La frase del cardenal Joseph Ratzinger, ahora Papa Emérito, de que “La Iglesia (Católica) está viva”, resonó como un rayo en medio de la oscuridad en la Plaza de San Pedro, en el último encuentro del entonces pontífice con los fieles.
El mensaje de despedida de Benedicto XVI dejó abierta una puerta para que los más de mil millones de católicos del mundo vuelvan sus ojos a la institución fundada por el apóstol Pedro, viendo sus virtudes, pero sin ocultar sus defectos.
“El Señor nos ha dado muchos días de sol y ligera brisa, días en los que la pesca fue abundante, pero también momentos en los que las aguas estuvieron muy agitadas y el viento contrario, como en toda la historia de la Iglesia y el Señor parecía dormir”, dijo Ratzinger, a quien le fue conferido el título de “Pontífice Romano Emérito”.
Su Santidad confesó que en más de una ocasión se colocó en las sandalias de San Pedro y los apóstoles en la barca del lago de Galilea.
“Siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino Suya, y no la dejará hundirse”, afirmó en su mensaje final.
Esta frase es, según el padre Ovidio Rodríguez, presbítero hondureño, una muestra de que “El Señor conduce el barco de la Iglesia a puerto seguro”,
una Iglesia que está viva, que debe prepararse cada día para hacerle frente a los retos del siglo XXI.
A RENOVAR LA FE. ¿Pero qué debemos hacer los católicos durante esta espera de la elección de un nuevo Papa?, le consultaron al sacerdote durante una transmisión en canal 48, y él respondió: “Orar mucho por la Iglesia, para que el Espíritu Santo ilumine a los cardenales que participan en el cónclave”, dijo.
El padre Ovidio recordó el texto bíblico de Marcos que retrata de manera clara lo que significa la iglesia cristiana.
Jesús murió por nosotros y así venció a la misma muerte. La Iglesia es fundada por Jesucristo, quien dijo: “Y yo te digo que sobre ti, Pedro, edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”. (Mt. 16, 18). Luego entonces… no hay nada que temer.
Y es que este es el año de la fe, una fe que promovió con cada fibra de su ahora débil humanidad el Papa. Una fe sacudida por escándalos de pedofilia, por los “VatiLeaks” y algunos anuncios de supuesta división al seno de la Iglesia.
Es justamente ese el llamado que hizo a los fieles a través de su cuenta de Twitter: Quisiera que cada uno de vosotros sintiera la alegría de ser cristiano, de ser amado por Dios, que ha sacrificado su Hijo por nosotros”.
Este no es solo un mensaje al viento, quizá el último como pontífice. El Papa Emérito que dejó un legado de amor al prójimo, de caridad y de fe, prometió tener una cercanía espiritual a través de la oración con los cardenales, a quienes advirtió sobre los “males de este mundo”, entre ellos el sufrimiento y “la corrupción”.
A esto el padre Ovidio agrega que vivimos
un tiempo en que el ser humano quiere ser el centro de todo y estar sobre Dios.
“Los católicos debemos orar para no caer en la tentación y ayudar a confirmar en la fe a los hermanos más pequeños”.
El Papa habló de la importancia de la palabra de Dios tras recordar que “el maligno” quiere “ensuciar la creación para contradecir a Dios y volver irreconocibles su verdad y su belleza”. Y se refirió a la “belleza del sexto día” y a “los males de este mundo, el sufrimiento, la corrupción”, que la contradicen.
Y en su despedida el miércoles, en la audiencia general en la plaza de San Pedro, dejó clara su decisión: “He dado este paso consciente de la gravedad y de su novedad. Amar a la Iglesia significa también tomar decisiones difíciles”, recalcó el pontífice, al dirigirse a la multitud: “Hoy vemos cómo la Iglesia está viva en un momento en que muchos hablan de su declive”.
IGLESIA SALPICADA DE ESCÁNDALOS. La salida del Papa ha generado reacciones en todo el mundo y en particular en Italia, donde la prensa ha publicado una serie de artículos sobre una trama de corrupción, sexo y tráfico de influencias en el Vaticano, lo que ensombrece el cónclave para la elección de un nuevo Papa.
En los últimos días la prensa italiana ha sacado a relucir escándalos y comportamientos poco éticos en la curia romana que han sacudido sus casi ocho años de pontificado.
Según el diario La Repubblica y la revista Panorama, el Papa decidió renunciar al cargo tras recibir un informe ultrasecreto de 300 páginas, realizado por tres ancianos e intachables cardenales.
En el supuesto informe se describen las luchas internas por el poder y el dinero, así como el sistema de “chantajes” internos basados en debilidades sexuales, el llamado “lobby gay” del Vaticano.
