Opinión

Orden político y cambio

Todo orden político instituido refleja un statu quo y este a su vez una correlación de fuerzas dentro de una sociedad. La excepción se da cuando este es impuesto por fuerza extranjera. La historia nos muestra que la estabilidad y permanencia de un orden político no está necesariamente vinculado con el origen del mismo. Es así como encontramos que el sistema político actual del Japón fue impuesto por las fuerzas Aliadas de ocupación bajo el mando del general estadounidense Douglas MacArthur en un proceso de amplia reestructuración social y democrática del país. Este incluyó el establecimiento de un sistema parlamentario, reforma agraria, educacional y legislación laboral, etc. El general MacArthur, junto a elementos progresistas de la sociedad japonesa, logró establecer un sistema cuyos resultados son evidentes en los logros alcanzados por dicho país. Lo acontecido en Alemania, al concluir la Segunda Guerra Mundial, y Corea del Sur son ejemplos similares de una reestructuración social y política impuesta que modificó un statu quo de poder preexistente.

Asimismo, otras sociedades, como los escandinavos han desarrollado en forma endógena sistemas sociales y políticos estables que han propiciado altos niveles de desarrollo para sus ciudadanos.

En Honduras, tomó dos años a la Constituyente electa en 1979 elaborar la Constitución ratificada en enero de 1982. Esa Constitución reflejó una correlación de fuerzas endógenas en un ambiente internacional que exigió el retorno a un régimen democrático representativo. Mediante la nueva Constitución se instituyó un nuevo statu quo que ha normado la vida institucional por el período más largo en la historia del país. Sin embargo, y a pesar de las numerosas reformas hechas, es evidente que un importante segmento de la población, si es o no mayoría, será algo que mediante consulta electoral eventualmente se podrá dilucidar, considera que el modelo se ha agotado y que se debe refundar el país. Queriendo decir con esto elaborar una nueva Constitución que refleje mejor los intereses de la constelación de fuerzas políticas, económicas y sociales actuales y también porque algunos quieren ponerse a tono con movimientos políticos que han surgido en América del Sur.

Los cambios de los modelos institucionales son históricamente irreversibles y se vinculan con procesos de cambios tecnológicos y económicos. Son tres las preguntas básicas de la economía: ¿qué?, ¿cómo? y ¿para quién? Refiriéndose esta última a quién se beneficiará de los resultados de la gestión económica. Está relacionada a los temas de equidad y distribución de beneficios en una economía o sociedad. Estas son preguntas legítimas cuyas respuestas cambian con el tiempo y están vinculados con la ética y desarrollo de conciencia y solidaridad que alcanzan las sociedades. De estos procesos es que nacen los conceptos de Desarrollo Humano Sostenible e Índice de Desarrollo Humano del PNUD.

Los que le temen al cambio deben reconocer que sea por su ordenamiento o por fallas de los individuos en el descargo de sus funciones públicas, el cambio es imparable. La pregunta es ¿cambio para qué y con qué fin? Le harían un gran servicio al país si en vez de ser conservadores, se volvieran reformistas.

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