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El rol de las guerrillas en la guerra de Independencia del Perú

El papel que desempeñaron las guerrillas en la Independencia peruana ha experimentado un incremento de investigaciones en los últimos años. Acorde a Juan Fonseca, es el libro “Los guerrilleros del Centro en la emancipación peruana”, publicado en 1958, el primer texto sobre el tema (Fonseca, 2010). La Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú (CNSIP) publicó la Colección documental de la independencia del Perú cuyo tomo quinto fue denominado “La acción patriótica del pueblo en la emancipación. Guerrillas y montoneras”. Después, sobre el tema han escrito reconocidos autores, peruanos y extranjeros, como Heraclio Bonilla, Karen Spalding, Charles Walker, John Lynch, Jorge Basadre, Scarlet Ophelan, Alberto Flores Galindo, Jeffrey Klaiber, Cecilia Méndez, entre otros investigadores guiados por las celebraciones del bicentenario como Silvia Escanilla.

El debate no ha estado exento de polémicas. Fonseca ha clasificado el tema en tres niveles acorde a su discurso.

En primer lugar, en el primario oficial -testimonios directos- se expresa el discurso histórico oficial del Estado criollo. En contraste, cabe destacar que, “ningún montonero o guerrillero escribió texto alguno, como no lo hizo ningún individuo proveniente de los grupos subalternos” (Fonseca, 2010). Acá se encuentran las memorias del general Guillermo Miller, quien fue jefe de las guerrillas en 1824. Asimismo, el testimonio del aristócrata José de la Riva Agüero, el cual describe a las guerrillas como patrióticamente ciegas y funcionales a los intereses tiranos del libertador José de San Martín. Se concluye que, la élite, a través de su “patriotismo civilizado” guía la independencia apoyándose en el pueblo.

Incluso, a la nobleza india se le consideraba inferior. Conviene tener en cuenta que, como enfatiza O’phelan, cuando en 1822 se conforma la Sociedad Patriótica no fue convocado ningún indio “manteniéndolos al margen de este grupo de escogidos. Y no se puede argumentar que entre los indios nobles no los hubiera ilustrados” (O’phelan, 2021). Ella expone a un indio ilustrado que podría haber integrado dicha sociedad: Dionisio Uchu Inca Yupanqui, diputado suplente en las Cortes de Cádiz (1809-1814).

En segundo lugar, el discurso nacionalista busca argumentar un proyecto nacional multiétnico. Para Gustavo Vergara “las guerrillas constituyen la expresión más clara del pueblo en la lucha por la emancipación” (Vergara, 1963). La obra del CNSIP encargada por el gobierno nacionalista del general Velasco va en este sentido. Se pretende homogeneizar todas las luchas hacia un mismo fin: la independencia.

“La independencia en el Perú: las palabras y los hechos” de Bonilla y Spalding, publicado en 1972, inicia el tercer nivel discursivo de este debate e inauguró una corriente revisionista de los motivos de participación indígenas en la independencia. El citado texto “planteaba que la independencia había sido un mero cambio político que no había modificado las estructuras de dominación económica y social. Por ello, la independencia no había sido conseguida sino concedida porque las élites habían sido fieles a España hasta que la independencia apareció como un hecho inevitable al que se resignaron. Asimismo, destacaba que los sectores indígenas habían asistido pasivos y en silencio al desenlace de la guerra” (Escanilla, 2021). Por esto, John Lynch acuña el término “revolución ambigua” y que el único aporte nacional a la independencia fueron las guerrillas (Fonseca, 2010). Posteriores estudios muestran que existen matices en los intereses políticos y regionales de las guerrillas y que algunas se aliaron a la causa realista como los iquichanos en función de las reformas tributarias impuestas después de 1821, las cuales los afectaron.

Lo cierto es que cada investigación es una interpretación y cuenta con sus propias limitaciones como en este caso que los protagonistas no dejaron escritos o testimonios de sus motivaciones. Esto tampoco puede llevarnos a un relativismo donde cada publicación debe tomarse como igual de válida que otra. Aquellas que han abundado en hechos y tenido en cuenta algunos factores como la conservadora estructura social colonial y el sentimiento de superioridad de parte de la élite criolla seguro estarán mejor encaminadas. De igual manera, Jorge Basadre, de forma perspicaz, advirtió que la escasez de fuentes de primera mano y estudios sobre las guerrillas no podía invisibilizar su existencia (Fonseca, 2010).

Respecto a esto último, ambos bandos se valieron de estos cuerpos bélicos para ganar posiciones y hostigar al enemigo. Por su parte, San Martín comisionó al coronel Juan Álvarez para que entre las ciudades y pueblos de la sierra central fomente guerrillas que se unan a las fuerzas independentistas. Entre los líderes se encuentran Francisco de Paula Otero, gobernador intendente de Tarma. Las guerrillas atacaban sorpresivamente a los realistas, generalmente por la retaguardia, aprovechando sus conocimientos geográficos y luego se dispersaban una vez que iban tras ellos. Psicológicamente era muy desgastante para las fuerzas leales al rey.

Por otro lado, acorde a Cecilia Méndez, el apoyo de guerrillas a realistas se debió a “una coyuntura en que coincidieron intereses en torno al comercio y a la economía cocalera de Huanta lo que permitió la alianza entre los últimos rezagos del realismo y los iquichanos, molestos por las imposiciones tributarias del régimen bolivariano” (Fonseca, 2010).

Su período de acción ha sido clasificado en tres por Peter Guardino. De 1820 a mayo de 1823, las guerrillas fuerzan la salida de los realistas de Lima; de junio de 1823 a marzo de 1824 hay un avance de las tropas realistas y los separatistas empiezan a perder presencia; de abril a diciembre de 1824, las montoneras comparten el mérito en la derrota del ejército realista en Ayacucho (Guardino, 1989).

Ahora bien, existe una distinción entre guerrillas y montoneras. “La guerrilla tenía un mayor y mejor entrenamiento, sus componentes eran más experimentados, se encontraban bien equipados y sus incursiones eran bastante regulares. Por el contrario, las montoneras eran más informales, menos estables y contaban con un modesto entrenamiento bélico y un sencillo acopio de armas” (O’phelan, 2021).

La composición de las guerrillas fue heterogénea. Desde entonces ya se exhibía la diversidad étnica de lo que luego será el Perú. Había indios, mestizos, negros y blancos de sectores populares. Conformaban las guerrillas porque debían defenderse a ellos, sus familias e intereses. “Combinando las penurias causadas por el prolongado conflicto, la equivocada estrategia realista -de reprimirlos- y la efectiva propaganda de los separatistas, la mayoría de los pueblos del interior manifestó su apoyo a los insurgentes” (Fonseca, 2010).

* Juan Carlos Arosemena es diplomático, filósofo, Lic. en Relaciones Internacionales y Jefe de la Sección Consular de la Embajada del Perú en Honduras