Columnistas

Treinta y dos de cuarenta y ocho

Independientemente de que unos deseen que el periodo presidencial termine pronto o que otros sueñen con que transcurra en cámara lenta y que nunca acabe, el calendario no se detiene. Son 14 meses de gestión presidencial de Iris Xiomara Castro cumplidos hasta el 27 de marzo de 2023.

Restan 34 meses brutos y en cuentas netas 32, restando los dos meses de transición hacia el nuevo gobierno que -Dios mediante- se elegirá el último domingo de noviembre de 2025.

Ni más ni menos. Lo contemos en las unidades que más nos gusten o nos disgusten, es lo mismo. Las matemáticas no engañan, aunque algunos se equivoquen (consiente o inconscientemente) en la aritmética, el álgebra o el cálculo; son 16 trimestres. Nos acercamos a finalizar el quinto trimestre a finales de abril y, restan menos de 11 trimestres netos.

Quedan pues una significativa cantidad de meses y de trimestres en los que se puede hacer bastante desde el gobierno para demostrar que realmente se puede legar un país en mejores condiciones que las recibidas.Sería bochornoso y muy decepcionante que este gobierno entregue (en un aproximado de un millar de días) una situación igual o peor que la que recibió.

Eso solo lo añoran los que ya estuvieron varios años en el poder y se frotan las manos para retornar. Es cuestión de establecer datos concretos en cada renglón o aspecto de la realidad nacional (en la producción; empleo; inversión; exportación; niveles de pobreza; inflación; Salud; Educación; inseguridad; y otros índices de desarrollo).

Aunque parezca muy difícil, debemos estar claros en que las conclusiones valederas al respecto no saldrán de los aparatos de propaganda de los que ya estuvieron en el gobierno ni tampoco de los que estarán todavía un tiempo más en el poder.

Todo lo que se gaste del presupuesto público para esos propósitos de manipular información para negar la realidad está condenado a ser vano, improductivo, ilegal e insuficiente para cambiar el buen juicio de los ciudadanos.

A pesar del bajo nivel educativo y político del promedio de los ciudadanos y, de la todavía poca incidencia de la academia, la verdad como valor absoluto o relativo terminará prevaleciendo (“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” Juan 8.32).

En todo momento, los gobernantes en cada turno deberían enfocarse en utilizar inteligente y transparentemente el gigantesco presupuesto público para avanzar verdaderamente, para impactar en el nivel de producción de bienes y servicios y, en consecuencia, en la generación de empleos permanentes o no, directos o indirectos, formales o no formales, como sea, en la actual etapa histórica.

La “refundación” o transformación real -en el campo de la economía y del mercado de trabajo- llegará cuando se alcance a crear suficiente cantidad y, sobre todo, calidad de puestos, empleos “decentes” como lo establece la Organización Internacional del Trabajo y otros organismos relacionados.

El gobierno está en la capacidad y obligación de transformar la realidad. No podemos escudarnos en el pasado ni en circunstancias internacionales. Cada vez que sube el costo de la canasta básica, baja la popularidad gubernamental; ecuación peligrosa. Excusas debilitándose y descontento multiplicándose.

El tiempo no se detiene. Como escribió William Shakespeare (1564-1616), autor de comedias y tragedias, considerado el escritor más importante en lengua inglesa: “El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren y, muy corto para los que gozan”.