En su discurso de toma de posesión como Presidente de Honduras para el período 2018-2022, el abogado Juan Orlando Hernández, además de comprometerse a desarrollar un proceso de reconciliación y sanación entre todos los hondureños, hizo referencia a las acciones que tiene previsto realizar en las áreas de empleo, seguridad, prevención, derechos humanos, desarrollo social, educación, salud y prevención social; sin embargo en su discurso se diluyeron las acciones que en este nuevo período se compromete a desarrollar para garantizar el pleno ejercicio de los derechos de los 3,671,844 niñas, niños y adolescentes y sentar las bases para su desarrollo integral.
En nuestro país, la agenda para la niñez y adolescencia es larguísima, es extensa con cuestiones preocupantes, como el abuso sexual y otros tipos de atropello que son cometidos contra la niñez diariamente.
Según datos de la Fiscalía de la Niñez, los casos de abuso sexual se incrementaron en 200% pasando de 12 casos por mes a 35, cada 20 horas un menor de edad es ultrajado, violado u objeto de maltrato. Cerramos el 2017 con un incremento del 2% en la tasa de embarazo adolescente, la que pasó de 24% a 26%, la cifra de niñas y niños quemados se incrementó en 100%; más de 50,000 niños y niñas abandonaron el sistema educativo, y si a esto le sumamos los efectos que la crisis política ha tenido y está teniendo en la vida de las niñas, niños y adolescentes, porque las crisis del tipo que sean están asociadas al aumento de enfermedades mentales, al consumo de drogas y alcohol.
Por lo tanto es necesario que protejamos a la niñez de los efectos de la crisis, es lo justo y ético, los niños no son responsables de la crisis que hoy está viviendo el país, ellos tienen menos capacidad de hacer oír su voz y defender sus derechos. Los impactos de la crisis en los niños permanecen muchas veces ocultos, pero las consecuencias en ellos son y serán patentes tanto en lo individual como en lo colectivo.
Es por eso que se hace necesario que de una vez por todas se restablezca la paz y la armonía en el país y que se promueva con el ejemplo los valores de respeto, solidaridad, honestidad y amor.
La apuesta por la infancia es estratégica y transformadora como muy pocas otras intervenciones públicas. Los beneficios de proteger a la infancia no son solo para los niños, lo son para todos, porque son ellos los que hacen y harán sostenible el desarrollo cultural, económico y social.
En las últimas décadas, las políticas de la niñez y adolescencia han permanecido en demasiadas ocasiones al margen de la agenda política o han sido víctimas de la falta de consenso.
Apostar por la niñez es una oportunidad nueva para nuevos tiempos, es un desafío que nunca se ha acabado de abordar por el Estado y la sociedad hondureña.
Quiero creer que las niñas, niños y adolescentes estarán en el centro de las acciones que se desarrollarán en esta nueva gestión; tengo la esperanza que las nuevas autoridades trabajarán para poner a los niños y sus familias en el núcleo de las decisiones políticas que se adopten, de forma específicas para la niñez como de carácter general; que se elaborará un Plan Nacional contra la Pobreza Infantil para reducir la cifra de las niñas y niños que viven por debajo del umbral de la pobreza: que se seguirá avanzando hasta lograr la universalización y calidad de la educación pública gratuita para las familias con menos recursos y asequible para todos.
Que se impulsarán iniciativas para favorecer especialmente el empleo de las personas con hijos e hijas menores a su cargo, mediante políticas activas de empleo y de conciliación de la vida laboral y personal, con especial atención a las familias con ambos progenitores desempleados.
Que se trabajará por la protección social de los grupos de infancia más vulnerables: niños inmigrantes, niños con discapacidad y niños en familias numerosas y monoparentales con bajos niveles de renta y empleo; que se trabajará también por erradicar la violencia contra las niñas, niños y adolescentes y se instalará el Sistema Nacional de Garantía de Derechos.
Espero se privilegie la fiscalización, la evaluación, la capacitación y la profesionalización de los servidores públicos para evitar la improvisación y la corrupción. Como país necesitamos que desde la infancia se quite esa falsa idea de que sólo haciendo trampa se gana, ha llegado el momento de educar a las niñas, niños y adolescentes para que repudien la corrupción de todo tipo y sea esta la generación que mañana la erradique.
Tenemos el deber de animarlos pues tienen derecho a un buen presente y a un futuro mejor.