Una década de lucha contra la mortalidad materna y neonatal en América Latina

Lo que más debería conmovernos es que la mitad de esas muertes maternas podría prevenirse si estas mujeres tuvieran acceso a servicios de salud materna e infantil de calidad

  • 22 de octubre de 2024 a las 08:54
1

Debería parecernos increíble que hoy, a pesar de los grandes avances médicos, aún hablemos de la lucha contra la mortalidad materna y neonatal en América Latina.

En las últimas décadas, los promedios nacionales de cobertura y acceso a servicios de salud de calidad en los países de la región han mejorado sustancialmente, sobre todo si observamos los promedios nacionales. Sin embargo, los datos siguen siendo preocupantes cuando nos enfocamos en el 20 por ciento más pobre de la población, los más desfavorecidos, que con demasiada frecuencia pasan inadvertidos para muchos de sus conciudadanos.

Esto es especialmente impactante en Mesoamérica, desde el sur de México hasta Panamá, una región tristemente conocida por ser una de las más desiguales del mundo.

En esta región, los hijos de madres sin educación tienen tres veces más probabilidades de morir antes de cumplir su primer año de vida, y las mujeres indígenas enfrentan un riesgo tres veces mayor de fallecer durante el embarazo, el parto o el postparto.

Lo que más debería conmovernos es que la mitad de esas muertes maternas podría prevenirse si estas mujeres tuvieran acceso a servicios de salud materna e infantil de calidad, los mismos servicios que están al alcance de las mujeres y bebés en situaciones más acomodadas.

La realidad se vuelve aún más impactante cuando conocemos las historias personales detrás de las estadísticas. Hace unas semanas viajé a Honduras por trabajo, un viaje de los que me han llevado a conocer de cerca esas zonas remotas, empobrecidas, a veces olvidadas y en su mayoría rurales de Centroamérica.

Tras horas de viaje por caminos sin asfaltar, cruzar un río y transitar por senderos casi imposibles, llegamos a la humilde casa de Santos Olga, una joven chortí de 22 años que vive en Santa Rosita, una pequeña aldea de 120 habitantes en el departamento de Copán, cerca de la frontera con Guatemala. Olga, como la llama todo el mundo, perdió a su madre cuando tenía tan solo 12 años debido a complicaciones en su último embarazo.

Su madre murió, al igual que el bebé. A pesar de las recomendaciones de acudir a un hospital, la madre de Olga decidió dar a luz en casa asistida por una partera. El triste desenlace dejó a Olga huérfana, a cargo de su hermano menor.

En 2020, cuando Olga quedó embarazada, recordando la tragedia de su madre, decidió hacer todo lo necesario para garantizar su bienestar y el de su bebé, Yeslin. Se convirtió en una ‘madre estrella’ del programa Madre Estrella, una de las iniciativas impulsadas por la Iniciativa Salud Mesoamérica para incentivar el cuidado prenatal. Las promotoras de salud la visitaban regularmente para asegurarse de que su embarazo transcurriera sin problemas.

La atención recibida en el centro de salud de Los Arcos, a solo 15 minutos de su casa, le permitió tener un embarazo sin complicaciones. Dos días antes del parto, ella y su médico viajaron tres horas hasta el hospital de Santa Rosa de Copán.

El parto fue seguro, y la atención en el hospital materno-infantil, excelente.

2

La muerte de la madre de Olga hace unos años sumó a la trágica estadística de 15 muertes maternas al año en su comunidad. Hoy, esa estadística en la zona ha bajado a 0. Aunque esto no significa que no pueda volver a suceder, este éxito es el resultado del esfuerzo incansable de médicos, enfermeras, líderes comunitarios, trabajadores de la salud y promotores.

Con ellos, de la mano de los gobiernos de Mesoamérica, hemos trabajado durante los últimos 10 años para lograr avances significativos, mejorando y salvando vidas de madres y niños en toda la región. Este logro es también un reflejo del éxito de la Iniciativa Salud Mesoamérica.

Como Olga y Yeslin, millones de mujeres y niños han encontrado esperanza y un futuro más saludable, un futuro que generaciones anteriores no tuvieron.

Aún queda mucho trabajo por hacer, pero lo que he aprendido en estos años es que la colaboración entre donantes internacionales como las fundaciones de Bill Gates y Carlos Slim, el conocimiento y la experiencia del Banco Interamericano de Desarrollo, el compromiso de los gobiernos y, sobre todo, la voluntad encomiable de médicos, enfermeros, promotores de salud, líderes comunitarios y parteras, trabajando juntos, puede salvar vidas.

Puede cambiar el destino de millones de madres y niños que antes vivían entre la incertidumbre de la vida y la muerte, y que hoy disfrutan de una vida más saludable y prometedora.

La lucha contra la mortalidad materna y de recién nacidos aún no ha terminado, pero estamos cada vez más cerca de la victoria si mantenemos el ímpetu de los logros alcanzados y seguimos trabajando incansablemente hasta asegurar que cada madre y cada bebé estén a salvo de causas de muerte evitables.

En esta jornada de recuerdo, tenemos que poner en valor el trabajo que cada uno aporta en esta lucha que sí se puede ganar, y el primer paso es no olvidarla.

Únete a nuestro canal de WhatsApp

Infórmate sobre las noticias más destacadas de Honduras y el mundo.
Te gustó este artículo, compártelo