MYKOLAIV, UCRANIA.-En Mikolaiv, una importante ciudad portuaria del sur de Ucrania, el avance ruso se ha detenido en las afueras y los combates se han convertido en una guerra de trincheras.
La AFP tuvo acceso a las instalaciones de una empresa privada, Nika-Tera, situada en el puerto, propiedad del multimillonario ucraniano Dmitro Firtach, bombardeada el 4 de junio entre las 16h00 y las 16h30, según la administración militar.
“Esto es lo que hacen los rusos para complicar las operaciones de importación y exportación en el sur de Ucrania”, declaró a la AFP Dmytro Pletentchuk, portavoz de la administración militar de la región de Mykolaiv, “su único objetivo es bloquear la actividad económica de Ucrania, porque la ruta marítima es el principal canal de exportación e importación de nuestro país”.
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Cinco proyectiles cayeron sobre y alrededor de las terminales de almacenamiento y transbordo, extendiendo el fuego sobre una superficie de unos 10.000 m2.
Las terminales estaban llenas de harina de girasol para la alimentación del ganado, destinados a la exportación. Todo estaba listo para ser cargados en un barco.
Todavía no se han cuantificado los daños pero el bombardeo no causó víctimas.
“Intentan dificultar al máximo la exportación de grano desde nuestra región, porque Ucrania es un granero para Europa”, dijo Pletentchuk.
“En Alemania han comenzado las interrupciones en el suministro de aceite de girasol. Empresas como ésta forman parte directamente de esta cadena que los rusos intentan arrebatarnos”, denunció.
- Trincheras -
En una posición en manos del ejército ucraniano, situada entre Mykolaiv y Jersón, a cuatro kilómetros de los campos de las fuerzas rusas, una localidad se ha quedado vacía de sus 8.000 habitantes a causa de los combates.
Un centenar de civiles, que no pueden marcharse, se han quedado y sufren bombardeos diarios por parte del ejército ruso. Están privados de agua, gas y electricidad. Los campos circundantes están minados.
Una docena de soldados disparan hacia la posición enemiga y se mueven en trincheras equipadas con un baño y una sauna con estufa de leña.
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En un campo bordeado de acacias quemadas, a pocos kilómetros de Mikolaiv, todavía hay muchos tanques rusos quemados y que llevan el signo Z, restos de un avance que ahora ha sido rechazado por los ucranianos.
Aquí, el ejército ruso intentó en el pasado mantener una posición, empezando a cavar trincheras, pero luego se retiró.
También quedan raciones, paquetes de Philip Morris y uniformes.
Todos los tanques en estado de funcionamiento han sido reparados y recuperados por el ejército ucraniano.
“Los rusos van de farol. Hay muchos. Tienen muchas armas, viejas y nuevas, pero no son soldados”, dice Sergei, de 54 años, un capitán de brigada ucraniano.