TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Cuando ríe y enseña esos dientes de marfil, te invita sin palabras a su mundo. ¿Don Alex o Alex a secas? “Dígame Alex, es el diminutivo de Alexander”, pide este orgulloso hijo del campo bananero Puerto Arturo (Tela) que bien sabe disfrazar esos 60 pirulos que carga en su tarjeta de identidad.
“Quizá es porque hace 22 años, cuando murió mi mamá y nació mi hija, dejé de tomar y abracé el camino del Señor”.
Desde entonces y todas las mañanas de los domingos, Alex Acosta deja la cámara tres de Televicentro y acude a una cita con Dios. Se olvida de los encuadres, deja de activar el zoom y levanta los brazos para agradecer por un día más de vida; por la tarde regresa a la rutina que más ama en Canal 5, la casa que le enseñó el valor del dinero desde aquel 26 de marzo de 1979 que firmó su primer contrato por 120 lempiras al mes.
¿Todavía se acuerda de esa fecha, Alex?
Nunca la voy a olvidar. Tenía 20 años y creo que fui al cine con mi primer sueldo... ja, ja, ja.
¿Nunca había trabajado?
Mi primer trabajo fue en Químicas Dinant empaquetando jabones, pero solo estuve una semana de 6:00 de la tarde a 6:00 de la mañana. ¡Me salí porque no aguanté... ja, ja, ja!, no me acostumbraba al horario. Luego voy a una gasolinera de los Bueso Arias a trabajar de conserje, sin embargo ese trabajo se extendió hasta lavar platos y eso ya no me gustó. También me salí.
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¿Y cómo consigue entrar a Canal 5?
Fue en 1978. Una sobrina que trabajaba como contadora me dijo que llevara mis papeles.
Estuve dos meses a prueba en la sala de controles, poniendo comerciales y programas grabados en aquellos casetes grandotes formato “tres cuartos” de aquel tiempo. En esos años todo era manual.
¿Y qué pasó después?
Como al mes el argentino Alfredo Maggiore, que era el jefe de los estudios, me dice: “Agarrá esas luces y te vas con este camarógrafo a grabar un comercial al centro”. Así me fui metiendo a una zona donde ya estaban Baudelio Flores y Froylán Wah Lung, hasta que un día me llama Baudelio y me dice: “En el estudio solo hay dos cámaras, pero te vamos a dar la oportunidad cuando falle un camarógrafo”.
Y así fue, un domingo no llegó un muchacho y me dieron la chance en el programa de la Lotería Nacional, uno de los pocos que se transmitía en vivo... estaba todo rígido, nervioso, pero me dijeron que había aprobado.
Delantero a lo “Matador”
Atrás había quedado aquel polvo crudo de Puerto Arturo que perseguía los pies descalzos del pequeño “Cachito” cuando jugaba en la canchita del barrio. “Y así chuña me iba a la doble jornada de clases a la Escuela Independencia de una aldea que se llama La Terralosa... éramos pobres, pero lo tenía todo: la casa, la comida y la familia”.
- ¿Y por qué le decían “Cachito”?
- Por aquella famosa canción “Cachito, cachito, cachito mío...”. ¿Se acuerda, verdad?
- ¡Claro! ¿O sea que a “Cachito” no lo agarraban en esas canchas polvorientas de Tela?
- Ja, ja, ja... jugaba como delantero, pasaba a la vigiona.
- ¡Ah!, algo así como Wilmer Velásquez, entonces.
- Más o menos. Y le cuento que el “Matador” es familiar lejano mío. San Alejo queda cerca de Puerto Arturo y La Terralosa.
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El fútbol le ha tocado las canillas desde chico a Alex Acosta, pero nunca le llamó la atención ser jugador profesional. “Ya en el colegio me mandaron a la meta y con la empresa siempre he jugado de portero”.
Lo más cerca que estuvo de la fama fue cuando su primo Juan Ventura la “Gata” López, uno de los defensas históricos de Olimpia, lo trajo a la capital para que pudiera estudiar mientras él jugaba en Liga Nacional; “vivía con mi tía (la mamá de la Gata) en la Kennedy y me acuerdo bien que a la casa llegaban Belarmino Rivera, Jorge Bran, Jorge Urquía, Marco Antonio el ‘Tonín’ Mendoza y yo ahí me hice olimpista... aunque ahora soy más Selección Nacional”, aclara.
O sea que siempre estuvo vinculado al deporte, de una u otra forma, ¿eh?