De acuerdo a esos medios, el informe fue entregado al Papa en diciembre y había sido encargado por el jefe de la Iglesia Católica tras el estallido del escándalo de “VatiLeaks”, sobre la filtración de cartas y documentos confidenciales del pontífice y que acabó con la condena de su mayordomo, aunque fue perdonado posteriormente por el papa alemán.
El portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, rechazó “la desinformación, e incluso las calumnias”, sobre posibles intrigas en las altas esferas de la Santa Sede y la existencia del llamado “lobby gay” descrito por la prensa. “Hay quien intenta aprovechar el movimiento de sorpresa y desorientación para sembrar la confusión y desprestigiar a la Iglesia”, declaró en una entrevista a Radio Vaticano. “Quienes solo piensan en dinero, sexo y poder, y están acostumbrados a ver las diversas realidades con esos criterios, no son capaces de ver otra cosa, ni siquiera en la Iglesia, porque su mirada no sabe dirigirse hacia arriba o descender con profundidad en las motivaciones espirituales de la existencia”, dijo.
BENEDICTO NO SE IRÁ. La dimisión del Papa no significa abandonar la Iglesia.
“Por el contrario, si Dios me lo pide, esto es porque puedo continuar sirviendo (a la Iglesia) con la misma dedicación y el mismo amor con que lo he tratado de hacer hasta hora, pero en una forma más adecuada para mi edad y mis fuerzas”.
El Papa Emérito afirma que “Dios me pidió dedicarme a la oración y a la meditación”, dijo. “En este momento de mi vida siento que la palabra de
Dios está dirigida a mí. El Señor me llama a ‘subir a la montaña’, a dedicarme aún más a la oración y a la meditación”, dijo un emocionado pontífice ante unas 100,000 personas que le interrumpieron en varias ocasiones con aplausos y gritos de “gracias, gracias”.
En su último encuentro con los fieles recordó que cuando lo eligieron papa, el 19 de abril de 2005, se cuestionó si Dios realmente lo quería. “Es una gran carga que has colocado sobre mis hombros”, recordó haberle dicho a Dios.
Durante ocho años, dijo, “he tenido momentos de alegría y luz, pero también momentos que no han sido fáciles... momentos de mares turbulentos y fuertes vientos”.
Y que no regresaba a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, recepciones, conferencias, etc. “No abandono la cruz, sino que permanezco de una manera nueva ante Cristo Crucificado”.
“No tengo más la potestad del gobierno de la Iglesia, pero en el servicio de la oración permanezco, como quien dice, en el recinto de San Pedro”, manifestó.
LOS RETOS DE LA IGLESIA. A pesar del “giro radical” en la lucha contra la pederastia durante los ocho años del papado de Benedicto XVI, los abusos cometidos por sacerdotes son todavía uno de los grandes temas pendientes de la Iglesia Católica, que empañan su imagen en el mundo y la relación con sus propios fieles.
“Comparto totalmente la afirmación de que Benedicto XVI ha sido el Papa de la ‘tolerancia cero’”, dijo a AFP el sacerdote español Antonio Pelayo, colaborador de la publicación especializada Vaticaninsider
“En los últimos años del papado de Juan Pablo II hubo titubeos. Se pensaba que era mejor ayudar a estos sacerdotes, no dar publicidad a los asuntos. Pero cuando Joseph Ratzinger era cardenal no compartía esta línea y cuando fue Papa tampoco”.
Una de las decisiones más emblemáticas de Benedicto XVI fue la de obligar, en mayo de 2006, a Marcial Maciel, el fundador de la congregación mexicana los Legionarios de Cristo, fallecido dos años más tarde, a “renunciar a cualquier ministerio público” y “a retirase a una vida de oración y penitencia” por las acusaciones de pederastia contra él.
La Iglesia vive en el mundo y que no puede más que adaptarse al mundo si pretende influir y ser escuchada. Sin embargo, al saber retirarse, celarse, al negarse a cantar siempre al ritmo del coro e incluso en la ausencia se esconde una fuerza enorme.
Y como retrata un artículo del Insider, el Papa trató de seguir, con fatigas y después de dolorosas y lacerantes incomprensiones, la agenda global con los tiempos que dictan los medios de comunicación que transmiten 24 horas al día. Una agenda que cada día roza las fronteras de la ética y de las convenciones sociales. Una carrera espasmódica y artificial para un hombre que basó su vida en el estudio, en la reflexión, en la meditación silenciosa. La sucesión de escándalos, polémicas y fugas de noticias a nivel planetario solo puede afrontarlas un joven, parecería indicar: “He llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio…”.