Crímenes

Las tres plagas que enfrentan los hondureños

Los hondureños siempre habían desconfiado de sus fuerzas de seguridad, hasta el punto de que las mismas podrían estar implicadas en numerosos crímenes

11.06.2016

Serie 1/2

Honduras, un país de apenas 114,000 kilómetros cuadrados (algo más que Andalucía) y 8.7 millones de habitantes, es uno de los países que tiene ante sí una agenda social, política y económica realmente compleja y repleta de retos y desafíos.

La corrupción es galopante, la pobreza, lacerante, y la inseguridad, insultante. Pero vayamos por partes y analicemos el origen de todos estos problemas que llevan sobre la mesa de este país desde hace décadas.

La corrupción, una pandemia nunca enfrentada por la clase política.

El reciente descubrimiento de que la alta cúpula policial hondureña estaría, supuestamente, relacionada con el crimen organizado y el narcotráfico, aparte de haber encubierto numerosos delitos, ha revelado a la mayor parte de los hondureños el alto grado de corrupción en que vive esta pequeña nación olvidada y desconocida.

Los hondureños siempre habían desconfiado de sus fuerzas de seguridad, de los integrantes del cuerpo policial, pero hasta el punto de que las mismas podrían estar implicadas en numerosos crímenes nunca esclarecidos y de tener nexos -ni más ni menos- que con conocidos capos del narcotráfico, ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia y que ha generado un sentimiento de repulsa e impotencia.

Casos de alto impacto

También se ha descubierto que la cúpula policial estaría detrás del asesinato del “zar antidrogas”, el general Julián Arístides González, hombre de confianza de la agencia antidrogas norteamericana (DEA) y muy comprometido en la lucha contra el narcotráfico en este país centroamericano.

Al parecer, el crimen fue perpetrado por agentes de la policía y después, una vez asesinado el general, la escena del crimen fue alterada por un forense autorizado por la policía para desviar la atención acerca de los verdaderos responsables. Hace siete años que se cometió este magnicidio, que sacudió a toda Honduras, y ha tenido que pasar tanto tiempo para que estos hechos sean conocidos, en una revelación espectacular dada a conocer por el diario de Tegucigalpa EL HERALDO.

Pero este caso es una gota en un mar dominado por la corrupción generalizada, el saqueo sistemático de las arcas públicas y la impunidad con que actúan los corruptos. Según el índice de percepción de la corrupción que publica todos los años la organización Transparencia Internacional, Honduras ocupa el puesto 112 sobre 167 países medidos, con 31 puntos, en el estudio publicado en el año 2015.

Según informaban los medios hondureños, solamente en diez casos emblemáticos de corrupción, sobre los centenares que habrá documentados, se habrían perdido unos 150 millones de dólares, en un país donde hay graves carencias en la salud, la educación, las obras públicas y la seguridad.

Una buena parte de los grandes escándalos de corrupción conocidos en los últimos años ocurrieron durante los gobiernos de Manuel Zelaya Rosales (2006-2009) y Porfirio Lobo Sosa (2010-2014) y la mayoría de ellos están impunes, según informó en su momento el diario hondureño La Prensa.

De todos los hechos reseñados e investigados, el que mayor repercusión ha tenido es el saqueo del Seguro Social durante la gestión de Mario Roberto Zelaya, que dejó a esa institución al borde del colapso financiero. Según el Ministerio Público hondureño, el latrocinio de los dineros del Instituto Hondureño del Seguro Social fue calculado en más de 2,500 millones de lempiras (113,896,296 dólares), que fueron sustraídos a través de empresas organizadas para perpetrar el desfalco.

En las últimas semanas también trascendió que el partido de gobierno, el nacional, recibió al menos 1.5 millones de lempiras (unos 45,558.10 dólares) en contribuciones provenientes del dinero del Seguro Social. En un país donde falta de todo en los hospitales y la gente se muere literalmente de hambre, por no hablar de la inexistente educación pública, este saqueo de los fondos del Estado es una auténtica plaga que mina el trabajo de la administración hondureña.

Uno de los países más pobres

En una información del diario La Prensa, el más importante de San Pedro Sula, se podía leer recientemente esta información: “De acuerdo con el más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), titulado ‘Desarrollo social inclusivo: una nueva generación de políticas para superar la pobreza y reducir la desigualdad’, la región aumentó su número de personas en nivel de pobreza e indigencia como no lo hacía desde 2011”. Y concluía la nota: “Honduras, por su parte, ocupa el puesto número uno entre los países con mayor porcentaje de población en condición de pobreza con 60%, seguido de Guatemala (54%), México (52.3%) y Bolivia (45%)”.

Por su parte, EL HERALDO de Honduras calculaba que de una población mayor a los 8 millones 500 mil habitantes vivían en la pobreza 5 millones 889 personas, una cifra realmente escalofriante y que revela la grave situación social que vive el país. Y el Banco Mundial, en uno de sus más recientes informes, presentaba, al referirse a este flagelo, un panorama nada halagüeño: “Honduras es un país de ingreso medio-bajo que se enfrenta a desafíos significativos, con cerca del 63 por ciento de la población viviendo en pobreza en 2014, según datos oficiales. En zonas rurales aproximadamente seis de cada 10 hogares viven en pobreza extrema o con menos de US$2.50 al día”.

Tampoco el país cuenta con mejores indicadores en lo que se refiere a la pobreza extrema, tal como también documentaba y aseguraba el Banco Mundial en otro informe que difiere en muy poco de los datos antes reseñados.

Según este organismo financiero, en los pasados 14 años, Honduras mantiene el promedio de pobreza extrema más alto de la región centroamericana y Honduras promedia una tasa casi cercana al 42,6% de pobreza extrema (menos de 2,5 dólares al día) entre su población, es decir, uno de cada cinco de sus habitantes. Además, Honduras tiene el dudoso honor de tener el porcentaje más alto de pobreza extrema en toda América Central y casi en el continente.