Era alrededor de las 5:45 de la mañana del 11 de noviembre de 2014; el clima fresco de la mañana apenas había permitido que la neblina que suele cobijar a la populosa aldea El Chimbo bajara y se pudiera ver al fondo de la vía, donde minutos antes tres hombres esperaban cerca de un tanque de agua.
“Que temprano vienen los trabajadores del FHIS”, pensó en ese momento María Auxiliadora Sierra, esposa de la víctima, quien contó todo a los agentes de investigación, según menciona parte del interrogatorio al que tuvo acceso EL HERALDO.
La testigo dijo que no parecían sospechosos, por lo que ella, su esposo y dos hijos, siguieron caminando rumbo al vehículo, sin embargo, de un momento a otro uno de los hombres se lanzó sobre el exfiscal.
“El hombre se sube encima de Geovanny, de repente miro que el hombre tiene un cuchillo en la mano y agarra el cuchillo y es cuando él se agacha se sube encima como quien está montándose, agarra el cuchillo y es cuando miro que él da el primer puñalazo en el cuello”, relató.
Geovanny Eguigure intentó defenderse, mientras ella y sus hijos eran intimados por un segundo sujeto con un arma de fuego.
El incidente duró apenas un par de minutos, el tiempo suficiente para que María Auxiliadora Sierra pudiera observar algunos detalles de dos de los sujetos, mientras que un tercero, según menciona la declaración, solo gritó “hey”.
En el interrogatorio, detalla que la persona que atacó al exfiscal era un joven fornido que vestía camisa blanca manga corta y un chaleco “como el que usan los periodistas”; mientras que el que portaba el arma era trigueño claro y unos ojos que la testigo dijo nunca olvidaría.
Eran como “gachos”, resaltaban su nariz respingada, grande y hasta podía verse un “poco gruesa”. Además, usaba gorra y no dejaba de repetirle “perra cállate, perra, cállate perra”.
En el interrogatorio también le preguntan sobre otras facciones, entonces menciona que lo particular eran sus cejas definidas, como si se las sacara justo “como los mareros”, los únicos que ella ha visto con ese tipo de cejas. Sus labios eran gruesos.
Todas esas descripciones fueron plasmadas en dos retratos hablados que realizó la extinta Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC), ahora Dirección Policial de Investigaciones (DPI).
De la tercera persona solo se sabe que era trigueño claro, usaba un jean y una camisa a la que no se le definió color, pero sin duda fue el que gritó “hey”, según recalcó la esposa del fallecido exfiscal durante el interrogatorio.
Los abogados del único detenido por el caso afirman que esa persona nunca existió y que fue mencionada por la también fiscal y esposa del fallecido para que el caso fuera llevado en el juzgado del Primer Batallón de Infantería y no en el de La Granja.
De acuerdo con la normativa, solo se pueden llevar casos en los juzgados de Jurisdicción Nacional cuando hay un grupo delictivo compuesto de tres o más personas. “Eran dos y agregaron uno para forzar la competencia de ese tribunal”, denunció Jair López, abogado de Kevin Solórzano.
“Eran dos, el muchacho (hijo mayor de la víctima) da la descripción de dos ante el retratista a las 10:30 de la mañana del mismo día del hecho; dio su declaración ante las autoridades y mencionó que eran dos. Los testigos que vieron a los agresores hablan de dos. ¿Por qué el muchacho en su declaración de audiencia inicial y la esposa del fallecido hablan de tres?, por una cosa sencilla: el juzgado donde querían llevar el caso”, mencionó.
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— Diario El Heraldo (@diarioelheraldo) January 14, 2017
Celeste Cerrato, otra integrante de la defensa de Kevin, exteriorizó que “encontramos un memorándum donde el fiscal Javier Núñez le decía a su superior, en ese entonces Iris Fonseca, que él no tenía nada para sustentar este caso y que se iba ir al juzgado del batallón porque la fiscal había convencido al juez de agarrar el caso si ponían tres personas las participantes”, denunció.
En la declaración, la esposa del exfiscal menciona a tres implicados, pero solo dos de ellos fueron los que estuvieron de frente cuando el hecho ocurrió; el tercero se adelantó en el camino hasta el momento en que gritó “hey”.
La testigo aseguró que su esposo fue atacado por el hombre de aspecto fornido con un arma blanca, pero cuando el tercer implicado gritó, la persona que estaba amenazándola y también a sus hijos le entregó el arma de fuego y le disparó dos veces.
“Después de que lo han acuchillado, se levanta agarra la pistola y le da el primer disparo, después le da el segundo disparo, porque el otro está conmigo”, puntualizó.
