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Para comprender a los pobres hay que ir a vivir con ellos

A este maestro y pedagogo, nacido en Coyoles Central, puede definírsele como un idealista, un soñador y un gran emprendedor.

22.02.2013

La lucha de Carlos Hernández por mejorar las condiciones de vida de los pobres refleja el idealismo de un hombre que dejó atrás sus comodidades para convertirse en una fuente de esperanza para centenares de familias de la colonia Nueva Suyapa.

A este maestro y pedagogo, nacido en Coyoles Central, puede definírsele como un idealista, un soñador y un gran emprendedor. A principios de los años 90 dejó atrás todas sus comodidades en Residencial Plaza y se fue a vivir a la conflictiva colonia Nueva Suyapa, convencido de que para ayudar a los pobres, primero hay que vivir con ellos, acompañarlos en sus tristezas, en sus alegrías y luego avanzar juntos por el camino de la superación.

En la actualidad, Hernández es el presidente de la organización Transformemos Honduras, desde donde busca que los hondureños tengan una educación de calidad, una administración estatal transparente y una sociedad donde impere la seguridad y la justicia.

¿Cómo fue su niñez? Nací en Coyoles Central, después me trasladé a vivir con mis abuelos y mi mamá a una aldea de Sonaguera, Colón, y ahí desarrollé mi niñez, asistí a una escuela rural, en una comunidad pobre pero donde se gozaba de un ambiente de libertad que hoy recordamos con nostalgia.

¿Usted es maestro? Fui a la Normal Mixta, en Trujillo, ahí me gradué de maestro de educación primaria. Con el deseo de superarme me trasladé a Tegucigalpa, sin conocer a nadie. De forma lamentable mis padres no tenían la capacidad de mandarme a la universidad, pero sí me animaban a seguir adelante. Mi abuela Arcadia (Hernández), que jugó un rol importante en mi vida, siempre me dijo: tenés que salir de acá, si querés estudiar, tenés que irte, aquí no podrás superarte, y así a los 19 años me vine para Tegucigalpa con 300 lempiras y sin conocer a nadie, nada más venía con una maleta azul llena de ganas de superarme. La idea era encontrar trabajo y comenzar a estudiar en la universidad, pensé que iba a ser fácil.

¿Y cómo le fue en la capital? Recuerdo que llegué y me quedé en un hotel en Comayagüela. Pagaba unos diez lempiras diarios de hospedaje. Yo ya había calculado que los 300 lempiras que traía podrían ajustarme para varias semanas. Y bueno, comencé a buscar trabajo y encontré uno que estaba muy acorde con lo que quería. Conseguí como promotor social en programas de alfabetización y desarrollo social en algunas comunidades cercanas de Tegucigalpa. Comencé a laborar como promotor y luego en el siguiente período me matriculé en la universidad para estudiar pedagogía.

¿Y cuándo decide tener su propia familia? Conocí a mi esposa Bernarda Arias, que igual venía de una familia de diez hermanos, sus padres se habían mudado de la zona sur a Tegucigalpa en busca de oportunidades para que sus hijos pudieran estudiar. Nos conocimos en la iglesia y nos casamos. Éramos muy soñadores, creíamos y seguimos creyendo que como cristianos y hondureños tenemos la responsabilidad de hacer algo por el país y por las personas que están en condiciones más difíciles a las que uno vive.

¿Cuáles eran su planes? Nos casamos y unos años después emprendimos una de las mejores experiencias de nuestra vida. Decidimos, allá por 1992, iniciar un trabajo en Nueva Suyapa, en ese momento era una de las comunidades más violentas y más difíciles de Tegucigalpa.

¿Ustedes vivían en Residencial Plaza? Nosotros vivíamos en la zona peatonal de Residencial Plaza. Las condiciones eran mejores que las que habían en Nueva Suyapa. Una de las cosas que fue como el detonante para tomar una decisión es que en nuestra casa teníamos agua las 24 horas del día y donde trabajábamos no. Aquí la gente, a pesar de ser los más pobres, gastaban una fuerte cantidad de dinero para poder tener agua, entonces cada vez que abríamos el grifo en nuestro hogar era inevitable pensar lo que estaba pasando la gente de Nueva Suyapa.

