'Cuatro personas están ahora muertas, y eso está en la conciencia de todas las personas que a lo largo del camino nos rechazaron', dijo en una nota de voz Gabaroni, quien estuvo a bordo del 'Zaandam' junto a su marido.
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La pareja es parte de un grupo de unas 400 personas transbordadas al buque 'Rotterdam', que se desplazó desde San Diego, Estados Unidos, para asistir en altamar al crucero con suministros, personal y kits de prueba del nuevo coronavirus.
El 'Zaandam' zarpó de Buenos Aires el 7 de marzo, con unas 1,800 personas a bordo, hacia San Antonio, en la costa central de Chile.
Sin embargo, se vio obligado a alterar su recorrido ante las medidas drásticas que tomaron los gobiernos sudamericanos por la expansión del coronavirus. El crucero holandés intentó atracar en varios puertos, pero se topó con cierres de fronteras por la pandemia.
'Lo que necesitamos más que nunca en este momento es un lugar para atracar, para que los enfermos reciban tratamiento y las personas sanas hagan lo que tengan que hacer para volver a sus hogares y a sus vidas', dijo Gabaroni.
'A cualquiera que pudiera abrir los puertos para nosotros, estaríamos eternamente agradecidos', añadió. 'Por favor ayúdennos', clamó.
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Ahora, al igual que el 'Rotterdam', ha atravesado el Canal para seguir su ruta hacia Fort Lauderdale, Florida, aunque el alcalde de esa localidad, Dean Trantalis, ya ha manifestado su rechazo a su llegada porque 'no se han dado las garantías' sanitarias.
La compañía Holland America Line, a cargo del 'Zaandam', anunció el viernes la muerte de cuatro pasajeros mayores a bordo durante la travesía, sin precisar la causa, y que otros dos están infectados por el nuevo coronavirus.
Además, según la empresa, 53 pasajeros y 85 tripulantes reportaron síntomas de gripe al centro médico del barco.
'Hemos estado encerrados en una habitación (...) durante la última semana con un par de oportunidades muy pequeñas para salir', relató Gabaroni.
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'Estamos tratando de mantenernos ocupados', escribiendo cartas o contactando a la familia, pero 'es muy difícil y sofocante estar encerrado sin un final a la vista', agregó Gabaroni, que mantiene la esperanza de volver a casa pronto.