“He vivido por más de dos años en una antigua secuoya norteamericana de más de 60 metros de altura en una propiedad cerca de Pacific Lumber. He sobrevivido durante este tiempo al hostigamiento, a la soledad y a la duda. He visto la grandiosidad y la devastación de los bosques más antiguos de la Tierra. He vivido en un árbol llamado Luna. Intento salvar su vida. Créanme si les digo que esto no era lo que esperaba de mi vida”. Julia “Butterfly” Hill.
Una inspiradora historia de una valiente y comprometida chica de 25 años que se reveló contra los intereses económicos de varias compañías y el gobierno de EE UU. Inició una campaña de sensibilización a finales de los años 90, para proteger los bosques más antiguos de la Tierra.
EL PERSONAJE. Julia “Butterfly” Hill es hija de un pastor que predicaba en diferentes Estados de Norteamérica. Sus padres, Dale y Kathy, y sus dos hermanos, Michael y Daniel, vivían y viajaban en una caravana.
Su familia le transmitió el valor de la austeridad y los ideales de bondad, servicio y responsabilidad. La pequeña Julia estaba convencida de que vivir los valores era más importante que tan solo ganar dinero y sabía que su destino sería defender los derechos de los más débiles y de los que no tuvieran voz…
Y es lo que hizo con este árbol, Luna. Cuando era adolescente consideraba que tenía los mismos sueños y aspiraciones de cualquier persona de su edad. Pero después de un accidente en el que fue atropellada por un camión y tras casi un año de recuperación, su perspectiva de la vida se vio modificada. Finalmente pudo realizar uno de sus mayores sueños: viajar.
Se fue con unos buenos amigos de aventura por la costa oeste de los EE UU. Llegaron en coche hasta el Grizzly Creek State Park, California, para visitar las gigantes secuoyas. De pronto, pidió a sus amigos que la esperaran, pues ella sentía la necesidad de alejarse y adentrarse en ese bosque. Se sentía atraída por la magnificencia ancestral de los árboles. Los minutos que estuvo sola, alejada de los turistas y los coches fueron transcendentales.
En aquel instante pudo sentir la fuerte presencia de la vida a su alrededor. La invadió un profundo respeto por la madre naturaleza y un sentimiento de reverencia por estos árboles. Cuando salió del bosque, no era la misma. Dos semanas más tarde, se enteró de la noticia de que una compañía tenía derechos para cortar todos estos árboles. Sintió una fuerte llamada a protegerlos. No entendía nada, desde pequeña había soñado con viajar por todo el mundo y ahora, que por fin tenía la oportunidad, sentía la llamada de quedarse en su propio país a defender unos árboles.
INICIA LA LUCHA. Regresó a Arkansas, vendió todas sus posesiones, excepto su violín y otros objetos de valor sentimental, y con el dinero de las ventas se compró una mochila, un saco de dormir y una tienda. Era noviembre de 1997 se dirigió de regreso a California, sin ninguna idea de cómo empezar. Contactó algunas organizaciones pero, o bien no la necesitaban, o bien quedó decepcionada de cómo llevaban el proyecto de defender a los bosques.
Estaba muy emocionada, pero se sentía muy poco informada y poco preparada sobre la forma de llevar a cabo la defensa de los árboles y, por supuesto, sin ninguna experiencia previa. Es así cómo encontró el árbol o, mejor dicho, tal como ella nos cuenta en su libro “El legado de Luna”, el árbol la encontró a ella. Necesitaba un propósito y una dirección en la vida y parece ser que lo único que la llenaba era salvar a su árbol, Luna. Junto a otros activistas, treparon al árbol y se instalaron en él.
Pronto, la compañía inició una campaña de terror para ahuyentarlos. Cortaban los árboles que estaban a su alrededor e incluso lo intentaron con aquellos en los que estaban encaramados. Meses más tarde, uno de sus compañeros murió en un trágico accidente aplastado por un árbol derribado por la compañía.
Aunque la dureza de los ataques de la empresa era grande y algunos de sus compañeros abandonaron, no desfalleció. Todo lo contrario, la adversidad reforzaba su convicción. Investigó sobre la tala sostenible de árboles y el consumo responsable, para estar mejor informada sobre estas alternativas.
La vida en el árbol Luna no era nada fácil. Vivía en una pequeña plataforma instalada en las ramas del árbol. Los inviernos eran muy duros; pasó mucho frío, enfermó, sintió dudas y mucha soledad, pero su amor por la causa superaba con creces todas las incomodidades.
En Los Angeles Times, entre otras revistas locales, publicó artículos sobre la acción que estaba llevando a cabo, y numerosas cadenas televisivas, como CNN, solicitaban entrevistas con la activista. Algunos famosos, como el cantante Mickey Hart, de Gratefull Dead, la visitaron en Luna para darle su apoyo, y fue declarada mujer del año por una conocida revista.
No estaba muy de acuerdo con el giro que estaban tomando los acontecimientos. Al mismo tiempo, la vida en el árbol y el contacto con la naturaleza agudizaban sus sentidos y se convertía en una persona mucho más perceptiva. La compañía continuaba, a pesar de todo, cortando los árboles sin ningún impedimento. Después de algunos meses llegaron a un acuerdo el representante del gobierno de la zona: el árbol Luna no sería cortado. Se firmó un documento oficial para que quedara constancia. Es así como después de 738 días puso fin a su estancia en el árbol.
Pero la compañía incumplió el contrato y el árbol Luna fue talado días después.
En su relato autobiográfico cuenta que conocer esta noticia fue un terrible golpe. Cuando lo pudo superar se expresó con estas palabras en una entrevista: “Luna permanece como un símbolo. Un símbolo de los antiguos bosques que están siendo devastados, que están siendo extinguidos cada día.
Luna permanece como la esperanza y el amor que siempre vence al odio. Luna nos recuerda a todos la esperanza en este maravilloso, sagrado planeta que nos da a todos vida y esperanza en la humanidad. Esta esperanza en la humanidad reside en la capacidad de transformar los grandes obstáculos en oportunidades para crecer, fortalecerse, comprometerse y amar. Esta es la esencia de Luna”.