La última vez que había entrevistado al poeta, una de las figuras más prominentes de la conocida como “Generación del 70”, corría el año 2015; estaba con él, en esa ocasión, el extinto José Luis Quesada, quien escribió en su momento que Ramírez quería imponer su realidad a la realidad, que no se resignaba con que las palabras sean solo palabras...
¿Es así don Livio?
Lo que dijo José Luis es correcto, nosotros hemos creído que se trata de una lucha fundante, de una lucha en que las palabras tienen que agotar su propia esencia e ir hacia realidades que la trasciendan. Nosotros creemos en una nueva utopía, y como tal, esta palabra está desatada sobre la realidad, queriendo ensancharla, queriendo dimensionarla, sino, pues, hay que quedarse en casa tranquilamente leyendo libros, porque creemos nosotros que la poesía es un lenguaje pero también es una praxis, es una acción... De ahí está la poesía que se escribe, y la fundamental, que es la poesía que se vive, o la poesía que mueve a vivir.
Su consciencia social y poética se forjó desde las aulas de clases del Instituto Central Vicente Cáceres, pero sus fundamentos se hicieron robustos en México, donde se instaló entre 1963 y 1970 para estudiar Ciencias Sociales y Jurídicas cuando apenas tenía 18 años... Se formó el jurista mientras se ensanchaban las raíces del poeta, en un México que lo nutrió e hizo que la poesía para él fuera también un ejercicio profesional.
“Yo creo que un intelectual tiene que ser la conciencia crítica de su época, de su tiempo. No concibo a un intelectual en el vacío, o un intelectual condenado a la metafísica en su forma más pedestre”. |
Su estancia en el país azteca fue importante y fundamental. Ahí fue parte —durante tres años— del taller de literatura de la UNAM. Dirigido por el poeta Juan Bañuelos, “ese taller nos permitió relaciones con las grandes figuras de la literatura mexicana, como Juan Rulfo, Efraín Huerta, Carlos Fuentes... por el taller pasaba lo más importante de la literatura continental, y en cierto modo europea; teníamos ese contacto vivo con las figuras creadoras del siglo... México estaba viviendo un momento estelar en su cultura”, recuerda Livio Ramírez, mientras toma en su mano uno de sus más recientes libros, “Inyama”, una antología que reúne 16 poemarios, que son parte de ese trabajo que ha revisado, afinado y concluido durante la pandemia. “Entonces ese es un cuerpo de mi poesía, es un recorrido por el mundo, por la contemporaneidad que me ha tocado vivir”, dice Ramírez sobre “Inyama”, publicado en Estados Unidos por Casasola Editores, disponible en Amazon y muy pronto en Honduras.
Mirando el curso de mis días
Hoy me he detenido a estallar,
A crecer duramente
Entre reglas de juego.
A mis espaldas ruge Madrid.
Veo su cielo invicto entre la polución
Y el veneno de los anuncios luminosos.
Está a punto de hundirse
Sobre el amanecer.
Tengo un poco de fiebre.
(Casi nada, me digo,
con la amabilidad de un fantasma).
Y escribo:
¿Cuántos puños convergen en mi mano?
¿Cuántas voces confluyen
en mi monólogo feroz?
Quiero fundir la vida y las palabras.
Apresar sus raíces aquí,
bajo este océano
donde no hay más que insomnio.
Recuerda Ramírez en “Inyama” a Madrid. El poeta vivió en España entre 1973 y 1979, siendo ese uno de los tiempos que también lo ha marcado como hombre y poeta.
“Ese encuentro de España consigo misma, esa instauración de la primera democracia española de este siglo, fue fundamental para mí. Ese es el contexto en el que se escribió el libro ‘Escrito sobre el amanecer’, y después estuvo mi retorno al país, en el que yo tuve una actividad académica producto de los estudios de posgrado que hice en España en materia de Derecho, de Sociología Política y de Estudios Internacionales.
Mi retorno al país, en el que obviamente hay una realidad social y política en la que me involucro, en la que encuentro que hay una búsqueda de la identidad nacional en términos profundos, y también de una realidad más humana, menos desigual, más acorde con nuestra condición de seres humanos″.
