La compañía a cargo de las reliquias del naufragio, RMS Titanic Inc., desea exhibir al público el transmisor de radio inalámbrico Marconi, desde el cual la tripulación pidió auxilio tras chocar contra un témpano en el océano Atlántico.
Pero abogados del gobierno estadounidense se oponen, insistiendo que la expedición podría profanar lo que es una tumba accidental.
“Allí perecieron 1,500 personas”, expresó Paul Johnston, curador de historia marítima del Museo Smithsonian de Historia Americana. “Nadie me va a convencer de que no existe la posibilidad de que haya allí, en algún hueco profundo a salvo de las corrientes, algunos restos humanos”.
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La compañía tiene planes de despachar una sonda sumergible que pueda negociar angostas aberturas o serruchar el grueso metal para llegar a la cabina donde está la radio. Un mecanismo de succión despejaría los sedimentos acumulados y un brazo mecánico podría cortar cables de electricidad.
RMS Titanic Inc. sostiene que si hubiera allí restos humanos, ya hubieran sido descubiertos. Se han realizado más de 200 expediciones a los restos del Titanic desde que fueron descubiertos en 1985.
“No es comparable a excavar en el campo de batalla de Gettysburg”, aseveró David Gallo, un oceanógrafo que trabaja como asesor de la compañía. “Además, hay una regla informal de que si hallamos restos humanos suspendemos inmediatamente las labores y nos reunimos para decidir qué hacer”.
La disputa se origina en un debate antiguo sobre cómo honrar la memoria de las víctimas de ese histórico naufragio, y si del todo se debería permitir que los buzos entren al interior del barco.
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En mayo, una jueza federal en Norfolk, Virginia, aprobó la expedición.
La jueza Rebecca Beach Smith determinó que el rescate de la radio “contribuirá al legado dejado por la irremediable pérdida del Titanic, por quienes sobrevivieron y quienes perdieron la vida”.
Pero el gobierno estadounidense apeló la decisión en junio, afirmando que la expedición violaría las leyes federales y violaría un acuerdo con Gran Bretaña en que las partes se comprometieron a declarar las ruinas un sitio de acervo histórico.
Los abogados del gobierno estadounidense argumentan que el acuerdo establece pautas para que el casco del barco, las reliquias halladas adentro y cualquier resto humano permanezcan intactos.