Bastaron 60 segundos en el balcón para que la feligresía católica, de la Iglesia más grande del mundo, que estaba pendiente, en vigilia y en oración sobre quién sería el nuevo ungido para rectorarla, se diera cuenta en vivo mediante la magia de la tecnología, que el sucesor de Benedicto XVI es el adecuado pues viene investido de humildad y sencillez, una característica que deberíamos tener todos los seres humanos de la Tierra y que el mismo Jesucristo el hijo de Dios practicó y predicó.
Es así que Jorge Mario Bergoglio, ahora conocido como Francisco, nombre que al parecer escogió en memoria de San Francisco de Asís, se robó el corazón del mundo y llenó de orgullo, regocijo, fe y esperanza a toda Latinoamérica que merecía desde siempre un Papa en el Vaticano, si tomamos en cuenta los millones de católicos que viven día con día la devoción por la fe católica pues en sus caseríos, aldeas, pueblos y ciudades, por doquier hay una iglesia y un sacerdote para predicar esta religión desde tiempos de la colonia. Pero tenían que pasar siglos para que fuese electo el 266 Papa para que las campanas en la Plaza de San Pedro y las de todo el mundo replicaran y anunciarán al mundo que por primera vez en la historia la silla de Pedro y las sandalias del pescador serían ocupadas por un hombre con sangre latina muy humilde, sencillo, brillante, inteligente.
La fecha 13 de marzo de 2013 quedará grabada en la historia de la Iglesia Católica como el día que dio inicio una nueva era liderada por un Papa de origen latino: Francisco, pero quien desde la santa sede estará al servicio de Dios, la fe y la promoción de la justicia… para todos los países del mundo.