No obstante, reconoce el poeta que Honduras ha sido un país, no infértil, sino infertilizado en materia cultural, y no la cultura vista solo desde la literatura y el arte, sino la cultura como un concepto más amplio y profundo.
“En términos generales, la cultura no ha sido preocupación del Estado hondureño, precisamente porque ellos mismos no han sido capaces de pensar una política cultural en términos serios, no han sido capaces de entender que el fundamento del desarrollo es la cultura, si la entendemos no como arte nada más, sino como una expresión que incluye muchísimas más manifestaciones de la vida, como concepto antropológico y social.
Entonces hay que entender que el escritor, el novelista, el narrador, el teatrista, han vivido en un contexto social bastante adverso, bastante hostil, que no les ha quebrado la moral a muchos de ellos”, señala.
En la historia de la poesía, grandes figuras han escrito desde la precariedad, el exilio, la guerra, la desigualdad, la cárcel... Nada, solo la muerte, ha detenido la poesía y la palabra.
¿Cómo se enfrenta Livio Ramírez ante el poder de la palabra?
Bueno, yo creo que la poesía es anterior a la palabra. En mi caso sostengo que la poesía es el único documento personal que poseo. La palabra y el lenguaje es un instrumento para la transformación de la vida, para que el ser se exprese. Yo he dicho que la escritura ha sido nuestra segunda sangre, es decir, es una realidad que nos constituye, y la lucha con la palabra, la lucha con el lenguaje, no tiene más objeto que hacerlo cada vez más humano, más al servicio del hombre, de la mujer, un instrumento no de lujo, sino de realización y como tal tiene poderes insólitos, ilimitados.
La palabra es un carisma, el ejercicio de la palabra es una vocación ante la que no podemos ser infieles, porque la palabra es el ser, es la expresión de la realidad en un poeta, puesto que se trata de un lenguaje esencial.
Y es en ese compromiso con la poesía y la palabra que Livio Ramírez ha trascendido su tiempo y su espacio. Ha publicado 18 poemarios, reunido el trabajo de 16 libros en “Inyama” —cinco de ellos publicados anteriormente—, ha realizado 40 antologías de poesía. Además de “Inyama”, este 2021 publicó en México “Palabra por palabra”, bajo el sello editorial El Tucán de Virginia, y en Perú publicó “Personal”.
“La disciplina que me permite ser más contemporáneo, hablar un lenguaje que pueda compartir con todos los seres humanos que amen la vida, que quieran transformarla, es la poesía”. |
Homenajes
Esta temporada pandémica ha sido para Livio Ramírez un período de creación incesante, con tres libros publicados en tres países, y a esto se suman dos homenajes a su trayectoria.
El primero de ellos en el V Festival Internacional de Poesía Los Confines, que se desarrolló en Gracias, Lempira, y que ha convocado a escritores de diferentes latitudes.
Y el año lo cerrará con un homenaje que le dedicará el IX Festival Iberoamericano de Poesía Primavera Poética de Perú, donde también serán reconocidos por su trayectoria Waldo Leyva (Cuba), Elvira Hernández (Chile), Jorge Boccanera (Argentina), Hildebrando Pérez Grande (Perú) y José Luis Díaz-Granados (Colombia).
“Yo creo que este reconocimiento no es a Livio Ramírez, sino a la poesía de Centroamérica, y como tal estoy agradecido y comprometido”, expresó el escritor, quien considera que el poeta es “un ser beligerante, un ser constructor de realidades y del lenguaje”.
Livio Ramírez
Poeta, ensayista, catedrático e investigador universitario. Realizó estudios doctorales en Derecho y posgrados en Sociología Política y Altos Estudios Internacionales. Exdirector de la Academia Hondureña de la Lengua y exdirector general del Ministerio de Cultura.
Entres sus libros publicados están 'Sangre y estrella”, “Yo, nosotros”, “Arde como fiera”, “Descendientes del fuego”, “Personajes y otros poemas”, “Escrito sobre el amanecer”, “Columna que fluye”, “Obra reunida”, “Praxis de lo imposible”, “Cabeza de sol”, entre otros.