La DNIC encontró en la escena el arma blanca con que fue atacada la víctima, además de un casquillo de bala y dos balas completas, según detalla el documento.
¿Un día atípico?
La mañana del 11 de noviembre la familia Solorzano despertó cuando el sol apenas salía, pues debían tomar el autobús que de la aldea El Chimbo en Santa Lucía conduce hasta el hospital San Felipe, cerca del centro de Tegucigalpa.Kevin Solorzano Hernández viajaba todos los días junto a su madre hasta el Hospital San Felipe, donde ella trabaja. Su rutina diaria era la misma siempre: levantarse temprano, tomar una ducha, cambiarse, desayunar y esperar unos minutos a su mamá para luego subir al bus que los transportaría hasta la capital.
Pero ese 11 de noviembre ni él ni su madre tomaron el autobús sino que aceptaron un aventón de Luis Felipe, amigo y compañero de Kevin, quien vive en Cantarranas, un municipio ubicado a menos de 50 minutos de El Chimbo.
El joven llamó a Kevin a las 5:45 de la mañana para “ofrecerle jalón” hasta la universidad, a lo que el universitario aceptó, especialmente porque estaba en construcción el puente a desnivel que de la colonia 21 de Octubre conduce a Valle de Ángeles, lo que también provocaba congestionamiento vial.
“Salimos de la casa a la hora acostumbrada, llegamos a la estación de buses, cuando vimos que no estaba Luís Felipe en la estación de buses, conociéndolo como corre, nos extrañó y pensábamos que ya se había pasado, vino Kevin quiso intentar llamarlo de mi teléfono, pero en eso le cayó la segunda llamada de Luís Felipe, diciéndole que venía por el desvió de Santa Lucia”, confesó en el interrogatorio Ana Betty Hernández, mamá de Kevin.
La segunda llamada fue registrada a las 6:15 de la mañana, es decir media hora después de que el exfiscal fuera asesinado.
Minutos antes, Kevin y su madre también escucharon el sonido de unas sirenas y, según contó la abogada Celeste Cerrato, ambos solo se dijeron “a saber qué pasará allá adentro”, sin saber que era el Cuerpo de Bomberos, la primera autoridad que llegó a la escena del crimen.
La defensa también llevó como testigo a una vecina de la familia, quien -según afirmaron- observó cuando el joven, junto a su madre, iban en el vehículo de Luis Felipe. Como era tarde, rebasó el vehículo de la mujer, quien solo dijo “pucha, como van rápido, como locos”.
El paso de vehículo Honda Civic, color azul, con tonó negro, en el que se transportaban las tres personas fue captado por las cámaras de seguridad de la casa del expresidente de Honduras, Porfirio Lobo Sosa.
Cuando el reloj marcaba las 6:49 de la mañana, la madre de Kevin ya estaba en el Hospital San Felipe, mientras que él junto a su amigo llegaron a las 7:03 al Centro Universitario Tecnológico (Ceutec), una universidad ubicada en Los Próceres, a varios minutos del lugar.
Dos minutos después, fue captada la imagen de Kevin subiendo las gradas de la universidad que conducían al salón de clases.
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Ese día, el universitario retornó al mediodía a su casa junto a Luis Felipe, pues tenía clases hasta las 6:00 de la tarde y le resultaba mejor regresar que esperar por casi seis horas.
“Kevin llama a Ana Betty, todo eso está registrado, llama a su mamá informándole que ya está en su casa y luego volvió a la universidad a las 6:00 de la tarde. Hizo la actividad normal, como cualquier día, la única diferencia fue el jalón que le dio su amigo”, mencionó López.
La madre del joven también afirmó a las autoridades haber estado con su hijo desde que despertaron hasta 6:49 de la mañana que ella marcó en su trabajo. Esa era su rutina diaria.
Toda esa evidencia fue presentada a los jueces que decidieron sobre el caso, pero en 2017 el Tribunal de Sentencia lo encontró culpable de homicidio y tentativa de oficio. Además, lo condenó a 33 años de cárcel.
Detención
Este caso, que parecía uno más -como mencionaron los abogados de Kevin- pasó a la opinión pública después de que la defensa y también la familia del joven hicieran público el día a día del universitario, al punto que el grupo 8 milímetros le dedicó la canción “Inocente”.El asesinato del exfiscal Eguigure ocurrió el 11 de noviembre, para ese día ya había dos retratos hablados de uno de los sospechosos: el primero portaba gorra y el otro usaba un corte tipo plancha, pero baja, lo que no coincidía con el cabello de Kevin.
