Comayagua, Honduras
Como si se tratase de la conocida y popular película “ Una noche en el museo”, cada día se convierte en una aventura para los dos protagonistas de esta historia.
Las piezas y reliquias que datan del período prehispánico, colonial y republicano de Honduras son protegidas por dos caballeros que, además de prestar su servicio, se han convertido en comunicadores de la historia a las nuevas generaciones de niños y jóvenes que visitan e l Museo de Comayagua.
Estos dos hombres son, Javier Gutiérrez Cruz y Jaime Orellana Machado, quienes durante el día y la noche se disponen a defender cada pieza que hay en las vitrinas, pasillos y salas del antiguo edificio.
De día son emisarios que llevan el mensaje que encierran las piezas que están dentro de las vitrinas.
Pero de noche, las figuras, piezas, cuadros y demás reliquias son los únicos acompañantes de estos fieles protectores.
Gutiérrez y Orellana han creado un vínculo con cada una de estas invaluables piezas y se podría decir que más de alguna vez habrían entablado una que otra conversación con estas piezas que encajan a la perfección en el rompecabezas de la historia.
El Museo de Comayagua, que custodian estos dos valientes personajes, abrió sus puertas el 6 de junio de 1940, mostrando primero piezas arqueológicas de la época prehistórica como una osamenta humana, el fémur de un oso perezoso, vasijas de barrio que datan de miles de años y que pertenecen a la etnia lenca.
Luego se fueron exponiendo réplicas como la de la Cueva del Gigante de Marcala, La Paz, y el colmillo de un mastodonte encontrado en Tegucigalpa en 2014.
También guarda piezas traídas del sitio arqueológico El Chircal, aldea lenca habitada desde el año 3,000 antes de Cristo; de Tenampúa, fortaleza habitada en el período clásico, alrededor del año 800 después de Cristo.
Reliquias
A partir de 2008 se empezaron a mostrar piezas del período colonial y republicano mostrando pertenencias de expresidentes de la República como sillas, capotas, espada e imágenes religiosas en tiempos de la conquista española.
También se exhiben las tradiciones y costumbres de los pueblos de la zona central como ser la elaboración de alfombras, procesiones de Semana Santa y el baile de los diablitos.
Guardián
Javier Gutiérrez es desde hace ocho años guardia de seguridad del museo. Ha aprendido a conocer cada rincón del edificio y lo que guarda.
“Sabemos que es un valor histórico que hay que cuidar porque no solo hay historia de Comayagua, sino de toda Honduras, por eso nuestra misión es cuidar y con el tiempo u no aprende dónde está cada pieza de cada sala de exposición y lo bueno es que la gente que ingresa al museo es educada y cuidan de no dañar los objetos”, dijo Gutiérrez.
Debido al poco personal que labora en el museo, Gutiérrez, junto a su compañero Orellana, realizan labores como guías de información durante los recorridos. Ser guías les ha servido para conocer el patrimonio histórico que resguardan y de esta forma transmitirlo a los visitantes.
“Cuando la guía está ocupada y viene mucha gente, uno colabora, es bonito porque conoce gente nueva, conoce de historia y aprende de los mismos visitantes, como arqueólogos, historiadores que visitan el museo; uno nunca deja de aprender”, comentó.
Personalidades
Los guardias tienen la oportunidad de dar recorridos por las salas de exhibición a funcionarios de gobierno, embajadores de países de Centroamérica y turistas de todo el mundo.
Jaime Orellana, también con ocho años de laborar en el museo, expresó que le ha tocado servir de guía a embajadores de Francia, El Salvador, Panamá y personalidades de la política.
“He recibido cuando viene como turista al embajador de Francia, Panamá, El Salvador, a la vicepresidenta del congreso de China, exfuncionarios de Honduras, y ha sido muy gratificante poderles enseñar cada rincón del museo”, explicó Orellana.
Después de ocho años de proteger el museo, el sueño de ambos es convertirse en guías oficiales y así poder compartir sus conocimientos con las miles de personas que lo visitan.
Y se lo han ganado, el empeño que ponen en cada historia contada, en cada dato, en cada anécdota, convierte una visita al museo en una lección de vida y de amor por lo que hacen.
