Canning explicó que desde su adolescencia mantenía una rutina de belleza bastante estricta, que incluía depilarse con regularidad todo el cuerpo.
“Solía realizar todo un ritual (ahora, aparentemente ridículo) para quitar el vello por completo. Me depilaba los dedos gordos del pie, piernas, vello púbico y axilas. Me pasaba la maquinita por los pelitos solitarios que aparecían por encima del ombligo, en el centro de mi pecho y alrededor de mis pezones. Me tironeaba las cejas y cualquier cosa que apareciera en la barbilla. Luego, cuidadosamente, me aplicaba loción en todo mi cuerpo depilado”, explicó.
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Este ritual cambio cuando llegó la pandemia del covid-19, pues no habían compromisos sociales ni nadie que la viera, por lo que decidió dejar de depilarse.
Tres meses después, la editora dice sentirse a gusto con su cambio y satisfecha por el tiempo que se ahorra.
“Mis duchas ahora son rápidas y simples. La piel de mis piernas, la línea de bikini, el bozo, que solía ponerse bastante mal por las quemaduras y la irritación, nunca se han sentido mejor. Sí, al principio mi vello era puntiagudo y picaba, pero solo tomó dos semanas para ponerse mejor. No me he depilado desde comienzos de marzo y, al día de hoy, mi vello está bastante suave”, detalló.
Sin embargo, Canning aseguró que si bien es cierto que ha sido una buena experiencia, no significa que nunca volverá a depilarse. “Tal vez para una ocasión especial en la que quiera sentirme suave. Pero por ahora no quiero gastar mi energía en deshacerme de mi vello”.
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