JUTIAPA, HONDURAS.- En horas de la mañana, los escasos rayos de sol que asoman tímidamente entre la naturaleza, y la densa neblina apostándose sobre las copas de los árboles, hacen de Jutiapa, Francisco Morazán, un lugar idóneo para respirar aire fresco y disfrutar de una deliciosa tacita de café bien caliente, y después, por qué no, unas dulces guayabas.
Al menos 35 kilómetros son los que hay que recorrer de Tegucigalpa para llegar a esta zona, misma que, aproximadamente hace cuatro años, fue invadida por la hermosa producción de coloridas y deslumbrantes flores debido a la desaparición de los cultivos de fresas que antes caracterizaban a este sector.
Durante el trayecto que se realiza en una carretera que permanece en buenas condiciones, desde lejos se pueden apreciar algunos terrenos con plantaciones de hortensias, claveles, cartuchos y hasta santa rosas que crecen en los campos de este agradable lugar que se reviste de un placentero clima.
Buscando avanzar
“Hace tres o cuatro años nos dedicábamos a la producción de las fresas, semanalmente ingresábamos al mercado unas 2,000 libras de esa fruta, pero apareció una misteriosa enfermedad en la tierra que causó que los cultivos de las fresas se secaran y se murieran como si nada”, así comenzó su relato para EL HERALDO don Gustavo Godoy, uno de los productores de la comunidad.
Es así como allá por el 2015, sin siquiera pensarlo, por la difícil situación que lastimosamente abrigaba a los pobladores por la pérdida de las fresas, se marcaba el inicio de un anhelo de progreso y nuevos tiempos gracias a la idea de algunos vecinos de aventurarse en la producción de flores.
Don Gustavo vio en ello la puerta que le condujo a la oportunidad de recuperarse poco a poco económicamente.
“Nos hemos tenido que dedicar a sembrar pequeños lotes de flores para ir pasando en medio de la pobreza”, lamentó Godoy mientras contemplaba -como un papá lo hace por primera vez con su hijo recién nacido- aquellos cultivos que, de una u otra manera, han logrado que no le falte la comida a su familia.
Pero como dice un adagio, no todo es color de rosa, ya que el apasionado por la floricultura aseguró que en este negocio en ocasiones se tiene que perder la mitad de lo que se podría ganar, pues las cosechas no siempre se dan en las fechas comprendidas.
Rufino Izaguirre, quien es otro productor de Jutiapa dedicado a la siembra de los alcatraces, comúnmente conocidos como cartuchos, mencionó que “lo mejor que hemos podido hacer es meternos al negocio de la venta de las flores, pues nos ayuda a progresar, no a grandes pasos, pero nos sostiene y eso nos debe de importar, pues ahora a casi nadie se le da un trabajo”.
Rentable
Al preguntarles si la producción de flora es rentable, los cosechadores respondieron que sí, pero que como en todo proyecto hay temporadas buenas y malas.
“La venta varía, hay tiempos altos y también bajos. La ventaja de sembrar cartuchos y santa rosas es que son flores que se dan en todo el año y pues son las más buscadas por la gente”, explicó con mucha seguridad Izaguirre.
Godoy detalló que hay flores que generan más ingresos pero que requieren de una mayor inversión, como es el caso de la solidago, una planta que requiere de energía eléctrica para poder crecer. A las 6:00 PM ya hay que encender la luz y apagarla a las 6:00 AM.
Dennis Omar Álvarez Elvir también es un habitante de la zona que obtiene ganancias gracias a la botánica, “las flores son bellas y se obtiene un buen provecho con su venta”, afirmó.
Así que si usted tiene el privilegio de visitar este ameno espacio, no olvide hacerse dueño de unas aromáticas, pigmentadas y estupendas flores, pues los pobladores de Jutiapa nos demuestran a simple luz que un hombre nunca es tan grande como cuando se agacha para cuidar una flor o una planta.