TEGUCIGALPA, HONDURAS.-Si fue capaz durante décadas de diseñar la más reconocida obra navideña del país, cómo no va a ser capaz de dibujar una sonrisa en su rostro, a pesar de que su salud ha sido drásticamente golpeada por un enemigo llamado párkinson.
“Mire, yo no hablaba así, yo hablaba como hombre ja, ja, ja”, desliza don Fernando Martínez con esa voz quebrantada por esa inexorable enfermedad; “como a las 7:00 u 8:00 de la noche pierdo la voz y hablo hasta el día siguiente”...
Pero este hombre de 75 febreros es un guerrero total. “Soy un luchador y Él, el Niño Jesús (señala la imagen que tiene a la par), es el que me protege”, se describe uno de los más reconocidos arquitectos que se inmortalizó por ser al artífice del más famoso nacimiento de la capital. Despertó esta pasión con su madre en 1950, la continuó solo en 1985, la llevó a lugares públicos en el 2000 y truncó esa tradición en este 2019.
“No hacer el nacimiento después de 35 años es duro y me ha tocado llorar por eso”, confiesa con una tristeza que ni sus lentes verdes son capaces de esconder.
Canciller, aspirante a alcalde de la capital y casado con un amor extranjero que flechó cuando estudiaba en Estados Unidos. “A Karen la conocí en la universidad y ya vamos a cumplir 50 años de casados”, relata mientras contrarresta su temblor en un sofá, aguarda por la llegada de su amada y cuenta su historia a Tictac...
Don Fernando, gracias por recibir a Tictac en su casa. Esta época del año es especial para usted, ¿verdad?
Claro. Tenía seis años cuando le ayudaba a mi mamá a hacer el nacimiento. Iba a traer aserrín a un aserradero que quedaba en la primera avenida y nosotros vivíamos en la tercera avenida de Comayagüela. Había un balcón y la gente miraba el nacimiento desde la calle.
Ya en 1985 comienza a hacerlos solo y en 2000 lo coloca en un lugar público...
El primero lo puse en el barrio Guanacaste. Ya en agosto de cada año comenzaba a preguntar la gente: ‘¿cuándo va a ser el nacimiento?, ¿qué temas va a tener?’. No tengo idea de cuántas piezas utilizaba.
¿En qué mes iniciaba?
En septiembre comenzaba a limpiar las piezas y el 1 de octubre ya empezaba el nacimiento. Compraba bastantes piezas, otras me las regalaban y yo hacía otras. El reto era mejorar cada año. Lo hacía de mi propio dinero, yo nunca recibí un centavo de nadie para hacer los nacimientos.
¿Y allí plasmaba temas que se daban en el año?
Sí, por ejemplo recuerdo el del golpe de Estado, la salida de “Mel” Zelaya, me acuerdo que “Mel” salía con un gorrito de niño tierno y con pijama... ah, la gente se moría de la risa, esos han sido los temas que más le han gustado a la gente.
Hablando de temas, ¿cuáles hubiera puesto en el de este 2019?
Hubiera puesto lo que está pasando en el Congreso y lo del muchacho que golpearon en Choluteca (Wilson Berríos). Estoy muy emocionado con lo del boxeador Teofimo López (primer campeón mundial con sangre hondureña) y ese iba a ser el punto fuerte del nacimiento para darle ánimos a la gente, porque aquí no hay esperanza de nada. Ya había hecho la figurita. En el nacimiento iba a poner la frase que dijo: “Honduras, esto es para ti”.
¿Cuál fue el nacimiento en el que más gastó?
Ja, ja, ja, nunca sumé. Lo que me importaba era esa pasión. Este año para mí ha sido duro, he llorado por no hacer el nacimiento (se queda un momento en silencio). Todos me dijeron que este año no podía porque son dos meses de trabajo intenso, de 8:00 AM hasta las 4:00 o 5:00 PM. Para mí subir gradas es muy difícil y me han hecho cirugías porque me he caído.
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¿Cuándo descubrió que tenía párkinson?
Me di cuenta de la enfermedad en 2007 y comencé a combatirla. He tenido momentos duros, pero los acepto. A excepción del domingo, hago ejercicio todos los días, de 9:00 a 10:00 AM. He hablado con amigos que tienen párkinson y les he dicho: “Tienen que hacer ejercicio”. Solo pasan acostados.
¿Usted sí se cuida?
Yo me estoy tomando los medicamentos a las horas indicadas, si no estuviera echado en una cama. Esta enfermedad ataca todo el cuerpo, hasta la vista. Este ha sido el año más duro porque la enfermedad va ganándole la batalla a uno. Lo que estoy haciendo es prolongando mi vida, realmente yo estoy ganando tiempo. Hasta el final voy a luchar, siempre he sido un luchador desde pequeño.
Hablando de niñez, ¿qué pasiones tenía de pequeño?
A mí me gustaba el arte, hacía cosas como juguetes. Siempre me llamaron la atención los colores y mi favorito es el rojo. Fui y soy amante de la música. Le voy a contar que en 1964 viajé a Estados Unidos a estudiar y allí me pasó una experiencia inolvidable de mi vida.
¿Qué vivencia tuvo?
Llegué a Miami el 12 de febrero de 1964 y miré un alboroto de la gente en el aeropuerto, vi cuatro muchachos vestidos de negro, con botines altos y pelo largo. Llegaban por primera vez a EE UU y pasaron frente a mí... los Beatles. Eso me entusiasmó mucho y me interesé en la música de ellos. Conseguí boletos y fui al concierto.
Pasando a su otra pasión, ¿siempre tuvo claro que estudiaría Arquitectura?
Yo comencé estudiando tres años Ingeniería Civil porque no había Arquitectura en Honduras. Fui a estudiar a Estados Unidos, pero sabía que Ingeniería no era lo que a mí me gustaba y me cambié a Arquitectura. Tuve que comenzar desde cero en la Universidad de Kansas. No me arrepiento, considero que tuve mucho éxito.
¿Hablando de Kansas, allí conoció a su esposa?
Claro, yo vivía en un edificio de 13 pisos, que albergaba 1,300 estudiantes. Mis padres me lo pagaban y todo mi tiempo de la universidad yo trabajaba cortando cerezas, me daban un dólar por cada balde.
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¿Pero qué pasó con la historia de amor, ja, ja, ja?
Me gustó y coincidíamos en pensamientos. Estaba la época de la Guerra de Vietnam (1955-1975). Coincidíamos en muchos aspectos. Mi esposa procede de una familia muy religiosa, sana, honesta. La parte cultural no fue barrera. Nos conocimos en octubre del 68 y nos casamos allá el 6 de junio de 1970.
¿Ella no se puso renuente a venirse a Honduras?
En parte sí porque la Tegucigalpa de ahora no es la de hace 50 años. No fue complicado convencerla de que se viniera, fue difícil ya estando acá. Yo me prometí a mí mismo no vivir en otro país.
-Terminada la charla, llega a casa doña Karen Casey y complementa la invitación que había lanzado amablemente don Fernando: “¿Quieren algo?”... Bocadillos a la mesa, una charla invadida de alegría y una amena aclaratoria... “Les voy a contar, él me dijo que íbamos a regresar a vivir a EE UU, pero no le miraba intenciones de volver; le pedí que me dijera la verdad porque ocupaba seguridad y entonces yo le dije: ‘¿Sabe qué?, nos vamos quedar a vivir en Honduras, ya lo decidí’. Y ya pasaron 50 años, ja, ja, ja”.