Venecia, Italia
La exclamación ¡Viva arte viva! es el lema de la 57 edición de la Bienal de Venecia.
El encuentro reúne a los miembros más destacados del arte contemporáneo, galeristas, críticos, directores de museos, coleccionistas y comisarios.
La francesa Christine Macel, conservadora del Pompidou y comisaria del encuentro, ha escogido a 120 artistas de, literalmente, todas partes del mundo y los ha dividido en nueve pabellones transnacionales que son verdaderas embajadas artísticas en una dura competencia por llevarse alguno de los premios.
“En este mundo nuestro, tan lleno de conflictos, el arte sirve de testigo de aquello que nos hace humanos. Es el lugar definitivo para la reflexión, la expresión individual, la libertad y la formulación de las preguntas fundamentales”, escribió la curadora en el portal de entrada de I Giardini, jardines en su traducción del italiano, donde se ubican los 30 espacios nacionales permanentes.
Este año, los 81 países participantes se disputan los premios que concede el jurado que preside Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, de Madrid, en una batalla sin precedentes.
En estos juegos del arte cualquiera se queda sin aliento al descubrir entre los participantes a expositores como Damien Hirst (un delirio entre la arqueología submarina y las realidades paralelas en la Punta Della Dogana y el Palazzo Grassi), Philip Guston y los poetas (sobre la influencia de la obra de WB Yeats, TS Eliot, DH Lawrence, Wallace Stevens o Eugenio Montale en la pintura de Guston).
Pabellones
Uno de los pabellones favoritos es el de Estados Unidos que ha invitado al artista negro Mark Bradford, quien planea llenar el espacio con comentarios a la situación política de su país.
Sin embargo, países como los Emiratos Árabes Unidos llevan una apuesta seductora con el tema del 'juego' y su accionar en el mundo como fuente de vitalidad. El curador Hammad Nasar reunió a cinco artistas nacionales para presentar una serie de cuestionamientos entrelazados.
Por América Latina, Uruguay será uno de los países que dará la batalla de la mano de Mario Sagradini con una imponente estructura donde se reflexiona sobre el poder, la doble moral y la condición humana.
El arte conceptual y de performance de Taiwán está representado por el influyente Tehching Hsieh.
Las apuestas son grandes, pero será hasta el final del evento que se conocerá a los vencedores.