TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Albany Flores Garca ha publicado el libro “El árbol hace casa al soñador”, bajo el sello de la Editorial Casasola, uno de los poemarios más hermosos de su generación.
Un libro brevísimo, dieciséis poemas de corto aliento. Podría considerarse, por el tempo de la voz poética, como un poema unitario con leves estancias en su viaje interior; aunque cada poema existe en su propia atmósfera y se despliega en infinitos universos creados por sus imágenes de delicada persistencia.
Flores Garca trabajó cuidadosamente este libro: denota el respeto por el oficio de la escritura, la profundidad de la poesía breve, ataviada de una poderosa evocación con una mesurada ampulosidad que se entrelaza en la memoria poética.
Un libro donde la asimilación de lecturas y el tejido intertextual delinean magistralmente cada poema que posee el don de la contemplación, el esmero, los años para decantarse, y sobre todo la materia prima que todo buen poeta o lector reconoce en la escritura: responde y es testimonio esencial de la imposibilidad y la posibilidad, indaga con plena conciencia esos laberintos cotidianos e íntimos que son las fibras de la historia.
Poesía que nos permite encontrar las voces de la tradición y las voces de la transgresión. En pocas palabras nos lee desde su poderosa intimidad: “Breve celeridad la del instante./ La del momento exacto/ en que el desorientado llega/ a un sitio parecido al de sus sueños”.
Albany Flores Garca nació en 1989, ha publicado el poemario “Geografía de la ausencia” y el libro de cuentos “La muerte prodigiosa”. El autor también es un valioso historiador y un escritor de crónicas que han sido publicadas en periódicos y revistas de América y Europa.
Le doy la bienvenida a “El árbol hace casa al soñador” con las sabias palabras del poeta Antonio Colinas: “La poesía acaso solo sea un poco de tibieza o calor contra la dureza de la vida o de la muerte, huella de una luz que nos enseñó a ser y a conocer, a vivir en lucidez y en plenitud, a sanarnos y a salvarnos un poco”.
Un libro en el que se rememora el adiós y la bienvenida, y permite encontrar en nuestra voz esas otras voces que tienen las respuestas a nuestras preguntas.
Poesía para besar las pérdidas y sanar nuestras heridas. Lo dice el poeta, sino que el lector entreabra por cuenta propia la clarividencia de una poesía que muestra mucho de lo que somos y nos duele “Deja abiertas las puertas/ al viajante que espera/ una casa que jamás habitó; porque nunca hubo casa/ para el que partió,/ y ahora vuelve”.