Querido 2020: No se vaya a creer que le escribo a ese plan demagogo y ficticio; que arrullan los visones grises de un laberinto burocrático de este gobierno. Esta carta es para el año que se asoma, al que va entrando y es bueno darle un aviso sobre a qué tierra viene, y advertirle con tiempo a donde se está metiendo.
Comencemos, hoy en día debe entrar sin ser abatido a balazos en la frontera de los dueños y si logra ingresar que se prepare ante la estocada de la mordida certera en las aduanas del hampa, luego de cruzar ya verá a este pueblo, las vías de acceso destruidas por falta de mantenimiento, carreteras pavimentadas con la corrupción caliente en crudo, los montes arrasados por las llamas voraces de las licencias ambientales que aquí, señor 2020, se tiran “a la garduña”, las montañas y ríos ya tienen dueño, todo se vende, se compra como en “Alicia en el país de las maravillas”.
Sin embargo, en esta nación noble cercada, eso sí por una sociedad domesticada por la ignorancia, asumida desde las altas esferas del poder a fin de ocultar una realidad que no consigue aplacar, pese a la propaganda de feria que los arlequines del dominio montan con el objetivo de falsificar la historia y declarar un Estado exitoso.
Pero ya hemos rebasado con esas cifras maquilladas con el cosmético ruin de la mentira y hemos hecho frente con hidalguía, fuerza, leyes en la mano y la voluntad en el corazón. Esta patria no puede esperar un segundo más en esta riña contra la epidemia de los ojos cerrados.
Además, se le ha negado la educación, la salud, la comida y se le ha facilitado el bono de la desesperanza y el engaño de la miseria, que la corrupción había sembrado detrás de su humanidad. Estamos obligados a salir de esta encrucijada, es hora de asumir la responsabilidad de hacerlo, sin banderas políticas, solo con la sonrisa sincera de que caminamos por una senda más segura, más humana, más justa, más igualitaria, más decente ante la jauría de carroña y burdel. Estimado 2020, acompáñenos a caminar firmes, decididos a encontrar el mañana en cada rostro de la niñez eterna que pese al clima de la corruptela, impunidad, el saqueo y las ruinas; son niñas y niños alegres, esperanzadores, que tienen esa ilusión de que los abrace, que les traiga mejores fuerzas para librar sus batallas y adquirir la libertad de conciencia en esta nueva temporada con la luz de la justicia.
Bienvenido, 2020, lleno de pseudopolíticos, que entra de atestado en los archivos de la historia pagana y la lucha por la autoridad en este territorio devastado por la ambición y avaricia. Su presencia será engalanada por los mercachifles de la farsa mediática que andan en la cacería del voto, que se adueñan de los restos de migajas que aún quedan en los rincones húmedos, donde alguna vez hubo una Honduras próspera, alegre, optimista, sana y pacífica. Su año es el inicio de una carrera miserable por encima de los huesos de los partidos políticos, que ya no existen, hoy son corporaciones blindadas con el acero del cinismo del narcotráfico y el crimen organizado con miras a alcanzar con fuego y bala las riendas administrativas, y oficializar de una vez por todas el robo desmedido. Querido 2020: que sus 366 días sean de paz y pan.