Por Michael D. Shear / The New York Times
WASHINGTON — Habría sido imposible para una familia de visita en Washington recrear la icónica foto de John F. Kennedy Jr. cuando apenas caminaba, jugando bajo el Escritorio Resolute en la Oficina Oval mientras su padre trabajaba.
Eso cambió el mes pasado, cuando la Asociación Histórica de la Casa Blanca abrió un museo y centro educativo frente a la Casa Blanca. El corazón de las instalaciones de tres pisos es una réplica a escala real de la oficina, con todo y un duplicado del famoso escritorio debajo del cual pueden gatear los niños pequeños.
“Puedes sentarte en las sillas frente a la chimenea como un Presidente y un jefe de Estado”, dijo Stewart D. McLaurin, presidente de la asociación, durante una gira reciente. “Puedes levantar el teléfono y resolver o iniciar una crisis mundial”.
El museo abrió sus puertas en un momento de zozobra, justo antes de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Hay pocas referencias, si es que alguna, a eventos actuales, pero McLaurin dijo que el objetivo de la asociación era brindar a los visitantes una idea de las difíciles decisiones que enfrentan los Presidentes.
Para lograrlo, una sala imita la Sala del Gabinete, donde un video muestra a un Presidente debatiendo con sus asesores. Luego se pide a los visitantes que utilicen una pantalla para indicar cómo habrían votado. En un escenario, Abraham Lincoln escucha a sus asesores en materia de reabastecer al Fuerte Sumter en Carolina del Sur. Algunos le aconsejan que abandone el fuerte para evitar agravar el conflicto que se avecina, mientras que otros lo instan a enviar alimentos —incluso si eso corre el riesgo de desencadenar una guerra civil.
Las historias del museo se cuentan en parte vía nuevas tecnologías. Cuando los visitantes pasan junto a un modelo a escala de las habitaciones de la Casa Blanca, imágenes fantasmales animan las habitaciones. El museo utiliza iluminación y video de alta tecnología para convertir una sala de paredes blancas en una serie de espacios de la Casa Blanca.
Una parte del museo está dedicada a quienes han trabajado tras bambalinas en la Casa Blanca. A los visitantes se les presentan las historias de los cocineros, jardineros, floristas y trabajadores de mantenimiento que mantuvieron funcionando al edificio.
“Algo que todos debemos recordar es que nuestro País no tiene que ver solo con el ahora”, dijo McLaurin. “Tiene que ver con todo lo que sucedió antes —todos esos hombres y mujeres que vivieron, sirvieron y trabajaron en esa Casa Blanca”.
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