La Sábana Santa, que mide cuatro metros y 42 centímetros de largo por un metro y 13 centímetros de ancho, ha sido sometida a una serie de estudios científicos.
Compuesta por dos piezas cosidas a lo largo, es de un color parduzco característico; está hecha de lino prácticamente puro y entre sus hilos se han hallado algunas fibras sueltas de algodón.
Según el experto en textiles, el profesor Raes, la forma de entrelazar los hilos es llamada “sarga” o “espina de pescado”, es la propia de un tipo de telares que dejaron de funcionar por ejemplo en Antinoópolis (Egipto) en el siglo IV. Es decir, una tela muy antigua.
En la Síndone se aprecian diversas huellas. Las más llamativas son dos grandes líneas longitudinales de tela quemada que corresponden a los daños producidos por el incendio de 1532.
Hasta 2002, momento en que la Sábana fue restaurada, los dieciséis agujeros producidos por la gota de plata recalentada estuvieron cubiertos con los remiendos aplicados por las clarisas de Chambéry. También se observan con claridad manchas de lo que en 1978 se determinó que es sangre. Por último, es visible una doble impronta, frontal y dorsal, del cuerpo del Hombre que se envolvió con la Sábana.
Según los expertos, la imagen no ha sido |
El año de 1898 fue muy importante en la reciente historia sindónica porque por vez primera la Sábana fue fotografiada. El encargado de hacerlo fue Secondo Pia, un abogado turinés aficionado al entonces nuevo arte fotográfico.
Tuvo contratiempos con la iluminación y empleó para obtener las placas una enorme y primitiva cámara que aún hoy puede verse en el Museo de la Síndone de Turín.
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Él mismo relata que cuando reveló las fotografías en su estudio quedó sobrecogido, porque era en el negativo fotográfico donde se observaba con perfecta nitidez la imagen delantera y trasera de un Hombre de particular belleza cuyo rostro sereno contrastaba enormemente con las huellas de las torturas a las que, según la Síndone, fue sometido.
Pia fue el primer hombre que vio la imagen que la Síndone había mantenido oculta hasta ese momento.
En 1931 y 1933, un fotógrafo profesional, Giuseppe Enrié, bajo la tutela de diversos peritos, tomó nuevas fotografías, más detalladas, y confirmó que lo que Secondo Pia había observado tres décadas atrás volvía a suceder: el negativo de las fotos era el lugar idóneo para observar la imagen, y no la Sábana.
Estudios médicos
La ciencia se ha interesado por la Síndone en distintas ocasiones. Los primeros en estudiarla fueron diversos médicos como los doctores Paul Vignon, profesor de Biología del Instituto Católico de París; Yves Delage, profesor de Anatomía de la Sorbona francesa; Pierre Barbet, cirujano jefe del Hospital de San José de París y Giovanni Judica-Cordiglia, profesor de Medicina Legal de la Universidad de Milán, entre otros.
No hay un solo forense que se haya acercado a la Síndone a estudiarla que no coincida en que las huellas que en ella se aprecian son anatómicamente perfectas y corresponden, sin lugar a dudas, a las que dejaría en una tela el cuerpo de un varón crucificado, tal y como describen los Evangelios y como la arqueología y la historia nos indican que hacían los romanos en el siglo I.
Es más, en la Síndone aparecen claramente reflejadas huellas de tipo anatómico-forense desconocidas antes de nuestro siglo, como la presencia de sangre venosa y sangre arterial, sangre pre y posmortal o suero sanguíneo alrededor de las costras que solo es posible apreciar cuando se fotografía la reliquia con luz ultravioleta.
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No obstante, fue durante el mes de octubre de 1978 cuando un equipo multidisciplinar de científicos denominado S.T.U.R.P. (siglas en inglés de Shroud of Turín Research Project) tuvo en su poder la Síndone durante 120 horas seguidas para analizarla con los instrumentos más avanzados del momento.
El coordinador del equipo fue John Jackson, físico de la Academia de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos y que trabajó estrechamente con varios expertos del Laboratory Jet Propulsion de Pasadena. Los resultados de sus investigaciones fueron publicados por las revistas científicas más prestigiosas.
Lo primero que hizo el equipo fue desenrollar la Síndone y colocarla cuidadosamente en un bastidor diseñado para el estudio de la reliquia. Descosieron parte de la tela de sujeción para poder observar el otro lado y descubrieron que en esa zona también estaban las manchas de sangre que habían empapado la mortaja, pero no se podía apreciar tan claramente la imagen del Hombre de la Sábana.
A la Síndone la fotografiaron con luz normal y luz ultravioleta, se la observó con microscopios electrónicos y se la sometió a diversas pruebas cuyos resultados, aún hoy, nos siguen admirando.
Si la Síndone es una falsificación, es la prueba |
Estudio palinológico
La palinología es la parte de la botánica que se encarga del estudio de los pólenes, es decir, de los granos microscópicos contenidos en las anteras de las flores y que son, en sí, las células reproductoras de las plantas fanerógamas.
Cada flor produce su propio polen, inconfundible, y un palinólogo es capaz de identificar a qué planta pertenece un determinado grano polínico. Hay plantas que se denominan endémicas porque solo se dan en determinadas zonas del planeta.
El polen es arrastrado por el viento dentro de un territorio, pero el viento amaina y el polen cae y se deposita sobre los tejidos que se encuentran en su camino. Esto es muy interesante para una investigación policial, pues analizando la ropa de un presunto asesino se puede saber si estuvo en un bosque o pasó por un jardín.
Uno de los palinólogos más famosos del mundo, por haber sido director del Servicio Científico de la Policía Criminal de Zurich -hasta su jubilación-, el profesor Max Frei, fue el encargado de estudiar los pólenes presentes en la Sábana Santa. Tomó muestras del polvo depositado sobre ella y dedicó nueve años al estudio de estas muestras.
Hizo siete expediciones a Oriente Medio para identificar, sin lugar a dudas, los pólenes que había encontrado. Identificó, en fin, 49 especies distintas, algunas comunes y otras exclusivas de los lugares por los que sabemos que pasó la Síndone.
Entre sus principales conclusiones están que la muestra polínica de la Síndone es la normal de un objeto con sus características, que el lienzo ha viajado y ha sido expuesto al aire de lugares muy diversos del mundo, que tres cuartas partes de las especies encontradas sobre la Síndone crecen en Palestina, entre ellas el zygophillum dumosum y la gundelia turnefortii, y que también se hallan en la tela granos de polen secos de plantas que se han encontrado en los estratos sedimentarios de hace dos mil años del Lago de Galilea.
En resumen: los pólenes microscópicos presentes en la sábana confirman punto por punto el recorrido histórico que conocemos de la Sábana y son, en palabras del propio Frei, una prueba infalsificable porque nadie hubiese podido manipular pólenes de tan distintas partes del mundo antes de inventarse el microscopio a finales del siglo XVII.