SANTA BÁRBARA, HONDURAS.- En tres ocasiones, Edin Josué Umaña Madrid le había torcido el brazo a la muerte. Esa vulnerabilidad que incluso lo llevó una vez al quirófano, lo había convertido en un hijo especial para sus padres y en el consentido para sus hermanos.
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Su mamá, doña Carlota Madrid, no ha dormido bien ni ha querido probar alimento. Cuando ve gente extraña llegar a su vivienda los ve con recelo y sólo no para de llorar.
El papel de mujer fuerte lo asume Sindy Elizabeth Umaña, la menor de sus hijas y la que se ha quedado en su regazo desde que Edin decidió emigrar a Estados Unidos hace 10 días.
Sindy ha estado investigando, haciendo llamadas y buscando información entre las noticias sobre la situación de su hermano y sus vecinos y amigos de toda una vida Dikson Arón Córdova Perdomo y José Adonay Alvarado Madrid, quienes ayer volvieron a figurar en un listado emitido por el Instituto Nacional de Migración de México como tres de los seis hondureños fallecidos en el incendio en un centro de detención de migrantes de Ciudad Juárez.
Para ella, ni su hermano ni sus amigos están muertos, pero por ratos lo olvida y habla de ellos en pasado y con los ojos desbordando lágrimas.
“El amor de mi mamá hacia mi hermano era especial porque cada año él se daba un golpe o le sucedía algo. En una ocasión estuvo en el hospital dos semanas porque se clavó un machete en la garganta, limpiando una finca con mi papá. Le hicieron tres operaciones. Al siguiente año se cortó la mano con una máquina”, recordó.
Aunque era un hombre jovial, no era desenfrenado, sin embargo, la vida se estaba ensañando con él.
De la muerte, Edin también llegó a hablar muy seguido. Una semana antes de emprender el viaje por la peligrosa ruta del mojado hizo un comentario frente a su familia.
“Estábamos todos reunidos en el patio quemando cosas... él quemó una ropa vieja que ya no iba a usar pensando en la nueva que iba a comprar al llegar a Estados Unidos. En eso, le dijo a mi papi que metiera la mano al fuego, y él le dijo que qué eran esas ocurrencias. Entonces mi hermano le dijo que el fuego es lo que se sufre en el infierno, y que de verdad sería tremendo morir quemado”. Aquella plática terminó en risas y regaños para él por no guardar distancia con lo que sin saber era un terrible presagio.
Sindy señaló que su hermano soñaba con irse a trabajar para que su papá dejara de labrar la tierra y su mamá estuviera bien, incluso, entre todos sus hermanos querían comprarles un carro, y luego llevarse a Sindy.
“Mis hermanos están destrozados, yo misma no sé cómo me mantengo en pie”, sollozó.