La investigación estaba a cargo de la extinta DNIC, pero el 13 de noviembre un miembro de la Policía Militar de Orden Público (PMOP) se involucró en el proceso.
“Ya para el 13 de noviembre un policía adscrito a Fusina se mete en la investigación, a petición de quién no lo sabemos, es un agente de investigación de nombre Carlos Suazo, quien ingresa a la investigación a pesar de que la agencia de investigación a cargo del hecho estaba haciendo los avances investigativos”, denunció la abogada.
Según la defensa de Solorzano, el agente afirmó que “le llegaron con la historia de que el asesino era de El Chimbo y que era Kevin”, información que también coincide con el testimonio al que tuvo acceso EL HERALDO.
El documento menciona que el agente de la Policía Militar de Orden Público recibió una llamada anónima contando todo lo que había ocurrido el día anterior (11 de noviembre) e incluso señaló que tenía conocimiento de uno de los involucrados en el caso.
Él, junto al denunciante, se movilizó al día siguiente (13 de noviembre) hasta la vivienda, pero afirmó no observar a nadie. Dos días después (15 de noviembre) volvió a la zona y mencionó a la fiscalía que solo observó a una señora y un niño salir a la pulpería.
Para el 17 de noviembre, seis días después del crimen, el agente nuevamente se dirigió cerca de la vivienda y mencionó observar a un muchacho cuando cargaba un perro. El joven usaba una gorra y estaba sentado adentro de la casa.
Cuando la fiscalía le preguntó si habían mantenido alguna conversación, afirmó que solo el conductor “le hizo un llamado al muchacho y le dijo que andábamos haciendo y que él no había hecho nada, solamente ese le dijo”.
La defensa dijo que todo el proceso iba dirigido a la captura de Kevin porque se parecía con el retrato hablado. “Iba al lugar y verificaba que estaba él allí, pero nada de seguimiento, nada de verificar a qué se dedicaba, nada de identificar su perfil y a qué se dedicaba”, dijo.
Dos días después (19 de noviembre) a eso de las 4:30 o 5:00 de la tarde se ejecutó la captura, un proceso que los abogados del detenido denuncian se realizó sin ninguna orden.
Ese día, Ana Betty regresaba de su trabajo, como solía ocurrir todas la tardes. Sus hijos siempre la esperaban en la parada de buses, después de que ella les avisaba que iba en el bus, pero ese 19 de noviembre no lo hizo. Cuando caminaba a la casa se encontró con Kevin, quien le ayudó con su cartera y algunas bolsas que siempre suele caminar en la mano.
Ana Betty recuerda que cuando circulaba por la vía observó que estaba un carro sin placa estacionado, Kevin le dijo que llevaba rato en la esquina, pero luego hicieron caso omiso.
Al llegar a la vivienda el joven se cambió y se puso una calzoneta, mientras ella recibía a un joven que le pondría unos balcones en las ventanas. La casa, que no tenía muro perimetral en la parte de enfrente, apenas estaba limitada por una baranda, lo único que avisaba que era propiedad privada.
Cuando Ana Betty recibía al joven llegaron dos personas, quienes se identificaron como encuestadores de una ONG, según relató. La mujer les dijo que le dieran un momento para atenderlos, pero el joven que estaba midiendo las ventanas insistió y le pidió que los ayudara.
Los encuestadores le consultaron sobre las necesidades que tenían en la zona, a lo que ella respondió de forma puntual. En ese momento una leve lluvia comenzó a mojar la tierra, mientras que las nubles grises avizoraban un aguacero.
Las personas le pidieron a Ana Betty ingresar a la casa para que no se les mojaran los papeles. Ella amablemente accedió que pasaran hasta el porche. Segundos después, cuando su vista se enfocó en la baranda de la casa, observó que ocho hombres encapuchados, con armas de grueso calibre, apuntaban hacia su vivienda.
Dos de ellos estaban parados en la terraza del vecino; los demás se había esparcido enfrente de la casa.
“Le dije ¿qué es lo que pasa? y me dijo ‘tenemos una orden de allanamiento para su casa´, le dije, ‘enséñemela’, entonces me dijo ‘la tenemos señora, déjenos pasar’, y le dije yo que ‘no en ningún momento, porque yo tengo mi hija y mi nieta que son mujeres y no los quería dejar pasar’”, contó.
