Tegucigalpa, Honduras.- El término “mojado” ha sido utilizado durante décadas en los Estados Unidos para referirse de manera despectiva a los migrantes, especialmente aquellos de origen mexicano o latinoamericano que cruzan la frontera sur sin documentos.
Aunque su uso parece aludir de manera literal al cruce del Río Grande, su origen histórico es mucho más profundo y está vinculado a políticas migratorias controversiales y discursos discriminatorios.
¿De dónde proviene?
El término “mojado” deriva de la expresión en inglés wetback (espalda mojada), utilizada originalmente para describir a los migrantes indocumentados que ingresaban a los Estados Unidos.
Esta denominación tomó relevancia en la década de 1950, durante la implementación de la “Operación Espalda Mojada” (Operation Wetback), un programa masivo de deportación promovido por el Servicio de Inmigración y Naturalización estadounidense.
En 1954, el director del Servicio, Joseph Swing, y el Fiscal General, Herbert Brownell, llevaron a cabo este operativo con el objetivo de localizar, detener y deportar a cientos de miles de migrantes indocumentados, principalmente mexicanos.
Estas acciones estuvieron acompañadas de tácticas agresivas que generaron críticas de las comunidades migrantes y activistas.
A medida que el término wetback ganó popularidad, se extendió su uso en medios de comunicación y en la sociedad en general, consolidándose como una expresión peyorativa.
Incluso publicaciones influyentes como el Los Angeles Times lo incluyeron en sus editoriales, lo que provocó protestas por parte de comunidades chicanas y activistas en la década de 1970.
Un ejemplo notable fue la iniciativa de un grupo de estudiantes de derecho de UCLA, quienes escribieron una carta al editor de este periódico solicitando que se dejara de usar el término.
Propusieron reemplazarlo con expresiones como “extranjeros ilegales” o “entrantes ilegales”, en un intento de reducir la carga racial del lenguaje.
En la actualidad, activistas y organizaciones luchan por erradicar estas expresiones y fomentar un lenguaje más respetuoso e inclusivo, que reconozca la dignidad y los derechos de las personas migrantes. Sin embargo, el término persiste en el imaginario colectivo.