Lula da Silva volvió por tercera vez a la presidencia de Brasil. Este domingo el izquierdista fue investido como mandatario en Brasilia y en la ausencia del presidente saliente, Jair Bolsonaro.
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Lula, de 77 años, que pronunció su “compromiso constitucional” ante el Congreso en Brasilia, dirigirá la mayor economía de América Latina con el reto de unir una sociedad profundamente polarizada.
La ceremonia se inició con un minuto de silencio en recuerdo del exastro brasileño Pelé y del papa emérito Benedicto XVI.
Más de una veintenea de jefes de Estado y el rey de España acompañaron a Silva en la toma de posesión que estuvo fuertemente resguardada ante las últimas protestas que se han registrado en el país.
Entre estos, figuran los mandatarios de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Honduras y Uruguay.
Washington envió a la secretaria de Interior, Deb Haaland, la primera indígena en integrar un gabinete en Estados Unidos y dura crítica de Bolsonaro, mientras que por parte de China asistió el vicepresidente Wang Qishan.
Bolsonaro no estuvo presente
Por primera vez en 37 años un mandatario saliente no pasará la banda presidencial al presidente electo, acto que se realizará en horas de la tarde en el Palacio de Planalto.
Y es que Bolsonaro, que se “escondió” desde las elecciones, viajó el viernes 30 de diciembre de 2020 hacia Estados Unidos, dos días antes de finalizar su periodo en el gobierno.
Tras la ceremonia en el Congreso, llegará el momento más esperado: Lula caminará por la rampa del palacio presidencial de Planalto y recibirá la faja, una cinta de seda verde y amarilla, los colores de la bandera nacional, bordada en oro y diamantes.
Desafíos inmediatos
El presidente izquierdista tendrá desafíos inmediatos mayores a los que enfrentó en sus otras dos presidencias, que dejó con una inusual popularidad del 87%.
Unos 30 millones de los 215 millones de brasileños pasan hambre y la economía a duras penas logra recuperarse tras el golpe de la pandemia.
“En los primeros 100 días deberá demostrar qué rumbo tomará el gobierno. La victoria electoral fue apretada y enfrentará un país dividido con una oposición aguerrida. Necesita liderar un gobierno de pacificación y unión nacional”, explicó Leandro Consentino, politólogo del instituto Insper de Sao Paulo.
Lula se impuso a Bolsonaro en el balotaje del 30 de octubre por 50,9% de los votos frente a 49,1%, un resultado que dio cuenta de una sociedad profundamente polarizada.