De forma insistente, los agentes le preguntaron su nombre e identidad; ella respondió. También le dijeron que ingresarían a la casa porque tenían una orden. Le preguntaron por el nombre de su hijo y ella les dijo “Kevin”, entonces afirmaron que tenían una orden contra él por ser sospechoso del crimen contra el exfiscal.
Con temor y muchas dudas, Ana Betty intentó resistirse para que no se llevaran a su hijo, especialmente porque no le mostraban ningún documento de la captura. Sin embrago, al escuchar la discusión, Kevin salió de la casa y al verla desesperada le dijo “tranquilízate mami, yo no he hecho nada, no debo nada, tranquilízate por favor”.
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En medio de la discusión, uno de los agentes le mostró su carné, lo que alivió un poco a Ana Betty porque no se trataba de “mareros ni gente mala”. Minutos después, la mujer aceptó que se llevaran a su hijo siempre y cuando ella lo acompañaría, pero los uniformados le advirtieron que solo podía seguirlos en un taxi.
Desesperada y con más preguntas que respuesta, ella se negó a hacerlo, ya que en esa zona no existe ese tipo de transporte y afirmó que lo único que se le ocurrió fue tomar fuerte del brazo a su vástago e insistir en que los acompañaría.
Días después denunció ante los medios de comunicación que ese fue su mayor error, pues “yo no debí haber permitido que me trajeran a mi hijo sin una orden de captura, que hasta el sol de hoy nunca la he visto”. Tampoco le mostraron una orden de allanamiento.
En el interrogatorio el agente de la PMOP mencionó que ellos llegaron a la vivienda y que Kevin salió junto a su mamá, después les dijeron que tenía una orden de captura y le leyeron sus derechos.
A los agentes no les quedó más que ceder y subir a la mujer a la paila del vehículo en el que se transportaban. Luego siguieron rumbo al Primer Batallón de Infantería, donde le realizaron la audiencia inicial.
Días después de la detención de Kevin, la esposa del exfiscal dijo a los medios de comunicación que “los sicarios en ningún momento se tapan sus rostros, ya que la intención de ellos era acabar con la vida de todos nosotros; pero existen los milagros y no logran terminar con nosotros, a los pocos días capturan a uno de ellos y en ese momento me doy cuenta que este sicario que era el que apuntaba a mi cabeza vive cerca de mi casa, cerca de mi hogar, del hogar de mis hijos. Es así como lo dejan detenido”.
María Auxiliadora Sierra detalló que en la audiencia inicial, en el Primer Batallón de Infantería, ella pudo reconocer “al sicario que estuvo enfrente mío, de cuyo rostro nunca olvidaré. Se podrán imaginar que hay sucesos en la vida que nunca se olvidan”, dijo, refiriéndose a Kevin.
El policía Carlos Edgardo Suazo mencionó que el día de la detención, al llegar al batallón, otro uniformado se acercó a Kevin para dialogar y que el universitario “le dijo por qué no se había traído a otro muchacho que se llama Andrés, que él vivía en una casa anaranjada cerca de la casa de él”.
La Fiscalía le consultó si sabía por qué hablaba de Andrés y el uniformado respondió que Kevin había dicho que “había participado en la muerte de Eguigure”.
La defensa de Kevin le consultó al uniformado sobre las diligencias que habían hecho respecto a esa persona, pero en medio de objeciones del fiscal el juez permite que responda solo si sabe la pregunta. “No sé, ninguna, por lo menos de mi parte no”, contestó.
Proceso legal
Kevin Solórzano tenía 19 años cuando fue detenido por considerarlo responsable del crimen contra el exfiscal Eguigure.El 25 de noviembre, seis días después de su detención, se presenta a la audiencia inicial donde un juez le dicta auto de formal procesamiento con prisión preventiva. Ese mismo día es enviado a la Penitenciaría Nacional de Támara.
Días después, la esposa del exfiscal informó que había salido del país junto a sus hijos por miedo.
Un poco más de medio año después, en junio de 2015, el juez decidió elevar el caso a juicio oral y público, pero en enero 2016 la Corte de Apelaciones revierte la decisión y ordena que el caso sea llevado por un Tribunal de Jurisdicción Nacional.
Dos meses después se realizó la audiencia de proposición de pruebas. En octubre de ese mismo año inició el juicio oral y público, pero tres días después fue pospuesto hasta noviembre, donde se presentaron los testigos de la familia del exfiscal.
Los abogados de Kevin denunciaron que durante ese proceso hubo suplantación de nombre de testigos.
Además, en noviembre de 2016 uno de los peritos reconoció que sí es Kevin el que ingresó a la universidad pasadas las 7:00 de la mañana el día que ocurrió el crimen. El video fue analizado por el experto.
