Los llamados de auxilio en medio de los huracanes Eta y Iota, en noviembre del 2020, eran desesperantes, la gente estaba atrapada en los techos de las casas, los niños temblaban de frío y hasta las mascotas quería ser rescatadas.
El jueves 5 de noviembre el teniente Zalaya Baquedano, de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH), despegó de la base Hernán Acosta Mejía (HAM) de Tegucigalpa a bordo del helicóptero Bell-412, a la basé aérea de La Mesa, en San Pedro Sula.
Junto a él iban otras cuatro aeronaves a las que les esperaba una extensa jornada de operaciones, las que pudieron desarrollar sin ningún inconveniente.
“La operación la comenzamos en La Lima, el primer rescate que hicimos fue en un techo de una casas, la gente estaba gritando, cuando bajamos ellos querían subir perros y otros animales, lo poquito que rescataron ellos querían llevarlo”, recordó.
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Seleccionar a quién iban a rescatar no era un problema, porque las demandas de ayuda estaban en todas partes, fue así que el primer día decidieron acudir a las personas que miraban más cerca, pero todas demandaban ayuda.
Ya el segundo día decidieron coordinarse y seleccionar las zonas más complicadas, cuando ellos pasaban las personas les levantaban la mano, se miraba que gritaban con desesperación.
Algo que les ayudó fue que los equipos en tierra integrado por los bomberos, de la Fuerza Naval de Honduras (FNH) y personas civiles, se unieron para llevar a la gente a donde habían plataformas donde las aeronaves podía descender.
“Lo que hacíamos nosotros era tratar de aterrizar en esas plataformas porque había demasiados cables y bajamos a medida de no tocar el suelo, y los mecánicos de aviación a bordo, ellos subían la gente”, testificó a EL HERALDO.
En una ocasión, uno de los mecánicos se lanzó a sacar unas personas y el agua le llegó al cuello; eran 11, las pusieron a bordo y lograron evitar que perdieran la vida, mientras que de los techos sacaban entre siete y ocho personas cada vez de llegaban.
“Cuando la gente se subía iba consternada, lloraban, los niños asustados no sabían qué era lo que pasaba, aterrizamos en un campo cerca de los bordos y una señora corría, abrazaba a la gente, a nosotros, lloraban, daba mucha tristeza”, contó.
Para el teniente de 30 años de edad, formado en Honduras y Colombia, esa fue una gran experiencia, ya que solo en dos semanas realizó 136 horas de vuelo al servicio de la FAH.
Zalaya Baquedano es originario de Danlí, El Paraíso; en total lleva 558 horas de vuelo en helicóptero y asegura que su misión es seguir sirviendo a la FAH y al pueblo hondureño, enorgulleciendo a sus padres y su familia.