Tegucigalpa, Honduras
Todos se acomodan en sus posiciones, fijan su mirada en la ruta a seguir en la pendiente de unos 90 metros y enseguida los seis cuerpos se convierten en una especie de resortes, que superan con elasticidad los elevados muros para llegar a la parte más baja.
“¡Oh, eso nos salió excelente!”, se escucha de uno de los atrevidos jóvenes, que recién acaban de desafiar el empinado descenso de la Escalinata Maya del Parque de El Picacho... Para ellos no es un simple salto y un pasatiempo.
“Para nosotros es una filosofía de vida. Aquí la única competencia es desafiarse a uno mismo y la competencia es con el miedo”, describe Jocksan Rubio, el precursor de esta particular disciplina en Honduras. Sintió el gusto por el parkour a sus 15 años -mientras cursaba informática en España- y a su regreso en Honduras fue sumando uno a uno a algunos de sus amigos.
“Tengo seis años practicándolo. Somos unos 10 o 12, pero solo como seis somos los que practicamos en serio. El parkour consiste en trasladarse de un punto A a un punto B y se usa la acrobacia para hacer más bonito el traslado”.
Hay gente que nos mira como medio raro, pero se quedan a vernos y les gusta'. |
Al menos tres días a la semana, Jocksan se reúne con sus amigos Gerson Castellanos, Juan Carlos Hernández, Jesé Gómez, Denilson Benavides, David Cuestas y otros que se suman al grupo, para perfeccionar los movimientos.
“Lo que me gusta de esto es cuando uno hace una mortal (giro en el aire), siente que su cuerpo bombea sangre y más cuando el truco se hace por primera vez. Esta es pura adrenalina”, dice entre sonrisas Denilson, mientras sus colegas lo acompañan con un gesto de aprobación.
Saltar metros para ir de un muro a otro, bajar una pendiente entre acrobacias, recibir uno que otro golpe y girar 360 grados en el aire solo es una parte del menú de estos muchachos, que entrenan por las tardes en la UNAH.
“Lo más lindo es sentirte libre y fluir por el mundo”, apunta Juan Carlos, para luego recibir el complemento de Jesé: “El parkour es el arte del movimiento.
En el fútbol son 11 jugadores y si haces algo malo, todos te observan, pero en el parkour solo sos vos y tu cuerpo; además es un deporte de riesgos y eso me gusta”.
Para algunos, esta puede ser una práctica tirada de los cabellos, pero para ellos es una forma de vida que requiere disciplina, esfuerzo y constancia.
“Esto me sirve para quitarme el estrés; me olvido totalmente de todo y me libero de todas las tensiones del día. Mi anhelo es que en mi país crezca la familia del parkour y que algún día haya un sitio exclusivo para practicarlo”, se despide Jocksan Rubio...