La Salud Mental según lo define la Organización Mundial de la Salud (OMS) un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.
En ese sentido, el experto en psicología Clínica, Orlando Varela manifiesta que la crisis de incertidumbre que atraviesa los hondureños por los altos índices de asesinatos y delincuencia común provoca un matiz negativo en el diario vivir.
Varela, señala que en la actualidad una parte de la población padece de ansiedad generalizada, esto debido a que por lo menos una de cada 10 personas ha sufrido o han conocido a alguien que ha sido víctima de la delincuencia.
Indica que “las personas que han sido víctimas de la delincuencia sufren de estrés post-traumático, causando que vivan en un constante miedo de salir de su casa (a veces ni siquiera en su propia casa puede estar seguro) a tomar el transporte público, transitar algunos lugares, así como poner negocios por el miedo al ' impuesto de guerra'.
Además de que la situación genere miedo y desconfianza de la sociedad, también provoca estrés, ansiedad, paranoia (sentir que lo persigue), intolerancia, sensación de fragilidad, angustia, igualmente, irritabilidad, enfado, estado de alerta, o nerviosismo, es decir, un desequilibrio en la salud mental de los hondureños.
También causa reacciones físicas como el aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración, temblores por la constante ansiedad de ser una víctima más.
“De manera que, lastimosamente, imposibilita a la población a llevar una vida diaria tranquila y sin preocupaciones de esa índole”, expresó.
Recomendaciones
El psicólogo hondureño comenta: No existe una cura mágica para poder reponerse de los efectos negativos de la delincuencia.
Esto debido a que este problema afecta de forma diferente a cada persona por lo que los tratamientos dependerán de su necesidad.
Sin embargo, se pueden realizar algunas acciones como buscar ayuda de expertos en centros de salud, hospitales o clínicas privadas, para resolver la problemáticas de una manera adecuada.
Otra opción es la búsqueda de la religiosidad, la integración de un individuo a una iglesia para afrontar la vida cotidiana amenazada por la violencia.