Mi esposa, que es muy cuidadosa, entonces empezó a poner límites, diciendo no vamos a usar el agua en esto, hay que recoger el agua que nos bañamos, entonces teníamos agua en el grifo, pero igual teníamos varios recipientes llenos, entonces ahí surgió la idea de por qué no encarnar esta vivencia, esta experiencia que teníamos de querer apoyar a los pobres. Así decidimos vivir con ellos, acompañarles en sus tristezas, sus alegrías y anhelos.

¿Por qué Nueva Suyapa?

Porque hay estigma en contra de los pobres. Aquí cuando alguien aplica a un trabajo y escribe que reside en uno de esos lugares calientes, casi de forma automática es rechazado, es marginado. Por eso comenzamos ahí con la intención de ayudar a la niñez, a la juventud, a las madres solteras, a mejorar sus condiciones de vida. 17 años estuve ahí en la dirección del proyecto Génesis. Fue difícil al inicio porque era una comunidad violenta, sufrí la tristeza de ver morir a varios jóvenes de cerca porque en ese tiempo el vehículo que teníamos era como el único que había en la comunidad, entonces cada vez que había un homicidio iban a buscarme para que les ayudara a trasladar los heridos al hospital, incluso en el hospital llegaron a ver mi carro como una ambulancia, lo miraban aparecer y de inmediato me abrían los portones, ¡ja, ja, ja, ja!

¿Le gustaba este servicio?

Por un lado me sentía realizado al servir, pero por otro lado tenía la tristeza de ver morir a muchos jóvenes.

Años después junto con otro amigo empezamos a reflexionar que las causas de pobreza son estructurales, no bastan las acciones y las obras que algunos hondureños hacemos por la gente pobre que sufre, sino que se tienen que buscar mecanismos para cambiar estructuras, leyes, que a veces lejos de beneficiar a los pobres, más bien se constituyen en un obstáculo para que se desarrollen. Entonces creamos la ASJ (Asociación para una Sociedad más Justa).

¿Para hablar con autoridad de los pobres hay que vivir con ellos? La perspectiva sobre la realidad es diferente cuando la vemos desde afuera a tener que vivirla. Gracias a eso pudimos ver y apreciar los éxitos que fuimos teniendo a partir de entrar a la comunidad. Juntos empezamos a planear, a soñar con los cambios. La comunidad necesitaba un colegio, mejorar las condiciones de infraestructura de las escuelas. Un dato que me sorprendió, recién llegamos, es que 200 niños en edad escolar no estaban en la escuela porque no había espacio. Nueva Suyapa era la mayor expulsora de niños a la calle en Tegucigalpa.

¿Qué lograron unidos?

La comunidad todavía vive en condiciones de pobreza, pero cuenta con un sistema de agua potable, tenemos un instituto técnico oficial- Nueva Suyapa- con maestros comprometidos, fuimos parte de la creación de una escuela privada, pero sin fines de lucro, que hoy atiende casi 800 estudiantes; tenemos el instituto El Verbo, con condiciones pedagógicas de primer nivel, pensando de que los pobres merecen lo mejor. También fuimos parte de todo un proyecto de mejoramiento de vivienda a más de 300 familias, iniciamos un proyecto de microcrédito para apoyar a las madres solteras. Iniciamos un proyecto capacitando a las mujeres y a la vez aportándoles un poco de dinero, hoy más de 3,000 personas siguen en la lucha, pero con un capital. Además tenemos una generación de jóvenes que están por culminar sus estudios universitarios.

¿Cuándo forman la Asociación para una Sociedad más Justa? En ese contexto de pobreza y de lucha para ayudar a la gente de manera directa, viviendo con ellos, fue donde llegan las reflexiones de lo que está pasando en Honduras y sentíamos que hacia falto algo más, y empezamos a soñar. Si pudiéramos hacer esto mismo a nivel estructural pensábamos, sabíamos que muchas de esas limitantes que tenía la sociedad era por la corrupción, malos políticos que se robaban el dinero. Yo decía, si lográramos meter presos y mencionábamos varios nombres, porque a la comunidad llegaba que había un proyecto del FHIS de tantos millones y que al final solo llegó una pequeña parte, así creamos ASJ, a finales de 1997.

¿Qué desafíos enfrentó con ASJ? Al inicio no visualizábamos que ese anhelo de ser parte de la construcción de una sociedad equitativa, con justicia, pudiese significar riesgos. En el 2006 comenzamos el proyecto de defensa de derechos laborales a guardias de empresas de seguridad, porque el empleo al que podían accesar mis vecinos de Suyapa era como guardias de empresa de seguridad y las mujeres como trabajadoras de las compañías de limpieza. También tuvimos un rol muy activo en el diseño de la Ley Forestal y en la de Tránsito. En el 2006 fue asesinado uno de mis compañeros, el abogado Dionicio Díaz García, y eso nos llevó a replantear varias cosas.