Como si se tratase de la conocida y popular película “ Una noche en el museo”, cada día se convierte en una aventura para los dos protagonistas de esta historia.
Las piezas y reliquias que datan del período prehispánico, colonial y republicano de Honduras son protegidas por dos caballeros que, además de prestar su servicio, se han convertido en comunicadores de la historia a las nuevas generaciones de niños y jóvenes que visitan e l Museo de Comayagua.
Estos dos hombres son, Javier Gutiérrez Cruz y Jaime Orellana Machado, quienes durante el día y la noche se disponen a defender cada pieza que hay en las vitrinas, pasillos y salas del antiguo edificio.
De día son emisarios que llevan el mensaje que encierran las piezas que están dentro de las vitrinas.
Pero de noche, las figuras, piezas, cuadros y demás reliquias son los únicos acompañantes de estos fieles protectores.
Gutiérrez y Orellana han creado un vínculo con cada una de estas invaluables piezas y se podría decir que más de alguna vez habrían entablado una que otra conversación con estas piezas que encajan a la perfección en el rompecabezas de la historia.
El Museo de Comayagua, que custodian estos dos valientes personajes, abrió sus puertas el 6 de junio de 1940, mostrando primero piezas arqueológicas de la época prehistórica como una osamenta humana, el fémur de un oso perezoso, vasijas de barrio que datan de miles de años y que pertenecen a la etnia lenca.
Luego se fueron exponiendo réplicas como la de la Cueva del Gigante de Marcala, La Paz, y el colmillo de un mastodonte encontrado en Tegucigalpa en 2014.
También guarda piezas traídas del sitio arqueológico El Chircal, aldea lenca habitada desde el año 3,000 antes de Cristo; de Tenampúa, fortaleza habitada en el período clásico, alrededor del año 800 después de Cristo.
Reliquias
A partir de 2008 se empezaron a mostrar piezas del período colonial y republicano mostrando pertenencias de expresidentes de la República como sillas, capotas, espada e imágenes religiosas en tiempos de la conquista española.
También se exhiben las tradiciones y costumbres de los pueblos de la zona central como ser la elaboración de alfombras, procesiones de Semana Santa y el baile de los diablitos.
Guardián
Javier Gutiérrez es desde hace ocho años guardia de seguridad del museo. Ha aprendido a conocer cada rincón del edificio y lo que guarda.
“Sabemos que es un valor histórico que hay que cuidar porque no solo hay historia de Comayagua, sino de toda Honduras, por eso nuestra misión es cuidar y con el tiempo u no aprende dónde está cada pieza de cada sala de exposición y lo bueno es que la gente que ingresa al museo es educada y cuidan de no dañar los objetos”, dijo Gutiérrez.
Debido al poco personal que labora en el museo, Gutiérrez, junto a su compañero Orellana, realizan labores como guías de información durante los recorridos. Ser guías les ha servido para conocer el patrimonio histórico que resguardan y de esta forma transmitirlo a los visitantes.
“Cuando la guía está ocupada y viene mucha gente, uno colabora, es bonito porque conoce gente nueva, conoce de historia y aprende de los mismos visitantes, como arqueólogos, historiadores que visitan el museo; uno nunca deja de aprender”, comentó.
Personalidades
Los guardias tienen la oportunidad de dar recorridos por las salas de exhibición a funcionarios de gobierno, embajadores de países de Centroamérica y turistas de todo el mundo.
Jaime Orellana, también con ocho años de laborar en el museo, expresó que le ha tocado servir de guía a embajadores de Francia, El Salvador, Panamá y personalidades de la política.
8Javier y Jaime de
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“He recibido cuando viene como turista al embajador de Francia, Panamá, El Salvador, a la vicepresidenta del congreso de China, exfuncionarios de Honduras, y ha sido muy gratificante poderles enseñar cada rincón del museo”, explicó Orellana.
Después de ocho años de proteger el museo, el sueño de ambos es convertirse en guías oficiales y así poder compartir sus conocimientos con las miles de personas que lo visitan.
Y se lo han ganado, el empeño que ponen en cada historia contada, en cada dato, en cada anécdota, convierte una visita al museo en una lección de vida y de amor por lo que hacen.