Sí. Y la Hexagonal del 81 fue mi lanzamiento en deportes de Canal 5. Recuerdo que estaba en el juego Honduras-Haití, la H iba ganando y yo andaba con una luz portátil que en una de esas encendí involuntariamente directo a la cancha: el árbitro paró el partido con todo y las 40 mil personas que había en el Estadio Nacional y el cuarto árbitro, el canadiense David Socher, se acercó a mí, yo todo desnutrido, y me sacó: “¡Out!”, me dijo.
Ahí viene la frase famosa de Salvador Nasralla: “¡Alex Acosta, el primer camarógrafo expulsado en una cancha!”.
Ja, ja, ja... y qué más le ha pasado en los estadios.
Una vez Vicente Daniel Viera (volante uruguayo de Olimpia) estaba en el calentamiento antes de un partido en el Nacional y lanza un pelotazo que venía directo a mi cámara... por querer patearla me llevé la cámara hacia adelante y se cayó. Me dieron una regañada los jefes.
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Y manejar esas cámaras era toda una hazaña, ¿no?
La verdad que sí. En aquellos tiempos todas eran cámaras manuales y había que calcular la luz y algunas veces ponerle un filtro solar manual que se enroscaba en la cámara. El zoom era manual, con el dedo y la mano y si andaba tocado... ja, ja, ja.
Ja, ja, ja. ¿Y en el extranjero qué anécdota recuerda?
En un viaje a Jamaica tenía tanta hambre que le digo a Salvador Nasralla: “Ya vengo, voy a buscar algo de comer”. De repente miré una humazón y dije: “Bueno, no me queda más que probar la carne asada jamaiquina”... y en lo que me acerco miro a aquellos negritos bien alegres con aquellas pipas de marihuana... ja, ja... ya se imagina, verdad.
¡Uf! Bueno, hace como dos semanas me dijo que no podía hacer esta entrevista porque estaba mal de la rodilla. ¿Se lesionó jugando?
¡No!, trabajando en 2014 en un Motagua-Platense. Después de hacer la toma del sorteo entre los capitanes me voy a las bancas y cuando iba para la del Motagua el director de cámaras de inmediato me dice que me vaya para la del Platense... pego el brecazo y con el peso de la cámara se me fue la rótula. Me enyesaron por un mes y hace poco volví a recaer. Pero lo importante es que no le quedé mal y acá estoy dándole la entrevista.
Y lo agradecemos. Tiene que cuidarse esa rodilla, ¿no?
El doctor me dice que tengo que bajar de peso y en la casa tengo una máquina para hacer abdominales pero me da pereza hacer ejercicio... además que café, semitas y sopa no pueden faltar en la mesa... ja, ja, ja.
Bueno, justamente ahora vámonos a esa vida no detrás de las cámaras, porque ahí es donde siempre pasa, sino lejos de las cámaras... je, je, je.
Tengo libre los sábados y ahí aprovecho para tomar sopa, me encantan, soy sopero. Si hay en el desayuno, en el almuerzo y en la cena, no importa. Cuando vengo de viaje mi esposa me tiene preparada una sopa, de frijoles, de pollo, marinera...
¿Mira televisión?
Me gusta ver mucho la televisión mexicana, la mejor de América en cuanto a transmisiones deportivas. También escucho música, me encanta la viejita y la de mensajes cristianos. Y los domingos sirvo a la iglesia haciendo fotos y videos.
Con esa música viejita me imagino que conquistó a su esposa Bessy Esmeralda, ¿eh?
Ja, ja... más bien mi esposa se enoja porque dice que no soy detallista, solo la iba a traer al trabajo y a veces la llevaba al cine. No me gusta ser empalagoso.
¿Cómo la conoció?
En esta casa siempre hemos vivido con mi hermana: ella en el piso de abajo y yo en el de arriba. Pues mi esposa la visitaba a ella porque se congregaban en una iglesia de El Pedregal y una noche nos vimos y nos gustamos.
Amor a primera vista, me imagino. ¿Cuántos hijos?
Alexa Rafaela, una niña con capacidades especiales de 22 años, y Norman, a quien ya lo tenía mi esposa cuando la conocí.
Suma 40 años trabajando sin pausas en Televicentro. ¿Piensa en el retiro?
Dios lo va a decidir pero mi labor está cumplida, tengo mi casa y una buena familia; la cámara me ha dejado satisfacciones, premios... por ejemplo que me hagan un homenaje en una final de Liga con 30 mil personas es una satisfacción tremenda y con eso es que me quedo.