¿Usted también fue amenazado? Cuatro días después del asesinato de Dionisio fui víctima de una persecución con la intención de quitarme la vida. Fue un tiempo donde se pusieron a prueba mis convicciones, las de mi familia. Algo que me sirvió cuando pasó esto, es que al llegar a mi casa, al ponerme hablar con mis hijos, el más pequeño me dijo: “Que ridículo que por hacer algo bueno te quieran matar”, y ahí mismo me dijo: “No, sigamos adelante, tenemos que seguir en esto”, él apenas tenía seis años. Escucharlo fue como oír la voz de Dios.

¿Ahora usted coordina Transformemos Honduras? Este proyecto nace en 2009 después del conflicto político, en ese momento como ASJ asumimos una posición objetiva, por un lado nosotros habíamos denunciado la corrupción en el gobierno de Manuel Zelaya, pero por otro lado sentíamos que la manera en que fue sacado del poder no fue la correcta. Algunos socios nos decían que teníamos que ir a las calles, nosotros decidimos mantener nuestra posición, condenamos esto, pero también condenamos la corrupción en el gobierno de Zelaya. Aprovechamos esa situación e iniciamos un sueño con Transformemos Honduras.

¿Cuáles son los temas prioritarios en esta organización? Educación, salud, justicia y seguridad y transparencia. Nosotros pensamos que estos son los cuatro problemas más grandes, y que si Honduras lograra resolverlos estaría en mejores condiciones.

¿Qué logros han tenido? Comenzamos con el tema de educación porque de manera lamentable este sistema fue secuestrado por los políticos y por una dirigencia magisterial que perdió su dirección. Esto nos dio lástima porque nosotros creemos que en una sociedad los contrapesos son importantes, pero aquí los que debían ser el contrapeso se unieron a quienes tenían un interés de no beneficiar a la niñez y entonces el resultado que tenemos es niveles de calidad en matemáticas bajísimos, que en los últimos diez años llegaba a 37 por ciento, en español un poco más, ni siquiera llegábamos al 60 por ciento, pese a que en el sistema se hace una inversión fuerte que es el 7% del Producto Interno Bruto, el más alto de toda la región. Nuestras investigaciones revelaron que 200 millones de dólares, casi cinco mil millones de lempiras, se perdían en corrupción cada año, era un dato que daba miedo. Justamente hoy (miércoles) el Ministro de Educación confirmó ese dato.

En un principio ¿cómo reaccionaron las autoridades de educación? Al inicio decidimos dar datos que no podían ser cuestionados, obviamente se dieron reacciones para deslegitimar, demandar, pero estaban los datos ahí con nombre y apellido, entonces no hubo opción y nos dijeron “sentémonos en una mesa para buscar soluciones”. El sistema educativo se degeneró en los últimos años de tal manera que todo el sistema respondía a mantener una estructura corrupta. En un principio había pláticas pero no había resultados de cambio, pero al llegar el nuevo ministro, Marlon Escoto, quiso conocer los informes, los estudió y dijo: “Trabajemos juntos, yo quiero sanear esto, quiero recuperar la gobernabilidad del sistema” y lo hemos acompañado.

¿Cuál fue la reacción de los colegios magisteriales?

Muy aislada, en un principio decían que nosotros éramos parte de la oligarquía, que queríamos desprestigiar los movimientos, que teníamos vínculo con algunos empresarios, pero yo manejo el principio, que es una norma de vida, de que la verdad tiene poder. Decidimos no reaccionar, solo asegurar de que decimos la verdad y mantenemos la convicción de que esa verdad tarde o temprano tiene un resultado.

¿En el área de salud qué han logrado? Nosotros abordamos el tema de salud nada más en lo de los medicamentos y aquí el trabajo ha sido más complejo, porque hay varios grupos que participan en la compra y venta. Ahí hay malos políticos, malos empresarios que han estado jugando con la salud del pueblo hondureño.

¿Conforme con los resultados alcanzados por Transformemos Honduras? Muy satisfechos, muy contentos porque veo que hemos hecho un aporte muy valioso al país.

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