Hasta este preciso momento la familia hondureña ha sido testigo de una violencia en grandes escalas con consecuencias demasiadas graves como es la muerte de tantas mujeres y tantos hombres en los distintos sectores de la sociedad; y lo peor del caso es que la mayoría se realizan impunemente, generando así un clima de zozobra, incertidumbre, inseguridad, temores, llantos y luto.
Es tan notorio el hecho de que se ha desatado una bandada de delincuentes, criminales, secuestradores, extorsionadores, violadores de los derechos humanos, corruptos, asesinos con corazones empedernidos, distorsionadores de la verdad, cómplices promoviendo intereses ajenos a la patria, etc.; toda esta amalgama de malos hijos de la patria constituyen una amenaza al don sagrado de la vida, a la jerarquía de valores, a la libertad de expresión, a la paz, a la democracia, a los derechos ciudadanos y al Estado de derecho.
Tan triste realidad que padece la familia hondureña se acrecienta cuando ciertos personajes especialistas en grafitis participan, con los rostros cubiertos, en ciertas marchas de protestas y se dedican a divulgar amenazas y mayor pánico al dejar patente los deseos de venganza, de odio, de maldad, de división, de violencia, de muerte, mediante sus frases pintadas en paredes y edificios con el afán de denigrar, amedrentar, desprestigiar y llevar al caos a esta amada nación. Ciertos grafitis muestran un rotundo desprecio a la vida, inclusive de los bebés aún no nacidos. Hasta propician atentados y destrucción contra la propiedad privada.
Estas acciones, acompañadas de una retahíla de mensajes subliminales hilvanadas por personas identificadas con una supuesta causa propia de la oligarquía atea del ámbito transnacional, debe motivar a las personas de buena voluntad, de nobles sentimientos, de principios creíbles, de verdadero amor a la patria, de forjadores de paz, justicia y bienestar social alzar su voz en pro de un cese de tanta violencia, de tanto crimen recurriendo al buen uso de los medios de la comunicación social y las nuevas tecnologías, actuando ante estos medios con cordura, con respeto y amor sincero a todo prójimo…
Lo peor del caso es encontrar mujeres y hombres que dicen ser de fe, pero son tan fundamentalistas, tan apegados a la letra de la Biblia que desprecian, destruyen, queman o tiran al basurero la imagen de los santos. Aún cuando Dios dice: “Sean santos porque Yo soy santo.” (Cfr. 1Pedro) A las imágenes impresas en los billetes no las desprecian, es más, tienen preferencias por la imagen del prócer Ramón Rosa impresa en el billete de quinientos lempiras.
Hay parejas de casados y mujeres solteras que detestan la maternidad y queda evidenciado en los grafitis como el siguiente: “Quiten el rosario de nuestros ovarios”.
Así que mientras en esta nación decenas de mujeres indignadas disfrutan practicarse la esterilidad, en otras regiones Dios hace milagros en quienes ya habían perdido la esperanza de ser madres bendecidas con el fruto de sus vientres. Y quienes desprecian la cruz no aman a Dios, ni a su prójimo ni a sí mismos. La cruz es el signo cristiano, en memoria de haber padecido en ella Jesucristo…