En las pruebas presentadas por la defensa estaba la ubicación exacta de Kevin, su compañero universitario y el exfiscal asesinado en las mismas horas en las que se realizaron las llamadas. De acuerdo con la defensa, el universario estaba a aproximadamente a dos kilómetros de distancia cuando Eguigure fue asesinado.
#Exclusiva: Kevin Solórzano estaba a más de un kilómetro de la escena del crimen. Mira nuestro mapa animado ►https://t.co/wqsnpsLfL4 pic.twitter.com/Wwwyug2k7G
— Diario El Heraldo (@diarioelheraldo) December 1, 2016
Sin embargo, el testimonio de la esposa de la víctima menciona todo lo contrario.
El juicio oral y público se postergó por más de 100 días, hasta que el 8 de febrero de 2017 Kevin fue hallado culpable del asesinato de Eguigure y tentativa de asesinato en perjuicio de la esposa de la víctima.
En el proceso los jueces desestimaron las declaraciones de los testigos del universitario y solo validaron el testimonio de María Auxiliadora Sierra, viuda de la víctima, y su hijo, quien en ese entonces tenía 16 años.
En septiembre de 2017 el joven fue condenado a 33 años y cuatro meses de cárcel. La Sala I con Jurisdicción Nacional determinó 20 años de prisión por la muerte del exfiscal y 13 años y cuatro meses por tentativa de asesinato.
Ante esa decisión, la defensa del universitario presentó un recurso de casación por seis motivos: tres por el quebrantamiento de precepto constitucional y tres por quebrantamiento de forma.
El 8 de octubre de 2020 la Sala de lo Penal declaró 'ha lugar' el lugar el recurso de casación por considerar que se quebrantó el estado material de inocencia, es decir que 'se dan las condiciones' de los seis motivos que la defensa presentó para comprobar que el joven no cometió el crimen contra el exfiscal ni intentó asesinar a su esposa.
En los argumentos judiciales viciados, la Sala de lo Penal encontró 'la existencia de argumentaciones judiciales contrarias a los principios y reglas que componen la sana crítica como modelo de un correcto razonamiento humano', por lo que Kevin fue absuelto de su responsabilidad penal.
Esa decisión permitirá que el joven universitario recupere su libertad, pero antes el expediente es remitido al pleno de la Corte Suprema de Justicia (CJS), donde se determinará si mantiene la decisión de absolución o no.
'La resolución de la Sala por mayoría ha señalado que en la valoración de la prueba efectuada por el Tribunal de Sentencia y respecto de los medios de pruebas que sirvieron para condenar a Kevin hubo contradicciones enormes en la manera en que los jueces interpretaron esas pruebas”, explicó el abogado Jaír López.
Tras la resolución, Ana Betty Hernández dijo confiar en que la Corte Suprema de Justicia lo absuelva, tal como lo hizo la Sala de lo Penal.
'Como madre ha sido la prueba más difícil que he podido enfrentar en mi vida, cada día extraño a mi hijo, que fue arrebatado desde el primer día de forma arbitraria porque hasta el sol de hoy no vi una orden de captura para él. Ha sido bien duro, siempre me arrodillo a Dios para pedirle que este sea el último día y que ya se está acercando el final”, señaló.
Kevin ha permanecido por más de seis años en la cárcel, por un crimen que, según sus familiares, no cometió y que le ha robado parte de los mejores años de su vida.
Rolando Argueta, presidente del CSJ, se excusó, posteriormente, de conocer el caso porque mientras fungía como director de fiscales del Ministerio Público emitió declaraciones y opiniones legales sobre el expediente de Solórzano.
Tras varios aplazamientos, la Corte Suprema ordenó repetir el miércos 7 de abril de 2021 el juicio oral y público contra el joven. Los magistrados valoraron que a Solórzano se le violentaron algunas reglas judiciales durante el primer juicio.
Está pendiente que su expediente sea remitido a un nuevo tribunal de sentencia, cuya primera obligación será revisar el estatus de las medidas restrictivas a la prisión.
Solórzano cumplió prisión preventiva a lo largo de su proceso judicial. Sin embargo, la defensa alega que esta medida ya venció y no aplica para este nuevo juicio.
Kevin es el único detenido por este caso y, por mientras, la balanza se ha inclinado a favor de su liberación. Mientras para Kevin todavía falta la última palabra de su caso, sobre el crimen del exfiscal falta todo por contar.
Esta nota se actualizó el miercóles 7 de abril del 2021