tegucigalpa
¿Se imaginan si una de cada diez personas en Honduras fuese emigrante de países con situaciones más complicadas que la nuestra, como Haití, Siria o Uganda? Esa es la proporción actual de inmigrantes en territorio español, casa de 46 millones y medio de ciudadanos. A pesar de ello, España no se sonroja en exceso con el tema de la migración, pues es un país antiguo que en muchas ocasiones le ha tocado echar a su gente a la mar o ver cómo salen de sus fronteras. Existe el racismo entre algunos, como en tantos lados, pero también existe una actitud excepcional como país ante la gente que llega. Tal vez porque son un país rico con memorias no tan lejanas que evocan tristeza.
España, cabe recordar, fue en su momento un imperio donde no se ponía el sol, con colonias que se distribuían por todo el globo. Y como un remanente de aquella historia compartida, la gente de Filipinas, Argentina, Perú, Honduras o Cuba, entre tantas otras, encuentran allí una opción más asequible que en otros países desarrollados cuando toman la decisión de salir de su tierra. Muy diplomáticamente Miguel Albero, embajador de España en Honduras, nos ofrece su perspectiva al respecto:
¿Cómo entiende España su situación migratoria actual?
Somos de los pocos países en la historia que le ha tocado en tan poco tiempo pasar de ser un país de emigración a un país de recepción de migrantes. Los españoles emigraron por razones económicas a lo largo del siglo XX y en algunos de los casos por razones políticas se exiliaron durante la guerra civil. Nuestra emigración se produjo principalmente hacia Europa y por razones obvias también hacia América Latina, donde muchos tenían parientes. Desde que empezamos la transición hacia la democracia en 1975 y nos incorporamos a la Unión Europea en 1986, fuimos uno de los países que más creció económicamente en Europa. Experimentamos un cambio muy importante de nuestra estructura económica durante esos 30 años. El inicio de nuestra crisis en 2009, tras la crisis global de 2008, cerró esa etapa de crecimiento en España. Puso fin al modelo de crecimiento económico basado en la construcción.
Si están en crisis, ¿por qué hay tantos inmigrantes en España?
Por un lado, porque somos entrada a Europa desde África; y por el otro lado, emigrantes que provienen de otros países de la Unión Europea, ya que existe libre circulación de trabajadores entre los ciudadanos de los estados miembros, como es el caso de los rumanos. Y finalmente, porque somos puerta cultural a Europa, especialmente para los latinoamericanos. De Hispanoamérica, las nacionalidades que más emigraron a España fueron sobre todo ecuatorianos, bolivianos y colombianos. A partir de allí, en menor medida de otras nacionalidades. Los centroamericanos nunca han hecho una emigración masiva hacia España, probablemente porque siempre habéis mirado más hacia el norte.
¿De qué países son sus inmigrantes entonces?
La principal colonia son los rumanos. Muy pegados en números, los marroquíes. Luego ingleses, que llegan sobre todo para jubilarse. Las principales colonias latinoamericanas son ecuatorianos, colombianos y bolivianos. Lo que se aprecia en estos últimos años es que han bajado las cifras de los latinoamericanos que emigran hacia España, y sin embargo la de los hondureños en específico ha subido. Obviamente en España tras la crisis económica del 2009, mucha gente se volvió a sus países. En algunos casos, como por ejemplo colombianos y ecuatorianos, como sus economías han crecido mucho, se han vuelto.
¿Qué representa para ustedes la migración que reciben desde América Latina?
Tiene una ventaja indudable por su integración. América Latina forma parte de una cultura común, empezando por el idioma, que es lo más obvio, pero también por otros asuntos. Es más fácil a si vinieran de un país con cultura, lengua y religión distinta. El gran problema que hay con la inmigración en Europa es justamente eso: la integración. Llegan a un país que es nuevo y se tienen que asimilar, asumir su cultura, sus valores y forma de vida. Es mucho más fácil cuando ya se tiene la misma lengua y una cultura común y me parece que por esto llegan. También está el hecho de que España no le pide visado a los latinoamericanos. Hoy en día por ejemplo, los hondureños no necesitan visado para ir de turista. Pero esto es muy importante decirlo: si alguien lo que quiere es ir a trabajar a España debe hacerlo legalmente a través de una oferta de trabajo. Tiene que ir ya con su visado de trabajo para no estar ilegal, y así poder contar con sus derechos.
¿A qué cree usted que se debe que el número de hondureños en España esté aumentando mientras el de otras nacionalidades baja?
Se está empezando a ver el “efecto llamada”. Esto es, si hay hondureños que están viviendo en alguna región de España y tienen parientes allí para quienes consiguen una oferta de trabajo, se hace un pedido de esa persona a través de un visado de trabajo. Lógicamente, el grado de absorción de migración tiene que ver también con la situación económica. Nosotros recién estamos saliendo de la crisis.
Demográficamente, ustedes son un país bastante mayor. ¿Les conviene la inmigración?
“Sí, pero es muy importante que esa inmigración sea lo más legal posible para que la gente contribuya a la seguridad social. Para mantener nuestro sistema de estado de bienestar es necesario que haya muchos cotizantes. En nuestro caso hay mucha gente que recibe pensión, pero no hay mucha gente que esté cotizando. Eso es una pirámide que no funciona. Hay que ver la inmigración como un elemento positivo, pero es fundamental que se produzca esa cotización. Por eso, cuando las migraciones son masivas es cuando es más difícil que se produzca esa integración.
¿Por qué no existen marcos más racionales para manejar la migración?
El problema es la regulación de los flujos. Si tú eres de Canadá es más fácil controlar tu inmigración porque es muy complicado llegar. Pueden escoger dar visados según sus necesidades, porque hay una gran capacidad de control dada por la ubicación de su territorio. El problema que hay en el mundo son las migraciones masivas provocadas por la violencia o las guerras. Esas son las migraciones más difíciles de gestionar.
¿Representa América Latina algo especial para España todavía?
Para un español es fundamental conocer América Latina, de la misma manera que para un latinoamericano es fundamental conocer a España para entenderse a sí mismo, vamos. Nosotros no nos entendemos a nosotros mismos sin América. Es mucho más fácil integrarse cuando cambias de país dentro del mundo hispanoparlante a, por ejemplo, que se asimile aquí en Honduras o en España un coreano. Es más, hay un cante de flamenco en España al que llamamos “cantes de ida y vuelta”. Tenemos géneros musicales como las habaneras, o colombianas, que hablan sobre españoles nacidos en España que se fueron a América y volvieron. Aquí es un poco igual. Por eso digo que la relación con Hispanoamérica es tan estrecha. Son entonces relaciones de ida y vuelta. Cuando uno pasea por la calle en Madrid escucha hablar acentos de todos los países latinoamericanos. Y cuando nosotros hemos estado mal, muchos españoles han salido hacia América Latina. Donde la lengua nos cobija tenemos donde ir. No hay que remontarse cinco siglos atrás para encontrar esa relación, porque está muy viva