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'Hay una sordera en la sociedad para los valores de Dios”

El párroco de la iglesia católica del municipio de Santa Lucía afirma que 'al erosionarse los valores morales también se erosionan los valores espirituales, las ambiciones por vivir el aquí'.

29.12.2012

Los medios para divulgar el evangelio han aumentado, pero, de forma paradójica, ha crecido el distanciamiento hacia Dios, y la principal consecuencia es la destrucción de la sociedad, reflexiona el padre católico Tony Salinas.

Pobreza y violencia desmedida son las principales facturas que la población hondureña ha pagado en 2012 por su separación con El Señor, consideró el religioso.

El próximo año es de retos para recomponer el camino, pero se requiere que haya diálogo y paciencia de los actores de la sociedad, población y gobierno, y así, también se podrán superar las crisis políticas que marcaron este tiempo, manifestó Salinas en una entrevista con EL HERALDO.

¿Hay lecciones aprendidas en 2012 que sirvan para el próximo año y en qué ámbito?

Yo creo que los 12 meses de un año no pasan en vano en la historia de cada persona, llegamos a comprender que el tiempo es una cosa irremediable, es como agua entre nuestras manos y de forma definitiva se nos escapa y no lo podemos detener.

El 2012 tuvo que habernos dejado varias lecciones, sobre todo que hagan comprender en los distintos planos de la vida.

Por ejemplo, en el plano económico, el mundo vive una crisis económica de la que no hemos querido percatarnos, y la respuesta es una sana administración, una buena economía y austeridad, lo que puede arreglar nuestra sociedad hondureña, en el ámbito de la familia y de nuestros gobernantes.

La crisis económica creo que hace pensar que el hondureño no está preparado para asumirla y nos hace pensar que hay que volver a los elementos tradicionales de convivencia, es decir a un huerto familiar, a compartir mi vehículo, el ahorrar combustible.

¿Cuál es la peor crisis que se generó en 2012?

Le peor crisis que hemos vivido es la violencia, parte de lo económico para comprender que la violencia la genera la falta de empleo, es una motivación de la vida porque un profesional que egresa de sus estudios y que no encuentra empleo ¿en qué termina?

Yo trabajé con jóvenes en la colonia El Pedregal y comprendo que la violencia juvenil radica en el ocio, en no tener una oportunidad de empleo, de estudio o un oficio.

La crisis que vivimos es tener uno de los países catalogados como uno de los que tiene mayor índice de violencia a nivel internacional.

Creo que la Navidad de este año es una Navidad enlutada porque son muchas las familias que han perdido seres queridos víctimas de la violencia desmedida.

¿Cree que la sociedad ha perdido vínculo con Dios?

Hay dos puntos importantes: Uno es el hacernos sordos a los propios valores de la vida, eso como primer punto antes de tocar el tema de Dios, pues nos ha hablado a través de la propia orientación de la conciencia y de los propios valores humanos que son inherentes al ser humano y, por lo tanto, nos hemos querido hacer sordos a la honestidad, fraternidad, solidaridad.

Los valores humanos que han caracterizado a nuestra sociedad hondureña y cómo que se han perdido o erosionado y al erosionar hablamos de que la sociedad no ha querido escuchar los verdaderos y auténticos valores de la vida y dentro de esa perspectiva hay una sordera a los valores religiosos.

Es interesante que en el tiempo en donde más se proclama la palabra de Dios, en donde hay canales, hay periódicos, programas televisivos, vivimos la mayor crisis de lejanía de los valores de La Biblia.

¿Por qué si hay más vehículos para difundir la palabra de Dios hay más lejanía de Dios?

Al erosionarse los valores morales, también se erosionan los valores espirituales, las ambiciones por vivir el aquí, el presente, sin una función encaminada al futuro y sin aprender las lecciones del pasado hacen que el hombre y la mujer del tercer milenio piense en disfrutar de esta vida y desarraigarse de los valores que puedan darle mayor continuidad a su historia.

El relativismo galopante que viven las personas, el ateísmo práctico y las ambiciones humanas nos hacen vivir este presente sin dar connotaciones para un mañana mejor.

¿Hay confrontación entre la Iglesia Católica y el gobierno?

Yo creo que las confrontaciones son normales y podemos decir que no tanto como confrontaciones, pero sí puntos de vista que quisiéramos que se vieran orientados hacia un mayor diálogo con la sociedad, en donde los proyectos pudiesen llegar más y con mayor duración a los sectores más necesitados de este país.

¿Pero hay voluntad para un diálogo?

Yo creo que la Iglesia quisiera postular un diálogo con todas las fuerzas vivas, no solamente con el gobierno, porque hace pensar que la institución como la Iglesia está al lado del hombre y la mujer para ayudarle a buscar lo horizontes y buscar los principios del evangelio y por las razones más próximas por los principios de una vida mejor.

Esto, para poder entender hacia dónde vamos y pode dar pautas, el problema es que tenemos varios documentos, está la Comisión de la Verdad, el Consejo Nacional Anticorrupción, el Fonac y quisiéramos que todas esas instituciones, la Iglesia Católica y la Iglesia Evangélica contribuyan a que la responsabilidad por Honduras no dependa solo del gobierno, sino de los que formamos este país.

¿Qué tan crítica es la confrontación entre los poderes del Estado?

