Honduras

Sobador de El Lolo, don de servicio al necesitado

Froylán Cruz heredó la capacidad de sanar a las personas con quebraduras y su prestigio ha trascendido las fronteras del país. A su clínica en la colonia El Lolo llegan personas ricas y pobres, pero todos reciben la mejor atención

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12.08.2018

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Mientras las pequeñas manos de Froylán Cruz elaboraban una pelota con las cáscaras de los plátanos para venderla por apenas cinco centavos, el resto de los niños jugaban una entretenida potra en un improvisado campo de la aldea La Soledad, El Paraíso.

Cruz tenía apenas seis años, pero era sumamente conocido en el pueblo por ser el hijo de “la sobadora”.
En la potra, uno de sus amigos sufrió un fuerte golpe, uno de los dedos de los pies literalmente se zafó.

Entre lágrimas, el pequeño salió a acurrucarse para consolar el dolor, Froylán lo vio, sintió la necesidad de ayudarle, se acercó, le pidió que se sentara en una piedra, consiguió un poco de sebo de vaca y aceite de gallina, colocó sus manos en el pie, realizó un pequeño movimiento y el hueso, como por obra divina, volvió a su lugar.

Ese momento lo marcó para siempre, al grado que hoy en día, a sus 84 años, es conocido como el mejor en lo que hace, la referencia en la capital para ubicarlo es Don Froylán, el sobador de El Lolo.

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Heredó para servir
Tener la capacidad de sanar por medio de sus manos es algo familiar, su bisabuela le pasó el don a su abuelo, que a la vez lo transfirió a su madre hasta llegar a él, quien ya lo heredó a su hija María Cruz, quien lo apoya en las atenciones.

Su casa en la colonia El Lolo se convirtió de la noche a la mañana en una centro de atención adonde llegan desde los que tienen mucho dinero hasta los que no tienen ni para poder comprar la vaselina y las vendas.
Para él todos son iguales y de sus manos no se escapa nadie sin recibir la atención para sanar el dolor que los aflige.

Don Froylán apenas llegó a tercer grado, pero sus conocimientos médicos son una herencia que vale la pena compartir.

Don Froylán en plena labor en su centro de atención en El Lolo.


Esa labor social fue constatada por EL HERALDO en la visita a su clínica, donde llegaron personas sumamente pobres que no pudieron retribuir económicamente al sobador, pero siempre fueron aliviados de sus dolores. “Si usted me dice: le traigo este muchacho, yo lo traje de la calle y no tiene ni un cinco, yo lo atiendo, solo hoy he atendido unas ocho personas que no han tenido dinero”, confió.

Explicó que el pago se vuelve voluntad, “lo que me quieran dar para mí es bienvenido porque yo compro las cremas, vaselina, Frotal y el alcohol que utilizo”.

Clínica de la fe
El espacio donde atiende don Froylán Cruz es pequeño, una camilla, un par de sillas, vendas acomodadas en orden en un pequeño escritorio es todo lo que se ve.

Antes de iniciar a atender a cada uno de sus pacientes les pide que “pongan la fe, primero en Dios, porque él es que hace posible todo a través de un instrumento que soy yo”. Una vez brindado el consejo, comienza con sus arrugadas manos producto de su edad a colocar vaselina en el área afectada, realiza un examinación general y luego lo que él llama “engasar los huesos otra vez en el lugar que corresponde”.

Solo en el momento de la entrevista entraron y salieron de la clínica unas 10 personas, quebrados de manos, zafados de pies, en andadores, con muletas, incluso niños con daños en la clavícula, todos cruzaron la puerta de salida sonriendo producto del alivio que les generó caer en las manos del famoso sobador de El Lolo. Su reputación ha traspasado las fronteras, pues además de recibir pacientes de los 18 departamentos de Honduras, han llegado a El Lolo extranjeros de El Salvador, Costa Rica, Nicaragua y compatriotas desde Estados Unidos.

Sus manos le han devuelto la carrera a famosos futbolistas del Motagua y Olimpia que en su momento plantearon retirarse del fútbol nacional.

Muchos de los pacientes atendidos regresan, “me traen tomates, papas, regalos, yo lo valoro, me hace sentir bien saber que pude ayudarles”. Otros como el pequeño JeanCarlo regresó a donde don Froylán a entregarle una fotografía que el señor atesora en sus recuerdos. El diagnóstico del niño era no poder caminar, pero la fe en Dios y las manos del sobador de El Lolo lo sanaron.

Empachos y embarazadas
El sobador de El Lolo confió que muchas personas cuando llegan, van con desconfianza. “No creen en lo que hago, pero al sentir la mejoría les cambia el panorama”, dice.

Argumentó que atender a los niños no es complicado para él, incluso mujeres embarazadas con serios problemas de que se les caiga su bebé han sido atendidas.

“Yo era el partero del pueblo, atendí por lo menos a 1,000 embarazadas, antes no había otra forma en los pueblos para tener los hijos que no fuera por partero”.

Don Froylán dice que los años no pasan en vano, su edad avanzada le está pasando factura, problemas en la próstata y una hernia lo tienen mal de salud, pero con la fe puesta en Dios. “Me dieron dos días por lo de la hernia, han pasado cuatro meses y aquí sigo”.

Relató que seguirá brindando ayuda mientras Dios así se lo permita, pues cada vez que ayuda a una persona “es un minusválido menos que queda en el mundo”. Agradeció a Dios porque una de sus 12 hijas recibió la bendición de tener el don de sanar con las manos los diferentes tipos de fracturas.

Está tranquilo pues su legado continuará, pero por ahora, solo espera más pacientes para ayudarlos a sanar.