TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “¡Muchas gracias!, no saben cuánto les agradezco a las personas que me envían estas cosas”, dijo a EL HERALDO, visiblemente emocionada, Sara Amador, la vendedora de tortillas que junto a sus tres pequeños hijos sorteaban la suerte a diario pidiendo dinero en el anillo periférico para conseguir dinero para comer.
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La catracha, que vendió tortillas por 20 años en la Arturo Quezada, quebró con su negocio por culpa del Covid-19, los toques de queda y la estigmatización a sus productos.
Solidaridad
Los primeros en alzar la mano para ayudar a Sara fueron los primos Luis Padilla y Herson Sabillón, quienes pertenecen a la fundación Calzando Honduras, creada solo por miembros de su familia.
Estas personas llevaron a Amador tres bolsas de comida, un saco de ropa de buena calidad para los niños y diversos juguetes.
“Me gusta mucho esta ropa, dijo Jeremy (12), quien no dudó en probarse todo lo que le podía quedar; Kevin (6) y Abigaíl (8) se interesaron más por los juguetes mientras su madre, por fin, pudo poner una provisión en la deteriorada mesa de su cocina.
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A la causa también se sumó un donante anónimo que envió 1,500 lempiras a la madre de familia, para que buscara la forma de reactivar su venta y poder salir adelante.
Tres familias de la colonia Lomas del Nauvoo también dijeron presente y enviarán unas bolsas de comida a la familia y aportación de dinero para que soporten unos días.