HAWÁI, ESTADOS UNIDOS.- Un equipo de la AFP que recorrió la ciudad el viernes encontró cadáveres ennegrecidos de gatos, pájaros y otros animales atrapados por las llamas que, hasta el momento, dejan 80 personas muertas.
Los cables eléctricos colgaban inútiles de los postes dañados y pequeños focos de fuego seguían ardiendo.
Unas “X” amarillas marcaban los esqueletos de vehículos que yacían inservibles en la calle, una señal para los bomberos de que habían sido revisados en busca de víctimas.
Por toda la ciudad había pilas de cenizas aún calientes donde antes había casas familiares.
Utilizando la estructura metálica de una silla como pala improvisada, un sobreviviente rebuscó en lo que una vez fue su cocina y descubrió un envase de Starbucks. Pero las cajas de fotografías, el recuerdo de sus 16 años en la casa, habían desaparecido, incluidos los objetos más preciados de su difunto padre.
“Había empaquetado las pertenencias de mi padre” con la esperanza de ordenarlas en algún momento, relató. Pero eso nunca ocurrirá. “Ahora ya no están”.
En otros lugares, los vecinos se abrazaban con gran euforia.
“¡Lo lograste!”, gritó Chyna Cho a Amber Langdon, dos residentes del lugar, entre las ruinas. “Estaba intentando encontrarte”, le dijo.
Para Keith Todd fue un alivio indescriptible ver que su casa seguía en pie y que los paneles solares seguían suministrando electricidad a su cocina.
“No podía creerlo”, contó Todd a la AFP.
“Estoy tan agradecido, pero al mismo tiempo es tan devastador”, reflexionó, mirando a su alrededor los escombros irreconocibles de lo que antes eran las casas de sus vecinos.
Por toda la ciudad había pilas de cenizas aún calientes donde antes había casas familiares.
Utilizando la estructura metálica de una silla como pala improvisada, un sobreviviente rebuscó en lo que una vez fue su cocina y descubrió un envase de Starbucks. Pero las cajas de fotografías, el recuerdo de sus 16 años en la casa, habían desaparecido, incluidos los objetos más preciados de su difunto padre.
“Había empaquetado las pertenencias de mi padre” con la esperanza de ordenarlas en algún momento, relató. Pero eso nunca ocurrirá. “Ahora ya no están”.
En otros lugares, los vecinos se abrazaban con gran euforia.
“¡Lo lograste!”, gritó Chyna Cho a Amber Langdon, dos residentes del lugar, entre las ruinas. “Estaba intentando encontrarte”, le dijo.
Para Keith Todd fue un alivio indescriptible ver que su casa seguía en pie y que los paneles solares seguían suministrando electricidad a su cocina.
“No podía creerlo”, contó Todd a la AFP.
“Estoy tan agradecido, pero al mismo tiempo es tan devastador”, reflexionó, mirando a su alrededor los escombros irreconocibles de lo que antes eran las casas de sus vecinos.