Yo creo que ese es un tema que al final de este año nos ha sobresaltado a todos y, sin duda alguna, ahí es donde queremos que se dé el diálogo, porque yo creo que si se dialogan estas decisiones se tomarían con mayor sentido, con mayor claridad ante el pueblo hondureño.

¿Qué puede haber detrás de estas confrontaciones?

Percibirlo sería entrar en una especulación, lo que quisiéramos es que estas decisiones se socializaran y, por otro lado se pudieran expresar las intenciones de las decisiones que se toman y que sirvan para el bien de este pueblo.

¿Cree que Honduras tiene un gobernante justo en toda la dimensión de la palabra?

Es difícil poder expresarle o situarnos como jueces ante una situación compleja como lo es gobernar un país, pero, sin duda alguna, creo que nuestros gobernantes tienen, porque hablo no solo del Presidente de la República, sino que puedo hablar del presidente del Congreso Nacional, del presidente de la Corte Suprema de Justicia, poder ser beligerantes para que en el papel que tienen ellos como líderes se pueda seguir hacia adelante; instamos a que los que están para gobernar puedan ejercer un liderazgo que nos pueda llevar al desarrollo.

¿Qué tan atrapada está la sociedad por la corrupción?

El siglo XX fue un siglo donde la corrupción, que es una enfermedad de la sociedad desde siempre, se vio fuertemente desarrollada y nos invita y nos introduce a un siglo XXI para comprender que es un camino que no tiene futuro; un país con corrupción no puede llevarnos al desarrollo que buscamos.

¿Cree que la Iglesia Católica ha hecho una reflexión para saber si el papel que ha jugado está conforme al plan de Dios?

Yo creo que la Iglesia a la luz de la palabra siempre llama a su propia conversión, porque la misma palabra nos invita a estar despiertos, no podemos considerar que hemos cumplido la tarea, nunca podemos decir que ha sido suficiente, porque estamos llamados a ser beligerantes y en esa beligerancia encontrar las luces para hacer presente el evangelio de Jesucristo, al enmendar errores, para a su vez encontrar las nuevas vías que Dios quiere que hagamos en la sociedad.

¿Qué aspecto cree que la sociedad no ha querido hacer?

Yo creo que en términos generales no es fácil querer escuchar el mensaje de Dios en una sociedad que vive problemas de materialización, que vive problemas de violencia, de migración y al mismo tiempo de desencanto, no podemos negar que sociológicamente la llegada del tercer milenio tenía una sociedad mundial en un malestar, entonces es casi como ir en contra de la corriente.

Es importante sanar e iluminar la inteligencia y es ahí donde quisiera que comprendiéramos que vivimos en una época de gente inteligente con grandes cambios de la ciencia y la tecnología, pero al mismo tiempo como que arrastramos o adolecemos de una inteligencia que nos haga vivir mejor, que nos haga comprender cuál es la voluntad de Dios y, por otro lado, qué es lo que tenemos que mejorar de las instituciones y la realidad que nos rodea.

¿Percibe un 2013 lleno de desencanto?

Yo quisiera proponer un 2013 con esperanza, pero una esperanza no nacida de la inconsecuencia si no comprende que la realidad del presente no nos puede arrebatar la ilusión, la esperanza de pensar que podemos ser mejores.

Hay atenuantes o megatendencias que nos hacen comprender que no va a ser fácil, pero para quienes creemos en Dios y quienes creemos en la capacidad humana, podemos hacer pensar que esta adversidad se puede convertir en un trampolín para asumir el reto de hacer los cambios necesarios para un tiempo mejor.

¿Cuáles cree que son los principales valores que se han perdido?

Hay que afirmar que hay que volver al seno de la familia como realidad, como institución, como escuela que forma valores, conciencia y permite el desarrollo sereno, alegre, entusiasta de los niños, de los adolescentes y de los jóvenes .

Hemos perdido la tranquilidad de vivir, un valor fundamental, la tranquilidad de expresarnos, el miedo que nos agobia nos permite sentirnos que estamos en casa pero a la vez no lo estamos.

Los valores como la fraternidad, la solidaridad tienen que ser valores apremiantes en la cultura hondureña que siempre ha existido, pero que a veces pensamos más en nuestros propios intereses que los intereses del bien común y eso va para el singular ciudadano como los que también están ejerciendo el poder.

¿Ve sectores populares manipulados o las manifestaciones que hacen son auténticas?

Yo creo que la ideologización es un tema en el que puede incurrir cualquier gremio, pero también se ve que se depuran, toman conciencia de las verdaderas necesidades y creo que, en ese sentido, Honduras ha dado pasos fundamentales, es decir, somos más genuinos, vamos construyendo la patria que queremos y respondemos a las necesidades.

¿Es cierto que la voz del pueblo es la voz de Dios?

“Vox populi, vox Deo”, yo creo que la voz del pueblo siempre y cuando sea un pueblo temeroso de Dios llega a ser la misma voz de Dios.

¿Es decir, que para creer que un clamor popular es la voz de Dios hay que ver si viene de gente creyente en Dios?

Yo creo que no es un tema de juicio, sino de valorar si las motivaciones gremiales tienen como meta el bien común, porque el bien común es lo que Dios quiere de nosotros cuando de forma legítima se reclama ese bien común, esa voz es voz de Dios, es voz de los pobres de Dios que necesitan y claman una justicia que lleve a la equidad, a la igualdad y, sobre todo al desarrollo.

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