flores no le queda más que esperar que suceda un milagro que los libere de las cadenas de la miseria, que les permita recibir medicamentos cuando se enferman y tener una educación de calidad.
Son cinco: José y Juana, los papás; y Roger, Julio y Enoc, los hijos. Ellos viven en Esquipulas del Norte, un municipio de Olancho, ubicado a más de 250 kilómetros de esta capital.
Por más hambre que tengan no pueden comer porque los ingresos son raquíticos; pese a las dolencias que han padecido, como la cirrosis de José, tienen que ingeniárselas para soportarlas porque el centro de salud está desabastecido; por más que Roger, Julio y Enoc deseen estudiar, como sí lo hacen algunos de sus vecinos, están condenados a la ignorancia.
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Todos buscan qué hacer para sobrevivir, pero lo cierto es que no es suficiente. Tienen dos manzanas de tierras en las que pueden sembrar maíz y frijoles, pero el encarecimiento de los insumos, como el fertilizante, lo hace imposible.
A veces recogen leña y cazan garrobos para comer y vender, pero hasta la naturaleza está en su contra porque cada vez son más difíciles de obtener.
Solo necesitan un milagro para que su vida cambie: dejar de ser los olvidados de los gobiernos para que puedan acceder a los derechos fundamentales, como agua potable y electricidad.
“Solamente es que nos den un poco a lo que tenemos derecho”, expresa José, de 58 años.
“Aquí las ayudas llegan solamente antes de las elecciones”, añade mientras sus ojos no denotan alegría, ni esperanza. La Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus visitó Esquipulas del Norte, Jano y Guayape, municipios olanchanos en los que la pobreza, la miseria de la salud y educación es evidente.
Un análisis de este rotativo al último Informe de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) muestra que estos municipios forman parte de un listado de los 20 que más decrecieron en su índice de desarrollo entre 2014 y 2019 (la fecha de los estudios).
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Panorama
La realidad de los pobladores de estos municipios se ve reflejado en los números del PNUD.
Por ejemplo, el ingreso per cápita estimado de 2014 en Esquipulas del Norte fue de 2,390 lempiras mensuales, mientras que para 2019 pasó a ser de 2,165.
Lo mismo ocurrió en Jano: en 2014 eran 1,927 lempiras por mes, 137 lempiras menos en 2019 (1,791).En cambio, los años de esperanza de vida tuvieron un leve aumento.
Para 2014 Esquipulas del Norte tenía una esperanza de 73.5 años; en 2019 fue de 74.3. En los años de escolaridad también se ve una reducción. De 7.1 pasó a 6.8 años Esquipulas del Norte entre 2014 y 2019. En cada rincón se ve lo mismo: falta de electricidad y agua potable.
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Los menores están desnutridos y hay poco entusiasmo para recibir ayudas sociales, porque las pocas que llegan son políticas, aseguran los pobladores.
Para Sergio Arturo Membreño Cedillo, coordinador del Informe de desarrollo humano de 2022, del PNUD, la situación de estos municipios de Olancho puede cambiar por una serie de acciones.
Primero, que las autoridades cumplan con su trabajo para que exista una justicia social y, lo segundo, es que el gobierno debe procurar que las ayudas sociales lleguen a los más pobres.
“Realmente está marcada la desigualdad, pero haciendo lo correcto en un plazo considerable se puede lograr que Honduras cambie”, dijo Membreño Cedillo.
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