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'Centroamérica cuenta”, la aventura de narrar

Este encuentro demuestra que la región merece ser conocida no solo por el fútbol, la violencia y el narcotráfico, sino por sus historias convertidas en una literatura que alimenta la vida y la puebla de sueños.

FOTOGALERÍA
16.03.2013

“Hola, soy Daniel y me gusta controlarlo todo”.

Así se presentó un hombre de mediana edad, de rasgos europeos, a quien confundí con un francés por su aspecto. Hasta su perfecto español con acento argentino era característico de muchos de los cooperantes franceses que conocí en Nicaragua el pasado mes de febrero, durante el I Encuentro de Narradores de Centroamérica.

Se había sentado con gran desenvoltura en la silla libre de la mesa que compartíamos con las escritoras salvadoreñas Vanessa Núñez Handal y Elena Salamanca en el restaurante del Hotel Europeo de Managua. Me dije: “Este es un seductor”. Y no me equivocaba.

TODO UN PERSONAJE. Al día siguiente me enteré de que el desconocido (para mí) del día anterior era nada menos que uno de los fotógrafos más famosos del mundo, Daniel Mordzinski, argentino radicado en Francia cuando no está viajando, reconocido por haber creado los retratos más tiernos, más duros y más provocadores de celebridades de la literatura latinoamericana, como, por ejemplo, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Sergio Ramírez, Gioconda Belli, Ana Istarú, Gabriel García Márquez, Mario Benedetti y Ernesto Cardenal.

Yo había leído en el programa que estaría con nosotros “el fotógrafo de los escritores”; pero nunca imaginé que fuera un hombre tan accesible, una especie de niño grande que pone tanto empeño en fotografiar a un premio Nobel como a alguien que solo haya publicado un libro.

En lo que no me equivoqué fue en haberlo identificado desde el primer momento como un seductor, pues para retratar a alguien como él lo hace hay que seducir primero a la persona, ganar su voluntad y dominarle con dulzura para lo que sea que lleve adentro quede al descubierto en la fotografía.

La naturalidad de Mordzinski, aunada a su tenacidad en el trabajo, como pude apreciar después, auguraba lo que sería este encuentro, en el que nos juntamos narradores, cronistas y editores de Centroamérica, Francia, Alemania y México: un espacio para hablar de temas serios a un ritmo a veces exigente, en aras del tiempo, pero también muy gratificante.

EL ARTíFICE. Es lo que se podía esperar de un encuentro organizado por el escritor Sergio Ramírez, en su condición de director de la revista cultural centroamericana Carátula. Sergio es el gran embajador de la literatura centroamericana, no solo porque es el más conocido fuera de la región, sino porque se ha empeñado en promovernos en México y Europa. Este reconocimiento bien ganado ha permitido que la embajada de

Francia y la Alianza Francesa de Nicaragua, como también la cooperación alemana por medio del Instituto Goethe de México, auspiciaran “Centroamérica cuenta”, un encuentro dedicado a reflexionar sobre la situación y perspectivas de la narrativa centroamericana.

Esta primera edición de “Centroamérica cuenta”, porque se anuncian más, ha sido lo que el premio Nobel José Saramago llamaba “plataformas donde los lenguajes se vuelven comunes y universales”.

Así, Óscar Castillo, director de la Editorial Uruk de Costa Rica, informó que se ha conformado una red de editoriales centroamericanas para mejorar los mecanismos de distribución de libros en la región.

Por su parte, la Editorial L’atinoir de Marsella traducirá y publicará en Francia una antología de cuentos de todos los narradores que participamos en el evento.

Más aún: la revista Carátula convocará a concursos de cuento cuyos premios consistirán en estadías de dos meses en Francia y Alemania.

“Centroamérica cuenta”, pues, hará que nos conozcan fuera de la región no solo por el fútbol, el narcotráfico, la tragedia y la violencia en todas sus formas (incluyendo la mala política), sino también por las historias que contamos.

Sin duda, cuando las narremos, estos y otros temas volverán a aparecer, pero convertidos en otra cosa, en literatura, donde se tejen y entrecruzan sueños, miedos, esperanzas, ironías y pesares, de la misma forma en que nuestros senderos se entrecruzan y bifurcan en la búsqueda de nuestras propias voces.