Cuando hemos entrado al primer mes del año, con experiencias amargas de sufrimientos para nuestro pueblo en lo educativo, la salud, la muerte, la carestía o altos precios de la canasta básica, infraestructura de edificios escolares, aldeas desaparecidas, viviendas destruidas en toda la dimensión del país, en fin, una inmensa hecatombe casi total.
¿Responsables de esos desastres que iniciaron el 2020? Continuaron con las caricias satánicas del dúo meteórico y sus inseparables tormentas, sus vientos y desbordamientos de quebradas y ríos nos ha dejado en calamidad integral, siendo los responsables directos: la naturaleza, como la forma de pasar facturas por la misma paga destructiva del hombre mismo con ella. Otra causa indirecta lo expresa la Biblia en el siguiente apotegma: “Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento” (Oseas 4:1).
En 2012, el 14% de la población hondureña, incluyendo niños, jóvenes y adultos, no sabían leer y escribir en una población de 8,000,000 de habitantes; en el 2020, Honduras tiene un aproximado de nueve millones y medio de habitantes, de los cuales alrededor de 2,800,000 estudiantes pudieron ser matriculados para participar como beneficiarios de la educación con una instrucción a medias a través de la educación virtual, con altas deficiencias de aprendizajes en lo académico y en la lectoescritura, dicho en claro español, educandos, mal preparados, muchos no aprobaron su año lectivo. ¡Problema grande en nuestro sistema educativo!
Otra página de problemas a la que se enfrentará la patria, para la preescogencia de las mejores personas, para un buen gobierno, en las elecciones internas del 14 de marzo próximo, los seleccionados serán los receptores del mandato popular en las elecciones generales, recordando, permanentemente, que hay que confiar los asuntos de país a las personas que estén enteramente listas y preparadas para gobernar, tienen que ser buenos en: academia, legislación, impartición de justicia y planificación para la solución de la problemática hondureña.